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22 de marzo de 2023 | Nacionales

“Wado” y Kicillof, al acecho

La herencia de Cristina y el riesgo latente del quiebre de La Cámpora

Eduardo "Wado" de Pedro es, con mucha distancia, el mejor cuadro (por no decir el único) que surgió de La Cámpora. Tan es así que, desde hace tiempo, ha tratado de diferenciarse y apostar al diálogo y la negociación con otros sectores, no sólo del Frente de Todos, sino también del otro lado de la grieta.

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De hecho, su exposición pública junto al CEO de Clarín, su reciente participación en un evento agrarista y su discurso en el que reconoció su pertenencia a una familia de larga tradición en la producción rural causaron escozor en La Cámpora, que ya lo venía mirando cruzado y con desconfianza por su fluído trato con Alberto Fernández o bien por la óptima valoración que hizo de él Luis Barrionuevo.

Naturalmente que su apertura no es bien vista por un cristinismo radicalizado que, a la postre, es el que le ha servido como impulsor de su carrera política, por lo que ha recibido numerosos cuestionamientos y descalificaciones internas, a punto tal que muchos cuestionan incluso su eventual candidatura a un cargo ejecutivo nacional en las elecciones actuales. 

Este condicionamiento –sobre todo en los últimos meses- le ha obligado a combinar su postura dialoguista con declaraciones de lealtad a un espacio de referencia y a un modelo de hacer política que considera agotado, pero que, a la postre, es el que sigue sustentando su rol ministerial. 

De este modo, jaqueado por La Cámpora por su aperturismo y por Alberto Fernández por su pertenencia al cristinismo, “Wado” se ve obligado a surfear en la interna del Frente de Todos. De todos modos, cuenta con una alta valoración tanto de Sergio Massa como de Cristina Fernández de Kirchner, quien reconoce en él a un logrado exponente de una REALPOLITIK a la que ella desearía -tal vez- poder apelar, si no fuera porque las condiciones objetivas y su propia concepción del poder se lo impiden.

“Wado” también se diferencia de Axel Kicillof, no en su reconocimiento de la jefatura en última instancia de Cristina, sino en su concepción del poder y de la política. En tanto Axel tiene una concepción más endogámica propia de su formación y de sus convicciones, que se traduce en una lógica de vanguardia coherente e hiperactiva que le ha permitido operar con éxito en un contexto económico desfavorable en una provincia caracterizada por los quioscos, los poderes fácticos y la autonomía de los barones municipales, aunque para no colapsar debió aceptar ceder una considerable porción de los cargos ministeriales, “Wado” prefiere un modo de accionar muy diferente.

Es mucho más pragmático, entiende a la política como un espacio de negociación, y aunque deba aceptar los condicionamientos que le impone la grieta no es partidario de la lógica “amigo-enemigo” de Carl Schimitt  o de Laclau, sino más bien de la pragmática sutileza de un Talleyrand. Tal vez cayendo en una exageración, podría ser definido como una síntesis entre Cristina y Sergio Massa

Ambos son los emergentes más exitosos del cristinismo en sentido amplio. Axel ha conseguido -a través de su gestión y de las obras concretadas efectivamente en territorio bonaerense- mantener un altísimo nivel de aprobación social del que carece la mayoría de la dirigencia del Frente de Todos.

La moderación con que procesa ese logro se traduce en su negativa a postularse a una candidatura nacional. Tal vez porque no crea que sea su momento. Tal vez porque tenga en claro que su concepción de la política y su estilo de gobierno resultarían inaplicables en la eventualidad de tener que asumir la Presidencia de la Nación en un contexto como el presente.

El caso de “Wado” es diferente. Seguramente el pragmatismo y las condiciones no le falten para aspirar a tener éxito en una primera magistratura. Sus condicionamientos pasan más bien por cierta falta de conocimiento de parte de la sociedad y por los límites que supondría una Cristina activa y dispuesta a seguir estándolo por mucho tiempo.

En las actuales circunstancias, para De Pedro la mejor opción sería una postulación a la vicepresidencia, acompañando a otro pragmático como Sergio Massa y obteniendo así el reconocimiento público generalizado que le proveería su presidencia de la Cámara Alta.          

No por casualidad ambos han venido recibiendo constantes críticas de la conducción de La Cámpora, que identifica en ellos la transición hacia una nueva etapa que amenaza seriamente la continuidad de esa organización y de su lógica.

Paradójicamente, los precisan para conservar espacios mientras que Cristina siga ejerciendo su liderazgo. ¿Qué pasará con La Cámpora cuando ya no sea así? Nadie se anima a tratar de responder a este interrogante, aunque tarde o temprano deberán hacerlo indefectiblemente. (www.REALPOLITIK.com.ar) 


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