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Como contra Arabia, la Selección perdió sin estar preparado para ello. El efecto refundador que debe generar la derrota ante Uruguay.
Argentina pierde contra Uruguay seis días antes de que se cumpliera un año del debut en Qatar 2022, hasta entonces su última derrota. Aquella vez, la Selección llegaba al Mundial con un invicto récord y jamás estuvo en sus cavilaciones caer ante Arabia Saudita.
Ese traspié, como se sabe, generó mucha zozobra, y Argentina pudo reponerse de esa bruma recién a los 20 minutos del segundo tiempo en el partido ante México. Una maniobra mágica de Lionel Messi en un momento crítico desató todos los nudos hacia la consagración, que igualmente estuvo minada después de otras situaciones límites.
En esta ocasión, claro, el escenario es completamente distinto. Es cierto que la Selección se arquea ante una derrota que lo estremece: a diferencia de lo que ocurrió contra Arabia, Argentina fue superado por un equipo que buscó imponer sus condiciones. Marcelo Bielsa, el DT al que peor le fue con Argentina en un Mundial, encontró el cerrojo para amarrar a la campeona mundial. La victoria de Uruguay nunca fue materia de objeción y quedará para el recuerdo de los futboleros la noche de Darwin Núñez, Federico Valverde y Ronald Araujo en La Bombonera
Sin embargo, el resultado resuena como una cachetada en el orgullo de un equipo que se sentía invencible. Dicho esto sin sorna: de Doha, Argentina se trajo una copa y dejó un lastre denso, la pesada herencia de frustraciones acumuladas. Frustraciones futbolísticas y personales; deportivas y sociales.
El Mundial se enhebra con la Copa América y la Finalissima en una saga histórica e inédita: nunca había ocurrido algo semejante. La Selección podría quedar afuera del próximo Mundial, incluso en esta eliminatoria de ganga en Conmebol (clasifican seis de diez y un séptimo juega repesca) y nadie podría objetarle nada a esta generación. Claro que los fracasos también se miden en resultados, aunque es imposible imaginar un desenlace tal.
Desde antes de Qatar, Lionel Scaloni sabía que iba a continuar más allá del Mundial. Por eso, en la ventana eliminatoria de abril de 2022, el DT dinamizó el Operativo Europibes para blindar a entonces siete sub18 con nacionalidad o ascendencia argentina pero formación al otro lado del Atlántico. Muchos leyeron positivamente esta anticipación de Scaloni, quien vio a la Selección de cara a la otra Copa del Mundo, la del 2026.
Pero las mieles de Qatar cambiaron el panorama. Argentina enfrenta una eliminatoria que le da boletos a prácticamente siete de sus diez competidores. Y encima tuvo un gran arranque de cuatro triunfos sobre cuatro partidos. Todo eso contribuyó a un clima festivo: la Selección jugando para exhibir su parche dorado en el pecho ante sus rivales y las tribunas, un fandom alrededor de los Globbetrotters del fulbo universal. ¿Cómo privarnos de eso a quiénes jamás vimos algo similar en nuestro país?
Días antes del partido, Lionel Scaloni fue consultado en conferencia de prensa por la posibilidad de convertir a los clubes argentinos en sociedades anónimas. El tema se había instalado por la sugerencia que Mauricio Macri le habría hecho a Javier Milei luego de que se oficializara el vínculo electoral entre ambos. A poco de las elecciones definitivas, Scaloni eludió la respuesta con un gesto de fastidio. Las reacciones fueron sintomáticas del termómetro social, desde la aprobación por no entreverarse en una "pregunta política" hasta el abucheo por "no comprometerse".
Si ese contexto no ayudaba, el rival tampoco favoreció: le tocó en gracia Uruguay, probablemente la selección histórica mejor renovada postQatar. Y en pleno romance con el Modelo Bielsa, que suma a esta victoria contra Argentina la del partido anterior, en Montevideo, ante Brasil. La épica charrúa se reescribe entre medio de gigantes.
Como aquella derrota ante Arabia Saudita, la Selección recibe un sacudón inesperado pero en un momento prudente: al principio del camino, cuando todo está aún por escribirse. Scaloni y sus jugadores deben mirarse en el espejo de aquel debut fallido de Qatar para comprender que incluso los resultados adversos pueden dar sus frutos si son leídos correctamente.
Luego viene una parada brava: el Maracaná. Y, en el medio, las elecciones. Pasado ese tramo, vendrá un largo receso hasta la Copa América de junio y julio próximo, en Estados Unidos, mientras que las eliminatorias se retomarán recién en septiembre próximo. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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