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29 de marzo de 2023 | Pelota dividida

El rumbo del xeneize

¿El Boca de Riquelme despedaza a sus ídolos?

Hugo Ibarra dejó de ser el técnico de Boca. Con un desempeño que incluyó 2 títulos y 36 partidos, con 20 victorias, 7 empates y 9 derrotas, Ibarra sucedió en el banco del equipo de La Ribera a Sebastián Battaglia, otro ídolo de la institución que también fue víctima de la inseguridad y las contradicciones del vicepresidente y su Consejo de Fútbol.

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Cierto es que los resultados de ambos –antes Battaglia, ahora Ibarra- no fueron del todo decepcionantes, pero la inconsistencia demostrada por las formaciones en el campo de juego demostraron que la decisión de recurrir a entrenadores sin experiencia, flexibles a las indicaciones de las autoridades del club, no resultó la adecuada al momento de afrontar el desafío de conducir una institución que siempre exige nuevos y mayores logros.

Riquelme llegó a la presidencia del club a fines de 2019, sin experiencia previa en gestión, cuando las urnas partidarias confirmaron su victoria sobre una conducción de pura cepa macrista que había dirigido el club durante largos años. Pero las inseguridades de Riquelme y su insistencia en identificar conspiraciones por todas partes, lo llevó a rodearse de un Consejo de Fútbol compuesto por otros ídolos del club que, además, eran sus amigos, y hasta de su propio hermano. Ninguno de ellos exhibía experticia alguna, aunque sí una vocación de mando emergente de su propia debilidad, que los condujo a provocar rupturas –como ocurrió con Mario Pergolini- y a designar entrenadores permeables a sus indicaciones. Primero fue un técnico con un largo historial como Miguel Ángel Russo. Después optaron por los entrenadores de las inferiores, Sebastián Battaglia y Hugo Ibarra, mientras el presidente formal del club, Jorge Amor Ameal, se hacía el distraído.

La estrategia de designar técnicos débiles con un plantel compuesto por muchos jugadores experimentados y amañados debía terminar en fracasos. En la cancha, Boca reflejó la incertidumbre y la inseguridad que afectaba a los responsables del club y del fútbol. Tampoco el manejo de los contratos de las estrellas del club resultó exitoso, ya que se perdieron fortunas merced a la habilidad de expertos intermediarios y representantes que consiguieron la libertad de acción para sus clientes.

Así las cosas, los ciclos de los entrenadores escuálidos, debilitados por la dirigencia, comenzaron generalmente con la obtención de algún título local en campeonatos poco competitivos, combinados con fracasos en las competencias internacionales, que era lo que realmente importaba tras varios años de sequía. Con sus matices, el tramo final de la gestión de Russo, Battaglia e Ibarra fue una larga sucesión de rumores e intervenciones periodísticas que sólo se preguntaban hasta cuándo continuarían en sus cargos. Los resultados hablaban, pero, sobre todo, las formaciones sin alma, ambición ni estrategia de juego que deambulaban por las canchas anticipaban los fines de ciclos.

El fin de semana pasado, en medio de versiones que auguraban un pronto final para la etapa de Hugo Ibarra, Riquelme viajó a España y a Paraguay para participar en el Partido de las Leyendas del Villarreal y el sorteo de la Libertadores. En medio de eso, el rehabilitado jefe de la barra brava, Rafael Di Zeo, se reunió con el entrenador para imponerle sus “inquietudes”. Los allegados aseguran que esta fue la gota que rebalsó el vaso, ya que la relación del vicepresidente de Boca con los barras nunca fue cordial.

El encargado de oficializar el fin de ciclo fue la ex gloria boquense e integrante del Consejo de Fútbol, “Chicho” Serna: “Hemos tomado la determinación de que este cuerpo técnico no continúe, estuvo hasta hoy, o mañana que se despiden de los jugadores. No hay mucho más que decir. Estamos muy agradecidos, son nuestros amigos, pero estamos acá para tomar decisiones”.

“Ya estos días habíamos tomado la decisión, pero era cuestión de esperar que llegara nuestro vicepresidente de Europa para que estuviera presente y hacerle frente a esta situación. Ahora el cuerpo técnico de la reserva se hará cargo del equipo pero empezamos a trabajar fuertemente en encontrar el cuerpo técnico que pretendemos. Siempre pretendemos que Boca juegue mejor. No le encontraron la vuelta. Estamos muy agradecidos con ellos, tomaron el equipo en un momento difícil. Ganaron dos títulos, pero bueno, estamos para tomar decisiones”, argumentó.

En pocos días, Boca comenzará a competir en una nueva Libertadores. La última antes de las elecciones para renovar las autoridades del club a fines de este año. En Paraguay, Riquelme se encontró con Gerardo “Tata” Martino, experimentado entrenador del paladar del vicepresidente. Aún no hay anuncio oficial al respecto, pero en el Consejo de Fútbol están convencidos de que el desempeño en el torneo internacional será determinante para sus ambiciones de renovación de su mandato.

No la tienen fácil. El candidato a la presidencia por la hoy oposición referenciada en Mauricio Macri y Daniel Angelici es Andrés Ibarra, un hombre del riñón del ex presiente que quien ocupó el cargo de ministro de Modernización en el gobierno de Cambiemos entre 2015 y 2018, y de secretario de Modernización hasta la finalización de su mandato.

Antes había desempeñado un cargo similar en la CABA durante la gestión Macri y gerente general de la Comisión Directiva durante su presidencia partidaria, así como diversos cargos dentro de ese grupo económico. Los rumores hablan de que Mauricio Macri estaría considerando presentarse como vocal en la elección de Boca Juniors de este año.

Con motivo del despido de Hugo Ibarra, Andrés Ibarra se expresó a través de su cuenta de Twitter. “El Negro Ibarra pasó de ser el técnico de los próximos 20 años a irse por la puerta de atrás, a Seba Battaglia lo echaron en una estación de servicio y Russo, el último campeón de la Libertadores, también tuvo una salida desprolija. Boca no se merece tanta improvisación”, enfatizó.

La serie de comentarios que respondieron a su publicación demuestran que la próxima no será una elección más para el club. Ciertamente, las conversaciones con Martino, en primera instancia parecen sugerir que Riquelme y su Consejo de Fútbol tomaron cierta conciencia de sus persistentes errores previos. Sin embargo, el escaso profesionalismo con el que se manejaron invita a ponerlo en duda. Los próximos meses resultarán determinantes para definir el rumbo futbolístico e institucional. Y es mucho lo que está en juego (www.REALPOLITIK.com.ar)


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