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La India y su ordenamiento social por castas
El año pasado se convirtió en el país más poblado y ofrece índices que fascinan a economistas, aunque poco y nada de todo ese descomunal beneficio llega al conjunto de sus habitantes.
En 2023 pasado la India superó a China como país más poblado del planeta, una diferencia de 400 mil habitantes en más de 1400 millones que tienen cada uno, repartiéndose entre ambos un tercio de la vida humana del mundo.
Según el FMI, el Banco Mundial y organismos similares, la India es uno de los países económicamente más poderosos. Está en el podio de la producción internacional de leche, pimienta negra, tabaco, té, arroz y ganado bovino, por citar algunos. También es importante fabricante de software y medicamentos genéricos, y su industria cinematográfica (Bollywood, cruza de Hollywood y Bombay) maneja cifras similares a la estadounidense.
Su capacidad productiva y el consumo interno son las principales turbinas que motorizan el crecimiento indio. Es que su población descomunal es una lupa que todo lo agranda; lo bueno y también lo malo. Y ahí aparecen las cifras que no se cuentan tanto: el 80 por ciento de la población trabaja bajo el régimen del día a día (cobran el jornal sin aspirar a vacaciones pagas ni francos), sólo el 20 por ciento puede gozar de las precarias comodidades que ofrecen las metrópolis atestadas por los 461 grupos étnicos que habitan el país hace cinco mil años, la mitad de los niños sufre problemas de desnutrición y uno de cada cuatro indios vive en la absoluta pobreza.
Índices de un país que se maneja por estimaciones (el 80 por ciento vive en los campos, donde no llegan el agua potable, la luz, el progreso ni tampoco censistas y encuestadores) y que hizo de la desigualdad una identificación a partir del sistema de castas: la discriminación hecha tradición.
El hinduismo postula que cada casta procede de una parte del cuerpo de Brahma, dios creador. Y así como el codo nunca será rodilla, ni la pera tampoco costilla, un indio quedará atado por siempre a la clase que le haya tocado heredada.
A la cabeza de esta pirámide social se ubican los Brahmanes, que salen de la boca de Brahma y son sacerdotes, maestros o académicos. Los Shatrias, surgidos del brazo, tienen destino de funcionarios o militares. Del muslo emanan los Vaishias, por lo general comerciantes, artesanos o campesinos. Y los Shudras, creados a partir de los pies, están dedicados a servir, pues provenían de pueblos vencidos en guerras y esclavizados.
Pertenecer a una clase en la sociedad india no asegura demasiado, pero estar por fuera de ellas implica quedar relegado a lo más profundo de la miseria espiritual. Ese papel le toca a los Dalits, conocidos en Occidente como "los intocables". A la hora del reparto orgánico de Brahma, no les cupo a estos ni la uña encarnada del meñique. No vienen de ningún lado y nada les pertenece. Marginados de toda aspiración, viven de la limosna y caminan largos kilómetros en procura de agua, pues no se les permite usar la misma que las otras castas. Por supuesto, no tienen tele ni leen los diarios. Y jamás se enteran de los augurios de los organismos de crédito, quienes vaticinan otra década de crecimiento indio a tasas estratosféricas. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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