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En su decepcionante visita al canal TN, tal vez el único acierto que ha tenido Patricia Bullrich haya sido el de tratar de generar cierta empatía, adoptando un perfil más moderado.
Súbitamente su postura inflexible y amenazadora se convirtió en su contracara al referirse a cómo la habían recibido sus nietos luego de confirmarse su victoria en la interna de Juntos por el Cambio. Demasiado poco y escasamente creíble. Sólo dejó expuesta su debilidad.
La candidata presidencial de Juntos por el Cambio evitó responder preguntas sobre economía, tema en el que había demostrado hasta ahora una ignorancia supina. Pero, lejos de beneficiarla, esa negativa significó una nueva confirmación de su escaso bagaje intelectual. Bullrich siempre termina evidenciando su condición de comentarista de la realidad, con su precariedad conceptual a cuestas y sus nulas cualidades como conductora.
Para peor, en la emisión la sucedieron Javier Milei y Sergio Massa: uno con su locura fundamentalista y otro con su solvencia y experiencia de gestión fueron demasiado al momento del contraste. Incluso su condición de primera invitada dejó en claro que, también en el canal de Héctor Magnetto, queda excluida de las preferencias para un eventual balotaje.
Para su desazón, Patricia Bullrich no encuentra su lugar bajo el sol. Si se radicaliza hacia la derecha le come los votos Milei. Si trata de ser más moderada para tratar de atraer a los votantes de Horacio Rodríguez Larreta, se desprestigia con sus seguidores y los riesgos de fuga hacia el libertario parecen ser inevitables.
También la “abuela Patricia” tiene en claro que su jefe, Mauricio Macri, la desprecia como opción vencedora, y la ha convertido en una pieza de cambio para su propia negociación con Javier Milei.
Mucho menos éxito tuvo aún con el jefe de Gobierno porteño, a quien no cesó de agredir y descalificar a lo largo de la campaña. Si bien hubo foto compartida, el encuentro entre ambos contendientes de Juntos por el Cambio no fue promisorio ni amigable. Patricia le exigió a Larreta ayuda para la campaña, acceso a la base de datos de la Ciudad de Buenos Aires y el manejo de la pauta publicitaria. A cambio le ofreció ser el jefe de Gobierno en caso de que llegue a la presidencia.
Después de haber atravesado tan enconada interna, el alcalde porteño tiene en claro que sería absurdo pasar a desempeñar semejante rol en una gestión de su inconsistente adversaria. En cambio, Bullrich dejó en claro la terrible situación de debilidad en la que se encuentra, sin recursos propios y con Mauricio Macri jugando a dos puntas.
Sin tomarse siquiera un segundo para reflexionar, el jefe de Gobierno –que concurrió a la reunión del miércoles en el Jardín Botánico acompañado de Gerardo Morales, luego de haberse reunido con Diego Santilli y Martín Lousteau- declinó el ofrecimiento y le anunció que pretendía tomarse dos años sabáticos. En cambio, le exigió –para sumarse activamente a su campaña- el 40 por ciento de los cargos de su eventual gobierno para todo el equipo que lo acompañó en la campaña, incluyendo al radicalismo.
El alcalde porteño concluyó la reunión con ironía: "Consultale a Macri y avisame". Por la escasa cantidad de votos obtenidos, queda en claro que Patricia ganó pero perdió.
En Juntos por el Cambio ese diagnóstico es compartido, y la mayoría ensaya alternativas de acuerdos por fuera de la coalición: "Al lado de Milei, es la nueva Larreta", afirman con sorna. Al menos ha conseguido la aprobación de sus nietos. Aunque aún no votan. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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