Nacionales
Fenómeno Milei
Se vino el estallido
Hace dos años, cuando Javier Milei era simplemente una atracción periodística, el ahora candidato más votado en las PASO utilizaba como cortina en sus presentaciones públicas iniciales el tema de la Bersuit “Se viene”. Sus estrofas iniciales resuenan aún en nuestros oídos: “Se viene el estallido. De mi guitarra, de tu gobierno, también”.
Con su épica apocalíptica, el libertario consiguió generar empatía en amplios sectores de la sociedad desilusionados y enojados con una política que, desde hace al menos una década, había dejado de tenerlos en cuenta. Desde entonces, Javier Milei creció a paso agigantado, y todos sus competidores (JxC, FdT -hoy UxP- y la izquierda) insistieron en hacerle el juego y facilitarle las cosas. A punto tal que las encuestas cualitativas consignan que, después del 13 de agosto, los que lo votaban cambiaron su sentimiento de bronca por el de esperanza.
Sólo los locos repiten las mismas conductas esperando que tengan un resultado diferente. La propuesta de JxC consistió en asegurar que harían “lo mismo pero más rápido” que cuando les toco gobernar. UxP no encuentra otras herramientas para combatir la crisis que las que le dieron éxito pero que ya están devaluadas en la consideración pública, sin alcanzar a definir un programa de gobierno. La izquierda sigue inmersa en los planteos de un marxismo que ha fracasado en todo el mundo y ya ni siquiera conserva su potencial utópico.
De dos años a esta parte, el estallido que anunciaba Milei se concretó en exceso. No sólo estalló el gobierno, también lo hizo la oposición y el sistema bipartidario expresado a través de la grieta y de las dos coaliciones mayoritarias. El candidato de La Libertad Avanza no precisó de una propuesta superadora para seducir a la mayoría de los votantes: le bastó con desempolvar las viejas tesis de hace tres siglos del liberalismo teórico, que hasta ahora sólo habían conseguido imponerse a través de golpes de estado y dictaduras cívico-militares. Con eso solo eliminó la grieta que venía dividiendo a los argentinos, metiendo a unos y a otros dentro del mismo saco de la “casta”.
Si bien siempre se afirmó que Milei fue un experimento creado para apropiarse de votos de JxC, en la práctica sólo un 25 por ciento de esos sufragios se le sumaron. El otro 75 por ciento provino de la decepción con la propuesta de “volver mejores” que ningún oficialista se anima ya a recordar. Casi la mitad de la sociedad le dio la espalda a la política, pegando el faltazo en las PASO, votando en blanco o anulando su sufragio. Los gobernadores e intendentes oficialistas fueron los que mejor entendieron –como siempre- lo que marcaba el termómetro social, y filtraron a sus propios candidatos encubiertos en las listas del libertario. A la postre, la política también es un arte de la supervivencia, y ellos siempre han sido los más aptos para sobrevivir en aguas turbulentas.
Días atrás Maximiliano Pullaro, el candidato a la gobernación de Santa Fe de JxC, respondió que votaría a Milei en un eventual balotaje contra Sergio Massa. Ni se le ocurrió sugerir la alternativa de que la devaluada Patricia Bullrich pudiera llegar a esa instancia. Si no hicieron más ruido sus declaraciones fue porque el gobernador “peronista” de la provincia, Omar Perotti, coincidió en su preferencia por Milei, aunque en este caso en un escenario de balotaje contra la ex militante montonera. Sus disculpas y aclaraciones posteriores no sirvieron para borrar sus afirmaciones previas.
Ante el resultado imprevisto de las PASO fue presentándose en sociedad el entorno del libertario. Todos ellos insistieron que tratar de bajar la intensidad de las propuestas iniciales, postergando la devaluación para un eventual segundo período presidencial; afirmando que no habría nuevo Plan Bonex; que no se utilizarían ni las Leliqs ni las tenencias de la ANSES para conseguir dólares; que no habrá una política de destrucción inmediata de planes sociales; etcétera.
Si bien el Teorema de Baglini confirmó toda su vigencia a partir del día siguiente de las PASO, y la tarea que se le impone a Milei consiste en evitar que el estallido que promovió llegue hasta sus últimas consecuencias, provocando un verdadero apocalipsis que vuelva ingobernable a nuestra sociedad, corre el serio riesgo de ser despachado al mismo saco de residuos al que arrojó a la “casta”. En uno u otro caso, le resultará muy difícil domesticar a los demonios que él mismo alentó para abonar su ascenso.
Ya no “se viene el estallido”. Está a la vuelta de la esquina. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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