Historia
Elecciones 2023
Daniel Scioli hizo estallar el avispero político
El jueves pasado Daniel Scioli confesó en un programa televisivo un breve diálogo que mantuvo con Patricia Bullrich. “Patricia me dijo: ‘Daniel, mirá que cuando sea presidenta te voy a necesitar’. Entonces, yo le dije: ‘Mirá, Patricia, cuando yo sea presidente también te voy a necesitar’”.
Con esa breve declaración, Daniel Scioli hizo estallar el polvorín en ambas coaliciones. Del lado de las palomas de JxC pusieron el grito en el cielo al comparar la actitud de la precandidata hacia un precandidato peronista, después de haber bloqueado la incorporación de Juan Schiaretti. E inmediatamente advirtieron que ese mismo día Patricia había anunciado la incorporación a su equipo de Claudio Zin, ex Ministro de Salud provincial y amigo íntimo de “Pichichi”.
En el Instituto Patria el impacto fue aún mayor. "Scioli se abrazó con Patricia, la misma que borró pruebas judiciales del atentado a Cristina”, protestaron. Y la ultra activa declarante antisciolista de los últimos días, la senadora provincial Teresa García, afirmó que el ex motonauta debería haberse presentado por afuera del Frente Unión por la Patria: ”Si esto se sostiene en el discurso de Daniel Scioli, si se insiste con esta cosa de proximidad con Patricia Bullrich y perdonavidas con Larreta, para qué se presenta en la PASO, se tendría que haber presentado como una fuerza política independiente”.
Diana Conti, titular del Partido de la Victoria, que forma parte de la misma coalición, lo desafió con un tuit: “¿Si tanto te gusta @PatoBullrich, por qué no te vas a Juntos, @DanielScioli?",
Lejos de recular, Scioli redobló la apuesta al asegurar que no había roto “nunca” su relación de amistad con Mauricio Macri y evaluar positivamente a Horacio Rodríguez Larreta. “Tengo respeto por los dos, son muy correctos conmigo”, enfatizó.
E incluso se animó a tensar aún más la interna del Frente Unión por la Patria al sostener que el alcalde porteño es “un hombre moderado, con compromiso de gestión”, al que “la irrupción de Milei lo ha llevado a tomar posiciones en las que no sé si se siente cómodo”.
En relación con el diputado libertario, Scioli valoró su “destreza política para conectarse con toda la desilusión que hay” y así “atraer a los votantes”. “Tiene dos ejes, uno es la dolarización, que no comparto porque no se puede estar supeditado a políticas monetarias de los Estados Unidos, y el otro es el rol del estado”, precisó, aclarando que personalmente cree que “hay que optimizarlo y tiene ser más eficiente, eso no significa, por ejemplo que desaparezca Aerolíneas Argentinas”.
Y este sábado Scioli continuó desplegando esta línea argumental sobre una clave acuerdista y conciliadora que tanto repudia el cristinismo, al reconocer que comparte "muchas de las propuestas" del gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, y del ex gobernador salteño Juan Manuel Urtubey. "Si gano voy a pedir que me ayuden”, adelantó, pronosticando que "se viene algo nuevo, algo distinto, gestión con acuerdos políticos que dén más certidumbre".
Con precisión quirúrgica, Scioli avanzó sobre el flanco que más le duele al cristinismo: el de la convivencia democrática. En materia electoral no le sobra nada. Si Scioli y Victoria Tolosa Paz se hubieran presentado con una lista propia, tal como le recomendaron García o Conti, tanto la elección nacional como la provincial estarían perdida de antemano para el Frente Unión por la Patria. Por más que la tradicional soberbia cristinista los desprecie, sus votos son determinantes para evitar que se reproduzca una derrota similar a la de Cristina ante Esteban Bullrich en 2017. Y a esta pérdida habría que sumarle los votos peronistas que se irán detrás de Guillermo Moreno, y hasta los de Juan Grabois, si el candidato presidencial termina siendo Sergio Massa.
El cristinismo no termina de aceptar que sus principales cuadros electorales, desde la propia Cristina hasta Axel Kicillof o Wado de Pedro, sólo contienen en mayor o menor medida a la propia tribu. Y ni qué hablar de Máximo Kirchner. Les permiten prepotear en la interna, pero no suman otras voluntades en el electorado, tal como lo había advertido la vicepresidenta en 2019 al aplicar el “dedazo” en favor de Alberto Fernández. Ante lo que considera como una derrota segura a nivel nacional, Cristina retomó el faccionalismo a ultranza y pegó el portazo a su postulación, para ahorrarse un nuevo sinsabor electoral.
Con su tradicional apuesta a la moderación y el diálogo, Scioli consigue sacar de quicio a los “ultras”. Y aunque lo nieguen enfáticamente en público, temen que la perfomance de “Pichichi” desnude la debilidad electoral del cristinismo, a pesar de no contar con financiamiento adecuado y por más trabas reglamentarias de dudosa legalidad que le impongan.
Al fin y al cabo, en 2015 sacó el 49 por ciento de los votos a pesar de la campaña desprestigio a la que lo sometió Cristina y su séquito. El recuerdo de la victoria de Carlos Menem contra Antonio Cafiero, cuando este contaba en teoría con el control del aparato partidario, aparece como una sombra que se extiende cada vez más sobre las alicaídas fuerzas de un cristinismo que hace mucho tiempo que perdió el rumbo. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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