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25 de abril de 2024 | Historia

1917

La disolución del Imperio Ruso tras la Revolución de Octubre

Una vez concretada la toma del poder, el primer objetivo de Lenin era lograr que el gobierno revolucionario pudiera consolidarse ampliando sus bases de autoridad y recreando legitimidad allí donde todavía la doctrina bolchevique no se había enraizado, es decir, en el mundo rural.

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por:
Alberto Lettieri

Su desvelo era que su gobierno no fuera una experiencia efímera y desintegradora como lo había sido el gobierno de la Comuna de París en 1870. El pueblo ruso deseaba la paz a cualquier costa y ésa fue la primera tarea que encaró el gobierno revolucionario. Pero su acción no podía culminar allí; el antiguo imperio zarista comprendía territorios bastante disímiles, muchos de los cuales no tardaron en aprovechar la circunstancia de debilidad del gobierno central para proclamarse independientes, éstos fueron los casos de Georgia, Azerbaiján y Armenia. En este último caso también se trataba de una cuestión de dignidad, ya que durante la Primera Guerra Mundial, el gobierno ruso no había podido evitar la matanza de un millón y medio de armenios en manos turcas, episodio que constituyó el primer genocidio del siglo XX.

Las tratativas de paz con Alemania resultaron ser bastante deshonrosas y unilateralmente beneficiosas para el país vencedor. Rusia se declaraba incondicionalmente derrotada y mediante el Tratado de Brest-Litovsk perdía los territorios de Polonia, las provincias del Báltico, Transcaucasia, y se declaraba la independencia formal –aunque en la práctica quedaron bajo la protección del gobierno alemán hasta la finalización de la Primera Guerra– de los territorios de Ucrania, Finlandia y Moldavia; también los turcos obtuvieron como recompensa una franja limítrofe. El monto de las indemnizaciones que debió pagar Rusia fue muy costoso, sobre todo para una economía destrozada. Rusia lograba conseguir la paz deseada pero reducía su imperio al territorio de Rusia y algunos espacios geográficos menores. Su plan de paz estaba orientado por necesidades políticas, pero también por la idealización del pacifismo y la fraternidad universal que propiciaba la teoría marxista. A raíz de la firma del tratado de Brest-Litovsk, los aliados socialrevolucionarios de izquierda partieron la coalición de gobierno. De esta manera, el Partido Bolchevique quedó como único partido gobernante. Pero en su interior también se produjeron conflictos, porque quien tenía a su cargo el Ejército Rojo, Trotsky, tenía una visión opuesta a la de Lenin respecto de las condiciones de paz y cesión de territorios. En última instancia, prevaleció la idea de entregar todo a cambio de la paz.

El flamante gobierno no tuvo respiro. Pronto estalló la guerra civil encabezada por los partidarios de la monarquía. La guerra se extendió desde julio de 1918 hasta finales de 1920 y contó con el tardío y débil auxilio de la intervención extranjera. Las tropas reaccionarias, conocidas como el Ejército Blanco, esperaban encontrar más eco internacional que el que verdaderamente tuvo. Los países vencedores de la Primera Guerra Mundial inicialmente consideraban que la revolución rusa se agotaba en sí misma, que su poder iba a ser socavado rápidamente, pero por sobre todo estaban aún más preocupados por destruir definitivamente a Alemania que por los sucesos rusos que parecían tener un tinte más nacional. Sin embargo, para 1919, las economías capitalistas comenzaron a preocuparse por los efectos que había tenido la revolución rusa sobre los movimientos obreros europeos y la emergencia de la idea de revolución a escala continental.

Tropas norteamericanas, francesas, inglesas, japonesas y hasta suecas arribaron a los límites geográficos de Rusia para combatir con el Ejército Blanco. Éstas no propiciaron demasiada ayuda al bando blanco, ya que al desgaste de la recién terminada guerra mundial se le sumaba que los soldados no fueron proclives a luchar por una causa que ni siquiera comprendían y que parecía muy ajena a sus vidas. En la práctica, la ofensiva de la reacción quedó en manos exclusivas de los nacionales. Éstos esperaban contar con el apoyo campesino, sin embargo esto no ocurrió, puesto que si bien la masa campesina no era favorable a los bolcheviques, tampoco deseaban regresar al antiguo régimen. Solamente los kulaks fueron favorables al bando blanco pero su apoyo no alcanzó para superar al Ejército Rojo.

Durante la guerra civil, el país estuvo gobernado por una oficina política del Partido Comunista, conocida como Politburó, la cual se integraba por cinco agencias de gobierno: la Jefatura de Estado –ejercida por Lenin– la cual se fusionaba con la autoridad del partido, un comisariado del pueblo, el Ejército Rojo comandado por León Trotsky, y un virtual Ministerio del Interior, al mando de Stalin. Fue durante el conflicto interno cuando, temerosos de conspiraciones y traiciones, comenzaron las primeras persecuciones, la limitación a la libertad de prensa y de expresión, la proscripción de todos los partidos políticos, a excepción del Partido Bolchevique, instalando así un sistema de partido único.

La repercusión de la revolución soviética en los núcleos socialistas europeos fue extraordinaria. Para los partidarios del marxismo no había posibilidad de que la revolución rusa sobreviviera si no se extendía a una revolución de tipo continental, como primera escala para una revolución mundial. Estaban doctrinariamente en lo cierto; Karl Marx había establecido que la revolución proletaria iba a producir un efecto dominó, ya que no era posible la supervivencia de un país socialista en un mundo capitalista. Sobre esta idea, la difusión de movimientos insurreccionales se regó por toda Europa y el miedo del mundo capitalista adquirió ribetes altamente reaccionarios.

Los enfrentamientos nacionalistas se solaparon. Rusia debió combatir contra Estonia y Letonia, en 1919, y con Polonia al año siguiente. Las fricciones con este último se originaron por los territorios de Ucrania y pese a lo que todos auguraban, las tropas polacas vencieron al Ejército Rojo; como consecuencia de esta guerra, Rusia perdió Bielorrusia y una porción de Ucrania. Sin embargo, la extensa movilización de tropas soviéticas había dejado como saldo un cuerpo militarizado formado por cinco millones de soldados, disciplinados y convencidos de la causa revolucionaria. Este cuerpo pasó a formar parte de una burocracia estatal, nucleado bajo la nueva denominación del partido bolchevique: el Partido Comunista. Ésta era su fortaleza.

Su debilidad, en cambio, era que la guerra había desmembrado al viejo imperio y los vencedores de la guerra se aprontaban a crear un cordón sanitario que evitara el contagio socialista hacia el occidente. Para ello fortalecieron a las regiones que prestaron oposición a la revolución bolchevique: Finlandia, Polonia, Rumania y Besarabia; además crearon tres nuevas repúblicas en la región báltica: Letonia, Estonia y Lituania. La revolución se circunscribía entonces a una unión de repúblicas y a un puñado de provincias, la mayoría de las cuales pertenecían al Asia Central que tenían significancia vital para los comunistas por poseer gran riqueza agrícola: Turkmenistán, Kazajstán, Uzbekistán, Tadjikistán y Kirquisistán; las cuales, bajo la órbita de la república rusa, conformaron la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Fortalecer la revolución implicaba organizar en una unidad política a este conjunto de pueblos con disímiles características étnicas, nacionales y religiosas.

Para ello los soviéticos organizaron un poder centralizado compuesto por un Soviet Supremo, dividido en dos cámaras donde, imitando la fórmula de representación occidental, una representaba proporcionalmente a la población y la otra, a las repúblicas integrantes de la Unión. Las Cámaras elegían un Presidium que ejercía el poder ejecutivo de la mano del Partido Comunista. La autonomía de las repúblicas era sólo nominal pues en la práctica, dependían de las directrices emanadas del gobierno central. La Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría le darían una nueva chance para incorporar nuevos países a la URSS y para recrear un sistema de países satélites dentro de la órbita de Moscú. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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