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UCR
Abad quiere ser el “empleado del mes” de los gobernadores y Lousteau retiene el poco poder que le queda
Es muy impactante la imagen de los últimos días en los cuales aparecen juntos en una foto institucional los senadores nacionales y colegas de bancada en la UCR Martín Lousteau y Maximiliano Abad.
Tanto Martín Lousteau y Maximiliano Abad comparten su rol de dirigentes en el centenario partido donde el primero está a cargo del comité nacional y el otro sigue al frente del comité provincia.
También comparten la estela de la fuerte crítica por la actitud de sus correligionarios en la Cámara de Diputados ante el tratamiento de la ley Bases” o ley Ómnibus reducida, como se le suele llamar. En este sentido, tanto quienes levantaron la mano para la aprobación como aquellos que se abstuvieron fueron funcionales a la postal del primer triunfo político del presidente Javier Milei. Al menos así truena por las calles la producción discursiva del mundo militante progresista.
El impacto de la imagen también se expresa a través de las necesidades de recorrer caminos distintos, también con destinos distintos en lo personal, pero también marcando objetivos distintos.
Lousteau, con mucho esfuerzo quiere demostrar que hacer una oposición razonada sobre ciertas políticas públicas como inversiones, energía o educación, no es hacer “kirchnerismo implícito”, como le cargan a su cuenta los gobernadores de boina blanca.
Hay en esto último un juego de ciertas hipocresías, dado que el actual jefe nacional del partido fue funcionario de Cristina Fernández de Kirchner y mentor de la famosa resolución 125. No obstante, quien más le reprochó su nostalgia por los K fue el gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo, que también fue de la aventura de haber formalizado una alianza junto con Julio Cobos para que el kirchnerismo iniciara un proceso de reelección.
“MAXI”, EMPLEADO DEL MES
Más allá del anecdotario espontáneo y volviendo a Lousteau, éste se enamora de su ventaja comparativa sobre Abad y es la de generar expectativas en los medios y en el mundo político en general, mientras que el titular del comité provincia, con mucho camino por recorrer, optó por otra salida, por supuesto, muy ligadas a su futuro personal.
Ocurre que “Maxi” viene de las penumbras del “limbo” que le marcó su abstención en la sesión en la que se rechazó el DNU.
Ese aislamiento que sufrió por las lógicas consecuencias de no definirse en favor o en contra de una ley y menos sobre un rumbo claro de lo que será su senaduría le provocó serios costos políticos, que se incrementan para cuando deba abandonar el sillón del comité provincia.
Por tales motivos, ahora eligió ser “el empleado del mes” del consorcio de los gobernadores radicales que compiten y fuerte por marcar su agenda y expresar a viva voz que constituyen el ejercicio real del poder partidario y que el comité nacional, sin ser una formalidad, no es el interlocutor más válido con el gobierno nacional.
Es por eso que durante los últimos días Abad se esforzó y mucho en hacer convocatorias amplias de debate sobre la ley Bases y sobre otras cuestiones preocupándose por ser atendido por los mandatario provinciales.
Estos no ven con antipatía la conducta del marplatense, pero también le recuerdan siempre que puedan su actitud abstencionista de hace unas semanas y le marcan la cancha avisándole que deberá hacer muchos méritos para ser tenido en cuenta. Para empleados, ya cuentan con un conglomerado de legisladores en el bloque radical y que suelen ser muy eficientes y excesivamente confiables.
Por ahora, los mandatarios le reservaron el “furgón de cola” del tren que conducen y Abad lo aprovechará. Dependerá de su astucia poder promover de nivel como en los videojuegos, tal vez para soñar con presidir el bloque en el día de mañana. Para ello, sabe que debe mantenerse fuertemente unido a la alianza mayoritaria que quiere perpetuarse en el dominio del comité provincia. Si logra tal cometido podrá mostrar una importante puerta de entrada al empoderado directorio de los gobernadores como para avanzar con una conducción partidaria nacional, tal vez en cabeza del mandatario correntino Gustavo Valdés.
En tanto Lousteau -que al igual que Abad es un legislador “sin tierra”- va por otro camino y está necesitado de reforzar su propio poder que, de por sí, no le alcanza siquiera para gozar de un liderazgo que es constantemente desafiado por los gobernadores de su color partidario.
Lousteau está cada vez más alejado de una situación de ascendencia sobre quienes él prohijó para que hoy sean legisladores o dirigentes de amplia inserción en la vida política. Desde un Rodrigo De Loredo, pasando por Martín Tetaz y Danya Tavella, quienes agradecen al economista su apoyo, pero ahora juegan su propio juego. Sabe que tiene que hacer un fuerte operativo de “retención” con sus correligionarios de la línea Evolución pero a costa de un incesante y tedioso esfuerzo.
Lousteau se acercó a las figuras de los históricos Federico Storani y Juan Manuel Casella, pero éstos, si bien suman con su crédito histórico, no cuentan con acciones cotizables, por caso, cargos partidarios formales, ni mucho menos legisladores.
Le resultaría tentador conversar con Gustavo Posse, ex intendente de San Isidro, quien está dispuesto a sumar su capital en ese distrito y en varios comités de la primera sección a cambio de un fuerte apoyo que le permita recuperar el municipio que condujo durante décadas.
Y el senador porteño también está apuntando al inmenso ejército de intendentes radicales aunque en algunos casos el diálogo será de estilo muy diplomático, por ejemplo, si decide el inicio de tal recorrido por el foro de intendentes bonaerenses que está plenamente dominado por el exvicegobernador Daniel Salvador.
Lousteau no la tiene fácil en su intención de mantenerse, aunque tiene importantes opciones para su ambición como pueden ser la difícil reelección en su banca y prepararse para una dura pelea por la conquista del gobierno porteño contra su ex socio del Pro, Jorge Macri.
No es poca cosa en los tiempos que hoy corren dominados por una grieta entre libertarios y kirchneristas que prometen llevarse todo.
Lo cierto es que tanto Lousteau como Abad, por el momento, estarán unidos por una votación en general afirmativa hacia la ley Bases y, también en función de esta grieta, están vulnerables a la amenaza del encasillamiento que los ubicará en perspectiva histórica como colaboracionistas de un régimen oficialista que detesta, justamente, al radicalismo. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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