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Finalmente y tras una larga pausa, plena de incertidumbre, la UCR en su conjunto se decidió por dejar a un costado el papel de reparto y asumir un rol más estelar en la escena política nacional.
Luego de varias semanas de voces disonantes o poco coordinadas en su acción, desde el comité nacional, la convención nacional y los cinco gobernadores se decidieron a trazar una vía común para dictaminar acerca de las rutilantes normativas propuestas por el presidente Javier Milei, léase en buen romance al DNU y de un posible reintento de ley Ómnibus que, aunque recortada en su próximo ingreso al Congreso, promete generar mucha polémica.
No sorprendió tanto el retraso en esta respuesta institucional, pero tal vez sí cierta contundencia que explícitamente implica una directiva precisa para diputados y senadores que deben tratar al decreto con cierta brevedad en sendos recintos de debate.
EL FOCO SOBRE LOS TIEMPOS
El retraso se supone lógico por la sensibilidad tradicional del radicalismo en no querer apurar los tiempos de un gobierno que recién asume y no ha llegado a los cien días de gestión, aunque también hay que señalar que el nuevo inquilino de la Casa Rosada pateó el tablero con medidas de shock y practicamente inabarcables en su estudio, con centenares de artículos que hacen volar por los aires normativas meditadas durante años.
Asimismo, la otra tradición radical la de ayudar a quien ganó o dotarlo de herramientas contrastó con el criterio de asumir con responsabilidad un análisis que contraste la propuesta del actual oficialismo con la doctrina del partido de Alem. Y esto era motivo de confusión permanente a partir de las lágrimas del jefe de bloque de diputados nacionales, Rodrigo De Loredo.
En resumidas cuentas, tanto el comité nacional, a cargo de Martín Lousteau como la convención, bajo la custodia de Gastón Manes exhortaron a defender los principios del radicalismo y enumeró los más prioritarios: desde la defensa de la división de poderes, la preservación del poder adquisitivo de jubilados, la autonomía provincial (tan polémica en los últimos días), resaltar el valor de la educación pública y promover una actualización de las relaciones laborales sin perjudicar derechos adquiridos.
Son escasos los puntos esgrimidos, aunque vale decir que concentran una masa crítica importante para futuros debates y, además, significan una gran prueba del consenso que involucra a la máxima cantidad de protagonistas que, coyunturalmente, mueven a la acción del centenario movimiento político.
CONSENSO VITAL
El consenso fue vital como herramienta y como polea de transmisión hacia los legisladores, quienes, justamente ante la falta de una postura se veían, como De Loredo, con la libertad de tomar decisiones de espaldas a los órganos partidarios.
La publicación de este comunicado fue recibido muy positivamente por afiliados y militantes, aún hasta los más disidentes con el oficialismo interno al punto de exponer en distintas redes de mensajería que “era lo que veníamos reclamando” y que “ahora nadie puede hacerse el distraído ni tirar la piedra escondiendo la mano”.
Muchos comentarios de estas características estaban dirigidos no sólo a De Loredo, sino al diputado por CABA, Martín Tetaz, quien había manifestado su conformidad en un “noventa por ciento” con el contenido del DNU y que, ahora, tras la postura asumida debería reducirse a cero.
Es que, en cierto sentido, el documento partidario que se conoció hace muy pocas horas fue tomado como una señal que anticipa un posible rechazo al DNU que se viene analizando en todos sus detalles por la bicameral que prevé la carta magna.
Una postura de estas características, sumado a la condición de un radicalismo que es “árbitro” en esta contienda legislativa, pone en peligro no sólo al DNU y al futuro de la nueva ley Ómnibus, sino que pone en duda el posible Pacto de Mayo por el cual el presidente Javier Milei apostó a un pleno con su mensaje de apertura de sesiones ordinarias.
La satisfacción de los encumbrados dirigentes partidarios fue que, de a poco, la posición del radicalismo generó agenda. La suficiente como para esperar futuras respuestas tanto de la Casa Rosada, como así también de medios afines al oficialismo. Es por eso que no se sorprenden si arrecian las críticas o las presiones por una actitud díscola de la UCR hacia los planes del gobierno.
Da la impresión que un documento y una pequeña acción coordinada configuraron una nueva escena y representa una recuperación de terreno, saliendo del pantano confuso en que se encontraba esta organización partidaria. Algo así como “ponerse los pantalones largos” ante tanta incertidumbre y pesimismo de militantes y ciudadanos independientes por un partido que se encontraba apenas con el motor encendido. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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