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Una tragedia familiar ha sacudido a la provincia de Formosa, donde un niño de siete años se encuentra atrapado en medio de una disputa legal y emocional entre sus padres. La política provincial, en el medio.
Todo comenzó en noviembre de 2021, cuando la madre, residente en Santiago del Estero, permitió que su hijo de entonces cuatro años pasara un fin de semana con su padre, Juan Carlos Hurtado, en Formosa, con la esperanza de reavivar el contacto familiar que había sido dificultado por el confinamiento pandémico.
Sin embargo, lo que debería haber sido un encuentro familiar pacífico se convirtió en una pesadilla cuando el padre decidió retener al niño, rompiendo el acuerdo previo de devolverlo a su madre. Esta acción unilateral fue seguida por una carta documento que prohibía a la madre llevarse al niño, sumiéndola en una angustia inimaginable.
El padre, quien trabaja en el club San Martín y tiene conexiones estrechas con el gobernador Gildo Insfrán, es acusado de utilizar su influencia para mantener al niño alejado de su madre, ignorando sus derechos legales y causando un sufrimiento indecible a la familia.
A pesar de los esfuerzos de la madre por recuperar a su hijo a través de vías legales, ha encontrado poco apoyo por parte de las autoridades, quienes parecen haberse desentendido del caso.
La situación se complicó aún más cuando el padre presentó una denuncia de abuso sexual contra la actual pareja de la madre, una acusación que la madre sostiene como un ardid legal respaldado por influencias políticas. Sin embargo, al tiempo, la Justicia descartó el abuso sexual.
La Justicia parece estar estancada, con la jueza del caso posponiendo decisiones cruciales y negando incluso la visita de la madre al niño en el juzgado de familia de Formosa. Las autoridades han llegado incluso a sugerir que la madre abandone la provincia para resolver el conflicto, una idea que ha sido recibida con indignación y desesperación por parte de la familia.
El expediente judicial, que cuenta con casi mil páginas, refleja un panorama confuso y cambiante, con testimonios contradictorios y cambios en las declaraciones del denunciante. Mientras tanto, el niño de siete años sigue atrapado en medio de una tormenta legal y emocional, sin poder reunirse con su madre y sin saber cuándo terminará esta pesadilla. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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