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17 de abril de 2023 | Interior

Decepción con los oficialismos

Rolando Figueroa y un cachetazo al Movimiento Popular Neuquino tras 60 años de hegemonía

La relación entre la sociedad argentina y la política tradicional está rota a lo largo de la geografía argentina.

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La falta de respuestas a sus demandas ha comenzado a manifestarse en las elecciones legislativas de 2021, donde inició a canalizarse a través de la votación de candidatos que no están identificados con ella, o bien que han producido rupturas con las fuerzas tradicionales.

En medio de una terrible crisis económica y social, la sociedad va abandonando la mecánica renovación de su confianza en aquellos que sólo aceleran su hundimiento. Rolando Figueroa, el nuevo gobernador de Neuquén, no es Milei. Tiene un pasado compartido con el Movimiento Popular Neuquino, que ayer perdió por primera vez una puja electoral en sus 60 años de existencia. Pero se le valora el quiebre de esa relación tiempo atrás, y su decisión de apostar a un nuevo armado, en el que intervienen desde macristas a cristinistas, aliados de Javier Milei y algunos radicales, y también algunas agrupaciones vecinalistas. Si bien no puede afirmarse en este caso que se trata de recién llegados a la política, sí se trata de una articulación impensada hasta no hace mucho.

El MPN fue castigado por el electorado. Tal como ha sucedido en la mayoría de las elecciones a escala universal tras la pandemia, la decepción con los oficialismos tradicionales se reiteró ayer en la provincia patagónica. Ese voto expresó su enojo. Y Figueroa advirtió que la encerrona a la que querían someterlo el líder tradicional Jorge Sapag y el gobernador actual, Omar Gutiérrez, al obligarlo a disputar una interna dentro del MPN que lo condenaba a la derrota, era un verdadero suicidio político. 

No es la primera vez que el líder del MPN fraguaba una interna para imponer su dedo. Figueroa lo sabía, e hizo saltar la banca.  El Pro, a nivel nacional, salió a festejar la victoria como propia. Pero no deben equivocarse: las dinámicas de las provincias poco tiene que ver con lo que erróneamente se observa desde Buenos Aires. La elección de Neuquén es un voto castigo no sólo al MPN, sino a una forma de hacer política a nivel nacional que está agotada.

Hasta ahora el MPN, después de largos años de elecciones contundentes, se había impuesto por una uña sobre Ramón Rioseco, el candidato de Cristina Fernández, en 2019, con apenas el 40 por ciento de los votos. Privó el hastío contra la actual vicepresidenta por sobre el divorcio de los neuquinos con el partido provincial hegemónico. El armado de Figueroa le ofreció a los neuquinos la alternativa de poder castigar a ambos a la vez.

El dilema es saber cómo se comportará la nueva alianza gobernante en un contexto de grave crisis económica, y cuál será su posicionamiento con la nueva gestión presidencial. La elección está ganada, pero ahora queda lo más difícil: gobernar en el marco de una alianza demasiado heterogénea, y con una oposición del MPN que, aunque derrotada por primera vez, no está muerta. (www.REALPOLITIK.com.ar) 


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