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20 de septiembre de 2023 | Pastillas de Colores

Historia de la Argentina

La Rebelión de San Julián: Puta pero nunca tuya

Cinco trabajadoras y una historia de resistencia tras una de las más duras represiones de la denominada Patagonia Trágica.

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por:
Juan Provéndola

Entre 1920 y 1921 se produjeron en la zona de Santa Cruz una serie de revueltas y de sofoques que luego se conocerían como la Patagonia Trágica. Se trató de una huelga de empleados laneros y de peones de estancia que poco después fue aplastada por el Ejército Argentino bajo la orden del entonces presidente radical Hipólito Yrigoyen.

Los peones pedían una jornada de descanso a la semana, un sitio limpio y digno donde poder dormir y velas para poder alumbrarse en la dura noche patagónica en un contexto de denigrantes condiciones de trabajo. Por supuesto, nada de ello les fue concedido y el escarmiento fue brutal, dejando como saldo una ristra de muertos que los medios oficiales cifraban en trescientes y los anarquistas en más de mil quinientos.

La embestida militar fue tan implacable que no hubo lugar alguno para la resistencia. Salvo una excepción, la cual fue rescatada por el escritor Osvaldo Bayer en uno de los tomos de su colección de libros "La Patagonia Rebelde".

Sucedió el 17 de febrero de 1922, cuando el conflicto ya estaba zanjado y entonces el teniente Héctor Varela, al mando de las tropas, envió a sus soldados a San Julián para que se distrajeran.

Como toda localidad portuaria, San Julián tenía un prostíbulo que era conocido y acudido por gente de toda la zona. Pero resultó que cuando los soldados llegaron al cabaret, las cinco prostitutas presentes se negaron a atenderlos.

"¡Con asesinos no nos acostamos!", gritaron ellas. El clima se puso tenso, los soldados quisieron avanzar y las prostitutas los hicieron retroceder con palos y escobas. Se trataban de Consuelo García, de 29 años, Ángela Fortunato, de 31, Amalia Rodríguez, de 26, María Juliache, de 28, española, Maud Foster, 31, inglesa, y Paulina Rovira, la dueña del prostíbulo.

La humillación fue imperdonable. Por eso, casi al instante, las mujeres fueron detenidas y conducidas a la taquería de San Julián. Allí las golpearon y las arrumbaron en un pequeño calabozo donde a cada rato les tiraban agua fría.

Luego las liberaron, aunque les retuvieron las libretas sanitarias, por lo cual no podían seguir ejerciendo la prostitución. Así, estas cinco mujeres debieron migrar a Viedma, el límite entre la Patagonia y la Pampa, o bien a Ushuaia, en el mismísimo fin del mundo.

Lo que nadie pudo desterrar fue este gesto de resistencia, solidaridad y dignidad de las cinco esclavas sexuales de San Julián, posterizadas por Osvaldo Bayer en uno de los libros fundamentales para entender la historia argentina. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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Hipólito Yrigoyen, Juan Provéndola

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