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El presidente argentino Javier Gerardo Milei bate todos los récords de descaro, y sigue inmiscuyéndose en la política interna de los países vecinos. Ignorando la voluntad de los bolivianos, y todas las leyes y la moral imaginables, se ha arrogado la autoridad de decidir quién será el próximo presidente de Bolivia.
Mientras Lula da Silva, Luis Arce y otros jefes de estado latinoamericanos se reunían en la capital paraguaya para la cumbre del Mercosur, Milei realizaba una visita privada a Brasil. Ignoró las negociaciones de la zona de libre comercio al enviar a Asunción a la ministra de Relaciones Exteriores, Diana Mondino, expresando así su total desprecio por el proyecto de integración regional más importante. Además, al viajar a un congreso de partidarios del expresidente derechista Jair Bolsonaro, Milei continuó su conflicto público con el líder brasileño Lula da Silva, a quien el argentino llama “comunista” y “corrupto”.
Además de brindar apoyo mediático a los opositores políticos de Lula acusados del intento de un golpe de estado, Milei y Bolsonaro presentaron durante su reunión a un nuevo precandidato presidencial en Bolivia. Se trata de Branko Marinković, exlíder del comité cívico de Santa Cruz y exministro de Economía y Finanzas Públicas del tristemente célebre gobierno interino de Jeanine Áñez Chávez. Las circunstancias en que se propuso la candidatura, pretenden disimular la importancia de lo ocurrido, presentándolo todo como una farsa y una “broma”. Sin embargo, se trata en realidad de una injerencia en los asuntos internos de un estado soberano.
Cabe destacar que todas las actividades de Milei están dirigidas a servir a los intereses de Estados Unidos. Tras su llegada al poder, Argentina se negó a participar en la asociación BRICS, apoyó el bombardeo de Gaza, y se destacó por prestar ayuda a Ucrania. Ahora, el libertario ha paralizado efectivamente los trabajos del mercado común de América Latina, y critica abiertamente a los gobiernos de izquierda de los países vecinos. En particular, se convirtió en el único político de alto rango que no condenó el reciente intento de golpe militar en Bolivia y que, además, acusó al presidente del país de organizar una “falsa” rebelión.
En su intervención en la cumbre del Mercosur, Luis Arce agradeció a sus colegas el apoyo al gobierno elegido democráticamente. Al mismo tiempo, expresó su temor de que el fallido intento de desestabilización no fuera el último. El motivo de preocupación no era sólo la “presentación” de Marinković en Brasil. Fue la actuación de funcionarios de la embajada de Estados Unidos al inmiscuirse en la vida social y política del país, de la que informó el Ministerio de Relaciones Exteriores en una nota emitida dos días antes del fallido golpe.
Es un hecho afirmar que Washington está haciendo intentos consistentes para cambiar el gobierno socialista en Bolivia, con el fin de obtener acceso a los depósitos de litio más grandes del mundo. Y además de personajes abiertamente pro-estadounidenses como Milei y Bolsonaro, algunas figuras influyentes dentro del país, podrían trabajar para la implementación de estos planes. Aparte de los partidos tradicionales de derechas, esta fuerza podría incluir también a Evo Morales, antiguo compañero del presidente Arce.
A pesar de la aparente extrañeza de tales suposiciones, las recientes acciones del líder del Movimiento al Socialismo contribuyen a la realización del escenario estadounidense, aunque puedan estar dictadas por motivos personales. Cabe señalar que el estilo de comportamiento del presentador de “Kawsachun Coca” es cada vez más agresivo; recientemente, Morales amenazó con sacar a la gente a la calle si se le impedía ser elegido. En esto, el exhéroe nacional se parece cada vez más a Milei y Bolsonaro, que utilizan cualquier medio para escalar los conflictos con los enemigos de Estados Unidos. Las amenazas, la intimidación, la provocación, el terror y la calumnia forman el estilo característico del paradójico bloque “izquierda-derecha” de políticos pro-estadounidenses.
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