Sin Messi, el Inter Miami vuelve a ser uno más del montón

La aparición de Lionel Messi en el Inter Miami supuso un impulso para el proyecto marketineado por el inglés David Beckham y manejado por los hermanos anticastristas Mas Canosa. 

Hasta entonces, el equipo de remera rosa venía en el fondo de la tabla de posiciones del torneo principal de la Major League Soccer. Aunque, con la llegada de Messi, se produjo el inicio de la Leagues Cup, una copa que combina equipos de Estados Unidos y México. 

Allí, el 10 llevó al hasta entonces tibio experimento de Miami a un título, el primero en su historia y, además, boleto para la próxima Concachampions, la "Libertadores" de centro y norteamérica. Más allá de los trofeos, la presencia de Messi en canchas de Estados Unidos llevó a las taquillas a cifras récord. Lo mismo la audiencia por tv y dispositivos digitales. 

Luego, el Inter retomó la acción en la MLS, donde logró escaparse del fondo de la tabla con algunas victorias de la mano de Lionel Messi. Y, en simultáneo, dio competencia en la US Open Cup, un similar en Estados Unidos de nuestra Copa Argentina, ya que allí se cruzan equipos de distintas divisiones. 

Pero sucedió que en septiembre iniciaban las eliminatorias de Conmebol para el Mundial 2026. Esa primera ventana contra Ecuador en la cancha de River y luego Bolivia en La Paz coincidió con la final de la US Open. Que el Inter, sin Messi, pierde con el Houston Dynamo. 

La ausencia del 10 en el equipo rosa se prolonga a su vuelta de la Selección, en la que ya había encendido una alarma con su ausencia frente a Bolivia. "Van a tener que acostumbrarse a verme salir, o directamente a no jugar", había advertido en declaraciones posteriores al partido frente a Ecuador, donde por primera vez en quince años Messi no completa el tiempo completo en cancha.

Así, el Inter comenzó a trastabillar en la MLS hasta la vuelta de Lionel Messi, en la noche del sábado, donde ingresó a los diez minutos del segundo tiempo frente al FC Cincinatti (el club que más lo había complicado en la Leagues Cup) y fue testigo de otra derrota más. En este caso, la que ya impide matemáticamente cualquier posibilidad de que el Inter clasifique a los playoffs del torneo, ruta para aspirar al título. 

La presencia de Messi en el Inter de Miami en particular, y en la Major League Soccer, en general, componen un globo de ensayo que combina el entorno amigable para los últimos años del GOAT con una catarata de torneos anfitrionados por los yanquis para tentarlo a seguir jugando en el alto nivel: la Copa América en 2014, la Copa Mundial de Clubes en 2015 (con su nuevo formato de 32 equipos) y el Mundial de 2016 organizado a tres países, pero con abrumadora predominancia de Estados Unidos. 

La dinámica no es muy distinta a la de los años previos a Qatar 2022, cuando las crisis de Messi con el Barcelona hicieron transpirar de más a los organizadores, quienes veían en él a la joya más monetizable del torneo, y por eso finalmente buscan cobijarlo en el PSG, de propiedad qatarí. 

En este caso, Estados Unidos toma la contraofensiva después de las experiencias de Rusia en 2018 y el Golfo Pérsico en 2022. Una especie de revancha del Mundial de 1994, del cual se tuvo muchas más expectativas de lo que el torneo finalmente generó tanto para el fútbol como para el país: ni uno ni otro conservan aquella experiencia entre las más añoradas. 

Así las cosas, Messi encuentra allí el espacio más amable para desandar sus últimos años como futbolista profesional, premisa que aclaró con explicitud en entrevistas: la necesidad de bajar la intensidad de las competencias y los compromisos. Más aún después de haberse sacado presiones con la Copa América y el Mundial a la orden de Argentina. 

Pero sucede que en un lapso de tres años, Estados Unidos será sede de los tres torneos más importantes a los que el Messi de hoy puede aspirar: la Liga de Campeones de la Conmebol, la Copa América y el Mundial. Tentaciones a la vuelta de casa para que el mejor siga escribiendo su historia. (www.REALPOLITIK.com.ar)

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