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31 de marzo de 2024 | Opinión

A once años de la gran inundación

La Plata es un gran bañado de cemento donde el riesgo se gestiona “para la foto”

A once años del temporal que dejó al menos ochenta y nueve víctimas fatales, la inundabilidad de la ciudad de La Plata aún hoy se resuelve en “la foto”. 

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por:
Leandro N. Moreno

El 3 de abril de 2013, el entonces intendente Pablo Bruera presumía por Twitter la ayuda a los inundados, siendo que su presencia física vacacionaba en Brasil. Desde entonces hasta hoy, la gestión del riesgo (personal) en la gestión pública mantiene sus puntos de contacto.

El riesgo se gestiona en la foto. El alcance de la apreciación no va mucho más allá de la literalidad que reviste; porque desde Pablo Bruera a la gestiones contemporáneas, la premisa ha cambiado de matices pero no en su cuestión de fondo: Al día de hoy, cuando llueve profusamente en La Plata -y se desbordan los arroyos, se inundan las casas, las calles se convierten en ríos, y la población no accede a información oficial para salvaguardar su integridad. Los funcionarios locales se apersonan frente a una mesa digital e inteligente del Comité Operativo de Emergencias Municipal (COEM), para el retrato oportuno de cuerpos secos y la preocupación impermeable. Ocasión inmejorable que se ha aprovechado cada vez que azotó un temporal, para mejorar la imagen con imagen.  

Las tormentas de grandes magnitudes, que desde la gran inundación se vienen registrando, han demostrado que la mesa digital en cuestión no resuelve los asuntos pendientes en materia de obras hídricas, ni el saneamiento de zanjas y arroyos, ni los sistema de alerta temprana, de modo de volverlos efectivos. Ni los planes de evacuación, ni los centros de refugiados, ni los corredores seguros… O será tal vez que los manuales del dispositivo architecnológico llegaron en un idioma indescifrable. 

En los atardeceres del lunes 18 y el martes 19 de marzo de 2024, los ciudadanos de La Plata recibieron el hostigamiento de tormentas que, estacionadas en el territorio, arrojaron ingentes cantidades de agua sobre las calles, causando anegamientos e inundaciones. Al respecto -de manera previa y como es habitual-, la dirección de Hidrometeorología de la  municipalidad informó vagamente sobre la llegada de precipitaciones de “variada intensidad” y la vigencia del nivel de atención del riesgo (NAR) naranja, a través de X (ex Twitter), por caso su canal de comunicación único y dilecto. 

De manera particular, la tarde noche del martes 19 azotó a la ciudad con dos tormentas cuantiosas que reavivaron -tal vez como nunca antes- los fantasmas del 2 de abril de 2013: inundadas calles y domicilios, paralizada parcialmente la plata de YPF y con vastas zonas sin suministro eléctrico, no tardaron en circular los videos de ríos urbano transportando autos, y vecinos practicando maniobras de autorrescate, además de un incuantificable tráfico de información al respecto de centros de evacuados, tareas asistenciales y solicitudes de donaciones, de procedencia incomprobable. 

En ese marco, la ausencia de comunicaciones oficiales (que se mantuvo hasta la medianoche) representó un claro riesgo para la población que -además de no contar con información precisa y fidedigna- se enfrentaba al peligro si se presentaba la necesidad inminente de salir de los hogares o lugares de guarecimiento, para llegar a refugios improbables. 

En ese marco, la ausencia de comunicaciones oficiales (que se mantuvo hasta la medianoche) representó un claro riesgo para la población que -además de no contar con información precisa y fidedigna- se enfrentaba al peligro si se presentaba la necesidad inminente de salir de los hogares o lugares de guarecimiento, para llegar a refugios improbables. 

La municipalidad de La Plata emitió un comunicado recién a la medianoche informando un estado de situación meteorológica, recomendaciones para los vecinos, y poniendo a disposición un “Mapa del Riesgo” para que se conozcan los  “accesos y egresos más efectivos para asistencia o evacuación, las zonas con mayor peligrosidad y la cuenca de incidencia de cada localidad”. 

Para entonces, el peligro en la vía pública había disminuido considerablemente, las calles devenidas en ríos habían drenado, y la mayoría de los habitantes descansaban a duras penas entre el desamparo y la angustia de las tormentas anunciadas para el día siguiente. 

Además, el informe ofrecía una serie de vías de comunicación, entre las cuales se destacaba la Línea 147 para atención al vecino. Vale consignar, los operarios de esta línea consultados en los momentos “clave” del temporal, tampoco contaban con información oficial que indicara cómo protegerse a los ciudadanos.

En las primeras luces de la mañana del miércoles 20, la única institución regional que pareció actuar de manera “espabilada” fue la Universidad Nacional de La Plata, que dio a conocer de manera temprana las facilidades académicas para estudiantes, docentes y nodocentes, con justificación de inasistencias y la recomendación de no salir de los hogares. 

En tanto -en el contexto de un NAR que pasaría de Naranja a Rojo y precipitaciones severas anunciadas para toda la jornada- el gobierno de la provincia de Buenos Aires -como aferrado de una manera irracional a la premisa de “ni un día de clases menos”- no daba indicación alguna sobre cómo proceder con los establecimientos educativos, muchos de los cuales se encontraban inundados, y otros tantos abiertos con planta docente reducida. Recién se suspendieron las clases pasadas horas del mediodía, cuando las principales tormentas que acompañaron el horario escolar habían amainado. 

Con el correr del temporal -en orden con el espíritu de “La Foto” en cuestión- el devenir de la información oficial estuvo centrada en la actividad de asistencia y monitoreo que llevaron adelante funcionarios de primera línea de la órbita municipal y provincial (por caso el propio gobernador y el intendente) quedando en un segundo plano los procedimientos para la prevención del riesgo, el estado de situación de ciudadanos inundados o evacuados, las vías de comunicación para la gestión de la emergencia, o los reportes meteorológicos oportunos. 

A las claras, esta condición -la de la foto, la de la gestión desesperada para salvaguardar la buena imágen de los gobernantes más que para atender las necesidades de los ciudadanos- es una realidad naturalizada tanto en la función pública como en la ciudadanía.

Situaciones como las descriptas se dieron en espejo en todo lugar del AMBA donde se afrontara una situación de riesgo hídrico, producto de los temporales que imperaron en estos días. La contracara de esa “foto” mostró una ciudadanía desamparada, afrontando la contingencia de una manera indigna.   

En esta línea, a once años de la inundación que dejó al menos 89 muertos en la ciudad de La Plata, se demostraron más avances en estrategias de márketing y posicionamiento político, que en el ejercicio de políticas por el bien común y la seguridad de los habitantes.  

 

(*) El licenciado Leandro N. Moreno es periodista en Radio Universidad Nacional de La Plata. director en Clip Urbano, Clip Urbano Salud y Agencia Periodística de la Calle.


ETIQUETAS DE ESTA NOTA

La Plata, Pablo Bruera, Leandro Moreno

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