¿Juntas o separadas?

Cuando inicialmente Axel Kicillof dejó escapar la posibilidad públicamente se debía a la dificultad que manifestaba el Frente de Todos para definir una estrategia electoral, con Alberto Fernández anotado tácitamente en la carrera presidencial. El gobernador sabía que, con el presidente a la cabeza de la sábana de boletas, sus propias chances de desintegraban, habida cuenta de la prácticamente nula práctica de corte por parte de los votantes.

Finalmente, Alberto dio un paso al costado y la alternativa de la disociación -PASO coincidentes, generales en fecha diferenciada- pareció perder fuerza. Más aún, Kicillof buscó mostrarse con aquellos precandidatos que pudieran sumarle votos según su propia valoración, como Daniel Scioli o Cristina Fernández de Kirchner, o bien con Sergio Massa, por contar con el aval de su jefa. También lo hizo con Wado de Pedro, en la inteligencia de que, si se instalaba su candidatura, cesarían las presiones sobre el gobernador bonaerense para una postulación presidencial.

Llamativamente Axel es el candidato que individualmente sacaría más votos en una PASO entre todas las fuerzas políticas según las encuestas. Si se sumaran todos los indicadores de los distintos precandidatos de Juntos por el Cambio quedarían casi empatados. Y Milei no ha definido a ninguno, por lo que sus votos se distribuyen entre las coaliciones mayoritarias. En caso de que todos los votos de JxC se direccionaran en favor de un mismo candidato, tendríamos un final de bandera verde. Y este es el escenario que se presentaría ante una eventual disociación.

En cambio, si se mantienen las fechas coincidentes y la lista sábana, Axel podría beneficiarse de que el candidato de Milei, sea quien fuese, se llevara parte de los votos de los derrotados de JxC en las PASO, por el que podría tener una elección un poco más distendida, siempre y cuando el candidato presidencial del Frente de Todos no resulte un salvavidas de plomo, ni la economía se hunda en una situación irreversible.

Justamente ese 8,4 por ciento del mes de abril, que llega a un índice acumulado anual de 108,8 por ciento, es el rival más temible a vencer, sobre todo si los indicadores siguen en aumento en los próximos meses. Allí no importará la simultaneidad o no de los procesos electorales.

El otro es la violencia. Desde hace tiempo que este rubro se ha convertido en el que más preocupa a los argentinos, y la provincia de Buenos Aires no es precisamente la excepción. No siendo precisamente Axel un partidario del gatillo fácil, los comicios lo exponen a ser derrotado por cualquier justiciero que surja de la derecha o de la ultraderecha. Sobre todo si las elecciones son disociadas y la chance de dividir los votos de estos sectores disminuye.

En ninguno de los escenarios posibles la disociación del calendario electoral resulta propicia para el gobernador bonaerense. Salvo, claro está, que Alberto Fernández decidiera reinstalar su candidatura presidencial. (www.REALPOLITIK.com.ar)

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