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11 de abril de 2023 | Cultura

Heavy metal

Bronca, himnos y destrucción: A cuarenta años de “Luchando por el metal” de V8

Historia y curiosidades de un disco fundamental para la cultura heavy argentina y latinoamericana. Épocas duras, de amor y de muerte, en el recuerdo de Beto Zamarbide, Gustavo Rowek y Ricardo Iorio.

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por:
Juan Provéndola

Ricardo Iorio se le suelta la correa en los últimos segundos. Beto Zamarbide lo quiere socorrer, pero el show debe continuar. La cámara registra al bajista batido a duelo con su instrumento hasta que el tema termina. La leyenda dirá que algunos televidentes llamaron para halagar a ese virtuoso músico que tocó el bajo al revés. Todo había sido playback. 

La primera presentación de V8 por TV —en "Rock R.A." de Canal 13, un domingo al mediodía de 1982— había comenzado con un reclamo y una advertencia: "Basta de hippies, basta de llorar / estalló el tiempo del metal". Así arrancaba "Vomitando heavy metal", rebautizada poco después como se la conoció para siempre: "Tiempos metálicos". La música que se escuchaba en televisores de todo el país era la que habían grabado en un demo semanas atrás. Las imágenes, en cambio, fueron inevitables.  

Para un "rock nacional" que ese año había consolidado definitivamente como propia tal denominación (una historia que merece por sí misma sola su capítulo), lo más pesado a lo que su música había sido capaz de sonar fue con Manal, Vox Dei, Pappo's Blues, Pescado Rabioso, El Reloj y, por supuesto, La Pesada del Rock & Roll. No por nada, Iorio versionó a todos ellos en "Ayer deseo, hoy realidad", su disco de homenaje al rock local publicado en 2008.

Por ese entonces, Riff había dado un paso fundacional en el rock pesado doméstico con "Ruedas de metal", su disco debut de 1981, gracias a una estética y a un sonido que V8 provocaría y redoblaría dos años después en "Luchando por el metal". Si, como dijo Ana Mourín, ex esposa de Iorio, en el libro "V8, un sentimiento", que Riff vestía "prendas negras de una tela semejante al cuero, pero que por su liviana textura resultaban mucho más cómodas", V8 iría más allá con muñequeras hechas con el cuero de carteras o tachas fabricadas con el cobre de veladores viejos.

"A nosotros nos decían 'heavy metal', aunque en realidad éramos una banda de rock and roll. La palabra 'pesado' no me gusta, porque un tipo 'pesado' me figura una persona que anda armada o es policía", explicó Vitico Bereciartúa, bajista de Riff. "V8 hacía metal, por supuesto, pero también era una banda punk, porque salía al choque. ¡Además había mucho descontrol y poco ensayo, jaja!". El productor de "Luchando por el metal", Mundy Epifanio, opinó en la misma dirección: "V8 fue el primer grupo heavy de América latina, pero en su imagen y manera de vivir se parecían mucho a los punks del norte de España".

Así eran las cosas en V8. Tan crudas y violentas, que una vez Iorio recordó cuando tocaron en la Sociedad Italiana Morón con los punks de Muerte Civil y Antitodo (del Polaco Zelazek, luego bajista de Los Violadores) y los militares, después de rodear el lugar, prefirieron irse. "Deben haber pensado: 'estos son hijos de militares'; si no, no se concebía que hiciéramos tanto quilombo adentra".

ENTRE EL CUARTETO, EVITA Y CHISTES CORDOBESES

En esa época de transición entre las heridas de Malvinas y el comienzo de la democracia, V8 había grabado un modesto demo de cinco temas en tiempo récord y hasta llegó a sonar en "9PM" de Radio Del Plata a instancias de la hermana de Pedro Leontjew —el primer manager de grupo—, quien musicalizaba el escuchado programa con canciones de V8, Los Violadores o Diana Nylon ("Diana mataba", recuerda Beto Zamarbide).

En marzo de 1983, finalmente, surge la posibilidad de grabar "Luchando por el metal" por un sello desconocido de nombre Audiomagnética. Según el cantante Beto Zamarbide, "era un sello pequeño que editaba grupos de cuarteto, los discursos de Evita y también a unos cordobeses que contaban chistes; pero, así y todo, para nosotros era una buena oportunidad, porque el demo que teníamos era re limitado y sabíamos que iba a ser imposible grabar en las grandes compañías siendo heavies y cantando '¡basta de hippies, basta del morral!', cuando el rock nacional era Nito Mestre o el Dúo Fantasía".

"Luchando por el metal" se grabó en el estudio que tenían en Villa Crespo los hermanos Vitale. Que no eran los de MIA (es decir, Lito y Liliana) sino los de Los Bárbaros, un grupo que había hecho carrera tocando en carnavales y participando en taquilleras películas argentas de Los Superagentes, Los Parchís y tales. Marcelo Vitale aportó ese teclado que sabe a órgano de iglesia en el indolente "Si puedes vencer el temor", quizá la primera lectura local del Black Sabbath más stoner. En los créditos también aparecía como productor artístico Quebracho, histórico plomo de Charly García, quien conocía a Zamarbide porque juntos trabajaros como asistentes de Dulces 16.

Nueve canciones en 27 minutos condensaron la furia de un vendedor de papas, un cuidador de una galería, un repartidor de mensajería y un tintorero. El odio, la bronca, el hastío de "Muy cansado estoy". Y la muerte. "Yo vivía a ocho cuadras del cementerio de Chacarita, donde me metía para ver las criptas del 1800. Me acuerdo de ver pasar cortejos a caballo, como el de Perón. Encima vivía enfrente de un sepulturero. ¡Hasta mi primer contacto con V8 fue en un recital por Chacarita! ¿De qué iban a hablar mis primeras letras, si tuve a la muerte de cerca durante toda mi crianza?", razonó Zamarbide, quien escribió en ese disco "Parcas sangrientas" ("sacrificio y muerte hay") y "Angeles de las tinieblas" ("mil cráneos sedientos brillan en la noche").

De "Torturador" dirán que fue un ataque encubierto de Osvaldo Civile a la Dictadura militar, escondido en la (su) historia de una muela mal arreglada. Sin él presente (muerto en una situación aún confusa en abril de 1999), podrá intuirse el doble sentido en la estrofa que dice: "¡Confesá cuál pasta dental es la que usás! / ¿Quién te la dio? ¿Quién te la vendió?".

Pappo hace su participación estelar en el solo de "Hiena de metal", una canción más de Riff que de V8. "El Carpo estaba muy copado con esa canción porque tenía una onda Mötorhead, y en ese entonces a él le encantaba esa banda. Algunos esperaban un solo más blusero, pero él metió ese punteo que parece tener un efecto", recuerda Beto Zamarbide. Su hermano Fernando había iniciado el enlace como asistente de grabación del primer disco de Celeste Carballo, la vez que Pappo fue a grabar una versión de "Desconfío" y entonces le arrimó el demo de V8.  

Pero lo que distinguió realmente a "Luchando por el metal" respecto de otros discos (de V8 y de otros) fue su capacidad de agrupar himnos intocables de la escena local como "Tiempos metálicos" y "Brigadas metálicas". La letra de este último la escribió Ricardo Iorio sobre un cartón que estaba tirado en el piso de un colectivo, en pleno viaje hacia la casa del manager Pedro Lenjtew, quien luego hizo un video editando simultáneamente en dos caseteras las imágenes en vivo de V8 y escenas de "La naranja mecánica" (película por entonces prohibida en Argentina).

"Ricardo, muy líder en su pensamiento, escribió manifiestos del metal –dijo Zamarbide–. Desde sus comienzos en la banda, quiso fijar las bases del movimiento. No pensaba en V8, sino en darle un himno y una bandera al movimiento heavy. Pero el himno de la banda terminó siendo 'Destrucción', de Gustavo RowekRicardo se debe putear así mismo hasta el día de hoy, jaja".

"DESTRUCCIÓN": COMO "LA BALSA", PERO HEAVY

"Escribí 'Destrucción' en una fábrica de coladas de plástico, donde duré 21 días porque hice de todo para que me echaran: tiraba bolsas en las máquinas o abandonaba el puesto de laburo. Compuse el tema sentado frente a esas máquinas, expresando la desilusión y el desamparo que sentíamos todos los de esa generación", recuerda el baterista Gustavo Rowek respecto del tema que fue al metal local lo que "La balsa" al "rock nacional". 

Las analogías entre la canción de V8 y la de Los Gatos van desde ser las que abren el disco debut del primer grupo en su género (el rock, el heavy) hasta saberse revisitadas por numerosa cantidad de intérpretes por siempre y para siempre. Como si todo eso fuera poco, a su cantantes originales también los lastró el sambenito eterno de la canción que siempre pedirán, volviéndose casi una situación karmática.  

"Una vez estábamos tocando 'Destrucción' en el Parakultural, que era un sótano donde antiguamente funcionaba una cárcel en la que Rosas metía presos a los unitarios, y se armó un quilombo bárbaro en el pogo. Terminaron escribiendo 'V8' con sangre en las paredes, un garrón. El tema lo escribió Gustavo cuando tenía quince años y la cabeza iba por otro lado. Pero nos fue de las manos", recordó Zamarbide. La versión original barruntaba "ya no creo en nada / sólo creo en el fusil", en lugar del nihilista y definitivo "ya no creo en nada, ya no creo en mí".

"Luchando por el metal" salió a la calle en abril de 1983 con su título y el logo del grupo sobre fondo negro en una portada austera y monocromo. La producción se había guardado para la contratapa, con una foto de los seguidores del grupo (las "brigadas metálicas") en Barrancas de Belgrano. El día que decidieron encontrarse, la policía los esperó con un colectivo de la línea 64 presto para ser todos llevados a la comisaría 33ª de Mendoza y Cuba. 

El álbum no fue un gran suceso comercial para una banda signada por el caos interno y el desinterés por lo que entonces se perfilaba como el business del rock argentino de los 80 (década de gran expansión comercial y territorial). "Luchando por el metal" ganó valor con el tiempo. No sólo histórico (Sepultura lo reconoce como influencia en el disco "Morbid Vision") sino comercial: "Como Sumo y otros pocos artistas, V8 comenzó a vender mucho después de dejar de existir", reconoció Epifanio, quien de los 2000 para acá editó los discos de V8 en varias presentaciones y formatos. 

Si V8 no volvió jamás a reformarse con sus formaciones legendarias fue por la negativa de Iorio. Una persistencia que incluso llevó a sus excompañeros a improvisar un regreso para 1996 y 1997 con el guitarrista Miguel Roldán en el bajo vacío.

En 2001 salieron, simultáneamente, dos discos tributo a V8. Uno de ellos, por Dejesú Records, el flamante sello que Ricardo Iorio apadrinó en el entorno de Almafuerte. "Si viene y me dicen '¿querés medio millón de dólares para armar V8 o Hermética?' les digo que no, porque mi carrera nunca fue por dinero. Aunque no tenga plata ni para comprarme forros", tensó Iorio por esos tiempos. 

Recién mucho después, en 2013, Ricardo aceptó mostrarse en un escenario con uno de sus excompañeros de V8. Fue con Beto Zamarbide, a quien acompañó con tres canciones en un show solista del cantante en Groove y luego lo invitó al de Almafuerte en el estadio de All Boys. En ese mismo año, Beto también cantó dos veces con Rata Blanca, la segunda de ellas además con Gustavo Rowek en batería y haciendo una canción de V8, "Lanzado al mundo hoy", actualizando el aporte que Walter Giardino intentó darle a la banda en sus breves meses. 

De esos encuentros pasaron diez años. Del primer disco de V8, cuarenta. "Escribimos cuando éramos pibes de veinte años que sentíamos odio contra todo", analizó Zamarbide. "Y, pese a que ahora diga: '¡wow, mirá por donde iba mi cabeza en ese momento', igual me siento orgulloso de haber hecho ese papel mientras otros se hacían los tarados". (www.REALPOLITIK.com.ar)


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