
Interior
El pasado martes, la banda de Mataderos que está cumpliendo 35 años brindó su segundo concierto en el Cilindro de Avellaneda. Ya había estado el sábado, con entradas agotadas y este tenía el mismo color.
Desde muy temprano comenzó a llegar gente de todas partes del país. Abajo de las vías de la estación Kosteki y Santillán se podía ver la pasarela de puestos de bebida, comida, remeras, etcétera. Todo bajo el control de las hinchadas de Racing e Independiente. Así se estaba gestando la previa. La calle Sagol era la encargada de guiar la caravana de gente que se perfilaba para el sector “Campo”.
Había que pasar varios accesos que pasar hasta llegar al estadio. Además, la gente que vive alrededor del estadio recibía a los fanáticos con los brazos abiertos y muchos vendían comida y ofrecían sus casas para ir al baños o cargar el celular.
Una vez adentro de la cancha que inauguró Juan Domingo Perón en el año 1950, la gente empezaba a acomodarse en los sectores asignados y la agrupación “No me toques”, comandada por chicas organizadas para que ninguna sufra violencia de género, explicaban y concientizaban a la gente.
Casi promediando las 22.00 y después de escuchar buena música under como “Cabra da Peste”, “La Chancha Muda” y “La condena de Caín”, con el estadio totalmente explotado, las luces se apagaron y las pantallas se prendieron.
Las animaciones de dibujos se vieron reflejadas y Chizzo, Tete, Tanque y Manu salieron a escena para arrancar al palo con “Tripa y Corazón”, “A la carga mi rocanrol” y “Despedazado por mil partes”.
“Buenas noches Racing. Qué lindo tocar cerca de casa”, gritó Chizzo. Al toque le siguió "Detonador de sueños”, tema que le da nombre al disco del año 2002.
“Este barrio me hace acordar a muchas historias vividas acá muy cerca”, expresó el cantante, que recalcó ser hincha de Racing. Y el comienzo de guitarra dio a entender que se venía "El twist del pibe", uno de los mejores temas del clásico disco de la estrella del año 98.
“Para toda la gente que se vino de muy lejos y viene viajando, para ustedes: ¡Nómades!”, añadió luego, mientras las pantallas proyectaban unas gafas motoqueras recorriendo la ruta.
A todo esto, la gente no paraba de saltar y cantar. En el medio, se podían ver las banderas de los amigos de Mataderos que ilustran la tapa de los discos. Por otro lado, desde el mangrullo de sonido, donde se encuentra Gaby -el manager histórico de la banda- y toda su técnica, brindaban agua para que la gente pueda refrescarse.
“Parece un Caso perdido”, “Cuándo vendrán”, “Bien alto” y “En el baldío” mostraban que sería una noche totalmente de hits. “Le vamos a dedicar esta canción a nuestro amigo Santiago, que esta desde arriba iluminando el camino”, contaba Chizzo y así sonó “Para que yo pueda ver”.
El tema número doce fue el que quería escuchar todo el mundo, y es el que refleja la situación del país. Además, entre tema y tema, la gente acompañaba con cánticos tales como: “El que no salta votó a Milei".
Por eso, Chizzo exclamó: “Este tema es muy viejo, pero cuando lo escuchen se van a dar cuenta que parece muy nuevo”. Y así el estadio estalló con “Vende patria clon”, “Blues cardíaco” y “Llegó la hora”.
Entrando a la mitad del show, los de Mataderos bajaron un poco los decibeles y se despacharon con “La balada del diablo y la muerte”, que tuvo como invitado a Carlos Gardellini, guitarrista de la legendaria banda Vox Dei.
Ya llegando las 00.00, no pudo faltar el clásico “El juicio del ganso”, para que toda la gente se emocione cantando. “Qué lindo que está esto, amigos y amigas. Como esos viajes en ruta con toda la helada”, y así Chizzo dio la intro de “Corazón fugitivo”, “Canibalismo galáctico”, “El que me lleva” y “El rey de la triste felicidad".
Todavía quedaban clásicos y bastantes, como por ejemplo "La razón que te demora" y "La nave del olvido", con unas pantallas que dibujaban las ilustraciones de "Esquivando charcos" y las luces de "Pipo” le daban todo el color al escenario.
Tete, bajista de la banda, corría de lado a lado, y bajaba al campo para saludar a la gente en temas al palo como "Oportunidad oportuna" y "El ojo del Huracán".
Los últimos tres temas antes de los bises fue "Estalla", donde la gente armó un círculo de pogo gigante, y "Oscuro diamante". Ya para ese entonces, quien escribe estas líneas había pasado de estar en el medio, cerca del sonido, a estar casi adelante de todo contra la valla.
“El final es en donde partí”, daba señal de que ya quedaba poco. Y así la banda se despidió por tan solo diez minutos para volver con la popular "El revelde" y otra muy vieja, "El rito de los corazones sangrando", donde se reflejaba un corazón en forma de motor en las pantallas.
En ese marco, Chizzo anunció que se venía el fin: “Hemos rockeado como locos a pesar del calor”.
Otro invitado de la noche fue Willy Quiroga, bajista de Vox Dei, juntos interpretaron “Total qué”, de aquella banda. Según advirtió Chizzo, “no estaba planeado” pero aprovecharon la presencia del histórico músico en el lugar.
Para el cierre, sonó "El viento que todo empuja" para que se lleve todo lo malo. Y, como siempre les gusta, "Hablando de la libertad".
"Amigos, nos vamos, nos vamos. ¡Como siempre, gracias por venir!". Y así se vio reflejado en las pantallas toda la previa de la gente que se acercó a para ver el segundo banquete. Quedan dos más y hoy abren el show "Potreros", la banda de Matías Goncalves, hijo de Gaby, manager de La Renga y encargado de monitores, y la bella Wayra Iglesias, hija de Tete y sobrina de Tanque, bajista y baterista de La Renga. Prometen ser dos shows emotivos que ya agotaron todas las entradas. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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