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La irrupción de Javier Milei causó un verdadero tsunami en la política y en la sociedad argentina. Con sus procedimientos autoritarios y desorganizados consiguió poner en terapia intensiva a una casta política que, sin pagar mayores costos, había conseguido superar la crisis del “que se vayan todos” de 2001.
Todos se ven cuestionados y afectados por el tsunami Milei. No queda en claro si conseguirá imponer un programa que se reformatea permanentemente después de cada derrota institucional, pero que tiene un fin preciso: el saqueo de la Argentina y la entrega del patrimonio a los grandes consorcios extranjeros y sus socios locales, con un altísimo costo social. El problema es que el estallido social no termina de cobrar forma ante la falta de liderazgos y el descrédito de una dirigencia que pretende, entre el silencio cómplice y algún tuiteó aislado, conservar lo que pueda de sus antiguos privilegios.
A Javier Milei no le preocupa el sufrimiento y el declive de capas cada vez mayores de la sociedad argentina. La inflación destruye lo poco que había podido sobrevivir del macrismo y el albertismo-cristinismo de los años previos. La pobreza y la indigencia se pronuncian cada vez más. No falta mucho para que el país quede convertido en una gigantesca villa miseria, con algunas burbujas de riqueza que evidencian la inédita desigualdad imperante.
Para los sectores más concentrados, Milei significa la posibilidad de realizar transformaciones estructurales en tiempo récord, que no podrán tener marcha atrás en caso de que salga eyectado. Para sus aliados es una bomba de tiempo, como lo expresó claramente Diego Santilli: "Si le va bien nos absorbe y si le va mal nos arrastra, estamos jodidos".
Esta disyuntiva ha llevado a que Mauricio Macri decidiera acelerar su estrategia de coparle el gobierno para tener su segundo tiempo, aunque sea desde las sombras. Pero no consigue quebrar al presidente, quien insiste en ofrecerle sólo cargos técnicos en segundas o terceras líneas. Si Macri accede terminará como furgón de cola de la suerte de Milei: será relleno de un éxito o víctima protagónica de su fracaso.
El ex presidente, si bien es consciente de los, no puede mantenerse al margen. Lo están dejando afuera de todos los principales negocios. Si el acuerdo se dilata, no le quedará nada para apropiarse. Para peor, Patricia Bullrich le divide al Pro, sobre todo a los sectores más duros que comienzan a sentirse mucho más cómodos en el contexto de La Libertad Avanza.
No por casualidad, el ex ministro de Macri, Pablo Avelluto, salió a destruir a la ministra de Seguridad. Pero su poder de fuego no asusta a nadie. La situación es compleja: difícilmente Macri pueda conseguir lo que desea en el contexto actual: ni compartirá el éxito de Milei ni zafará de repartir los costos.
¿Y Milei? La mayoría duda de que pueda superar la franja de marzo/abril sin que la acción popular desarticulada termine de poner su mandato al borde de la demolición. El problema es cómo intentará sobrevivir entonces, y cuál será el costo para las grandes mayorías, que en apenas dos meses de gobierno ya ha comenzado a experimentar su caída en un precipicio que parece no tener fin. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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