Judiciales
Con los mismos ideólogos de la derrota
Onanismo intelectual: Se lanzó la nueva “Carta Abierta”
Este fin de semana, en la Universidad de Lanús, tuvo lugar el Tercer Plenario de Pensamiento Nacional-Popular, con el slogan “Para pensar la patria”.
La convocatoria incluía la siguiente declaración: “Estamos atravesando un momento crítico. A seis meses de su asunción, el presidente Javier Milei -que se había presentado como un experto en crecimiento económico con y sin dinero- aumentó la pobreza, la indigencia y la desocupación de nuestro pueblo. No obstante, su gobierno conserva cierto apoyo social y nos plantea el desafío sobre cómo encarar esta etapa”. No muy original, por cierto; a punto tal que pasó casi desapercibido.
Desde un primer momento hubo marcadas de territorio y confirmación de kioscos. El rector Daniel Bozzani, reclamó la conducción de la nueva movida: “Nuestra universidad es una referencia en el pensamiento nacional, así que estamos más que conmovidos por esta participación y decirles que abrimos la universidad porque la universidad tracciona el pensamiento crítico y las nuevas ideas que hoy son urgentes”.
Entre los casi setecientos pensadores, artistas y comunicadores, se contaban los conocidos de siempre, muchos de los cuales hicieron uso de la palabra, como Luis Bruschtein, Ricardo Forster, Víctor Hugo Morales, Carmen Arias, Atilio Boron, Gils Carbó, Liliana Herrero, Teresa Parodi, Diego Hurtado y Araceli Bellota, entre otros. Quienes también dijeron presente pero no hablaron se contaron el intendente Julian Álvarez, Pedro Saborido, Javier Balza, Rocco Carbone, Natalí Incaminato, Roberto Salvarezza, Delfina Rossi, Cynthia García, Artemio López, Florencia Saintout, Marina Glezer, Carlos Barragán, Liliana Mazure, Américo Cristófalo, Diega Belcol, Carlos Rozanski, Marita Soto, Amado Boudou, Marcelo Figueras, Valentina Castro, Daniel Rosso y Cynthia Ottaviano, entre otros. Todos ellos padres y madres de la derrota en la tan promocionada “batalla cultural” de la década pasada.
Por si faltara algún ingrediente para provocar el espanto el cierre estuvo a cargo del diputado nacional Máximo Kirchner, quien convocó a hacer todo lo posible para que el RIGI no "pase por el Senado”, y también confirmó que el cristinismo se ha convertido en una expresión política estrictamente bonaerense. “Tenemos que abocarnos en serio a la defensa de la provincia de Buenos Aires, porque es el objeto de deseo, el último bastión electoral del peronismo”, enfatizó.
Las intervenciones no tuvieron nada de original: sólo se limitaron a insistir con los viejos y oxidados discursos que terminaron con la victoria de Javier Milei: consignas sin atractivo para la mayoría de la sociedad; auto-elogios por la tarea desempeñada en el pasado; y la determinación de volver a ocupar un lugar de referencia intelectual y artística para el campo popular. Un objetivo muy lejano e imposible de cumplir.
“Arando el porvenir con viejos bueyes”, afirmaba en una mítica canción Silvio Rodríguez. Esa patética imagen es la que dejó el encuentro de Lanús. No la ven, no entienden las características, la profundidad ni la magnitud de los cambios experimentados por la sociedad argentina, y por la población planetaria en general, en la última década. Sólo les interesa conservar su kiosquito, sin advertir que iniciativas de esta clase, con las mismas caras del fracaso, sólo tendrán como resultado sellar el destino de lo que otrora fuera un gran movimiento de masas, para convertirlo en un Frepasito que a lo sumo pueda aspirar a alcanzar un 15 por cientode los votos.
Hace rato que Cristina Fernández de Kirchner viene tomando decisiones equivocadas, que no sólo potencian las chances de los adversarios del campo popular, sino que además fragmentan, fracturan y generan odios irreconciliables entre los que supieron ser aliados en el pasado. El paso del tiempo genera fatalmente un desgaste en la creatividad de los seres humanos, y Cristina no es la excepción: siempre insiste con las mismas fórmulas, y cuando en algo cambia es para conseguir peores resultados. Tal vez piense que todavía hay alguna chance de volver a aquel 2011, cuando obtuvo el 54 por ciento de los votos en primera vuelta. Pero la sociedad cambió, sus demandas son otras y el rechazo que genera una dirigencia que, sin distinción de signos políticos, es identificada con el fracaso y la decadencia, exige no sólo modificar las estrategias y propuestas, sino también el pase a retiro del coro de obsecuentes y escaladores al que siempre resultó tan afecta. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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