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Maxi Abad ensaya un manotazo de ahogado para entregarle el comité provincial a los libertarios
Con varios casilleros en retroceso en el juego de la interna radical bonaerense, Maximiliano Abad quiere proponer a su lugarteniente y coterráneo marplatense, el jefe del bloque partidario en diputados bonaerenses, Diego Garciarena, para competir por el comité provincia de la UCR.
Es esa tal vez su última carta para poder mantenerse en una mesa chica que durante más de seis años administró el poder del radicalismo provincial junto al entonces vicegobernador, Daniel Salvador; el entonces diputado nacional, Carlos Fernández; y Pablo Domenichini, hoy alejado de ese entorno tras haber formado la corriente Evolución en territorio provincial.
Totalmente desprestigiado tras la votación en favor de la ley Bases, salpicado por la causa de “Chocolate” Rigau y en el intento de entregar a la UCR a una alianza de derecha extrema junto a La Libertad Avanza y al Pro que sigue a Patricia Bullrich, el cuestionado Abad intenta una maniobra para retener el poco poder que le queda en el sillón máximo del radicalismo bonaerense.
Por el momento, y al decir de las primeras repercusiones entre las corrientes del oficialismo partidario, no cayó para nada bien esta expresión de deseos de Abad, máxime cuando se tiene en cuenta que la opción ya estaba prácticamente decidida entre el ex intendente de Trenque Lauquen, Miguel Fernández, y el actual diputado nacional, Fabio Quetglas. A este último tendría que darle explicaciones, dado que era uno de los elegidos por Abad para que salga a la cancha, pero repentinamente el actual senador nacional por el distrito bonaerense se decidió por su más preciado exégeta y operador en la Legislatura provincial.
A esta altura y para muchos correligionarios del centenario partido no quedan dudas que Abad intenta que el comité provincia sea un escenario de réplica de la alianza con el oficialismo nacional y da la impresión que ya ha prometido algunas garantías al respecto al gobierno de Javier Milei. Para eso rechaza de plano la posibilidad de colocar como sucesor a un “librepensador” y pretendería un escriba de sus apetencias de poder personal, dentro de las cuales estará asociarse a Patricia Bullrich en la empresa del proyecto libertario.
A Bullrich, claro está, le debe prácticamente su presente y llegó la hora de amortizar en cuotas el premio obtenido de su senaduría nacional y el primer pago fue el de un apoyo incondicional a la ley Bases y el segundo sería el de entregar en bandeja la historia del radicalismo, a través de Diego Garciarena.
Claro esta, entre los primeros obstáculos estará el de la discusión con Daniel Salvador y Carlos Fernández, para ver si son ellos quienes están totalmente de acuerdo con la proyección de un radicalismo como furgón cola de los caprichos del presidente libertario. Otro de los obstáculos también pasa por la capacidad de control que puede tener Abad sobre algo preciado de la estructura radical como es la representación legislativa y obviamente no hay una buena calificación al respecto.
La evidencia está en que un ex seguidor suyo, el platense Claudio Frangul, quien jugó varias internas para Abad, le partió en dos el bloque de Diputados y se encolumnó bajo las órdenes del diputado nacional, Facundo Manes, como referente de un radicalismo federal que aún se encuentra en etapa embrionaria.
En definitiva, Abad transita por un momento de tensión extrema, apuntado desde varios sectores, incluso quienes al día de hoy dudan de seguir acompañándolo para hacerlo socio del poder partidario provincial. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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