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30 de junio de 2024 | Nacionales

El punto fuerte de Milei

El laberinto del panperonismo

El camino de la reconstrucción del campo popular no es sencillo y está sembrado de trampas e intereses particulares que no sólo impiden su recreación, sino que también permiten darle mayor aire un gobierno nacional que encuentra más en la debilidad ajena que en la capacidad propia las claves para continuar con su vacilante gestión.

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por:
Alberto Lettieri

A Javier Milei y Luis Caputo no les va bien ni siquiera con los mercados ni con el FMI, que reaccionaron negativamente incluso después de la sanción de una ley Bases hecha a su medida, pero que consigue seguir adelante gracias a la la vocación cortesana de la UCR y las grietas que el panperonismo no consigue cerrar.

Durante la semana que pasó ese panperonismo celebró el encuentro impulsado trabajosamente por Guillermo Moreno, quien consiguió finalmente hacer coincidir en una misma mesa a buena parte de los economistas que representaron a las principales fuerzas del AMBA. De Miguel Ángel Pichetto a Juan Grabois, de La Cámpora a Axel Kicillof y el Frente Renovador, los enviados de espacios cuya reunión parecía inverosímil pudieron acordar algunos puntos básicos para la reconstrucción de la Argentina después de la catástrofe que está provocando conscientemente Milei, con el aval de un empresariado que está concretando fabulosos negocios y un conjunto de fuerzas políticas y mediáticas colaboracionistas que se limita a explotar la debilidad del gobierno para obtener grandes beneficios.   

Los puntos de acuerdo entre quienes participaron de la reunión, sobre la base de la reindustrialización y la necesidad de reconstruir una Argentina productiva poderosa, invitan a preguntarse por qué este entendimiento inicial pudo alcanzarse en la derrota y no durante la presidencia de Alberto Fernández, quien marchó sin rumbo, entre los dislates propios y las zancadillas ajenas. Aunque, de todos modos, resulta un paso inicial positivo aunque, por cierto, precario.

Sin embargo, parece ser que la voluntad de acordar no consigue trascender algunos puntos generales en materia económica, ya que su traducción al terreno político está muy distante. El próximo lunes 1 de julio, el gobernador Kicillof convocó a un acto para conmemorar el 50º aniversario fallecimiento del general Juan Domingo Perón. Era una oportunidad inmejorable e inmediata para avanzar en sentido de la unidad, pero resulta imposible unir por la fuerza a quienes no quieren convivir entre sí. Pichetto no piensa revisar, por ahora, su colaboracionismo militante con el gobierno de Milei, ni tampoco está dispuesto a olvidar las agresiones de La Cámpora que le llevaron a pegar el salto para convertirse, en 2019, en el compañero de fórmula presidencial de Mauricio Macri. La Cámpora sigue insistiendo en sus ataques constantes a Kicillof y al “kicillofismo” light que se organizó motu proprio, por lo que Sergio Massa –quien mantiene su alianza con Máximo y Cristina- encontró la excusa inmejorable para pegar el faltazo: "No queremos ser rehenes de tironeos internos, ni de unos ni de otros", sentenció un comunicado del Frente Renovador. Asimismo sostuvo que resulta inoportuno realizar un acto "para escucharnos entre nosotros", cuando debería haber "un ámbito que ordene nuestra acción frente al daño que produce Milei".

El problema de fondo radica en que Kicillof fue subido al ring por el gobierno nacional y su figura fue creciendo, a los tumbos, gracias a su decisión de tender redes y cerrar acuerdos básicos para avanzar hacia la "unidad y amplitud" de una alianza transversal para tratar de sacar a flote el Titanic argentino que ya impactó hace rato con el iceberg de Javier Milei. Pero, dentro del panperonismo, son muy pocos los que están dispuestos a sumarse a sus iniciativas, ya que tácitamente significaría reconocer su liderazgo. Estas actitudes resultan muy comprensibles desde la REALPOLITIK, ya que la emergencia de una nueva conducción implicaría simultáneamente firmar su propio certificado de defunción. Algo a lo que no están dispuestos a hacerlo, mucho menos con un referente que, claramente, no tiene un ADN peronista. Por eso apuestan a dilatar el entendimiento político, tal como lo expresa con nitidez el comunicado del Frente Renovador: "Creemos que no es momento de disputas internas sino de ser nítidos frente a la sociedad en el camino alternativo que proponemos".

Así las cosas, el principal beneficiario es el gobierno de Milei, ya que la ausencia de una oposición real sólida, con un programa alternativo y una estructura de conducción clara predispone a muchos gobernadores y legisladores propios a adoptar posiciones instrumentales para las políticas del oficialismo. Las tensiones y grietas internas son más fuertes que el rechazo a la gestión actual, y se seguirán imponiendo mientras las encuestas sigan otorgándole un amplio respaldo social al oficialismo. En esta coyuntura, la unidad del campo popular sólo podría llegar como consecuencia de una catástrofe terminal de la gestión actual, se hará de apuro y dejará muchos heridos y disconformes en el camino.

No se trata de hacer futurología, sino simplemente de aplicar la experiencia histórica. Mientras no se aprenda de ella y se la ponga en valor, sólo el camino de la derrota y de la atomización está asegurado. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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