Nacionales
El regreso de la grieta
La alianza entre kirchos y libertarios avanza viento en popa
Llamó la atención, en los últimos días, la interpelación a Cristina del ex presidente de Independiente y actualmente exitoso streamer Andrés Dukatenzeiller, más conocido popularmente como “El Duka”, instándola a salir de su ambigüedad para ponerse a la cabeza de la oposición del gobierno de Javier Milei.
"Cristina, jugátela toda, hermana, ¿sabés lo orgullosa que van a estar tus nietas?". E inmediatamente le propuso que “jugara a perder”, que saliera a caminar por la 9 de Julio sola, y que inmediatamente vería cómo 2 millones de personas saldrían a acompañarla. Para “El Duka”, si estar rodeada de unos pocos no impidió un intento de magnicidio en su contra, ya es hora de que se rodee de la multitud de argentinos que aún depositan sus esperanzas en ella, y aclaró que si bien “no es suyo”, estaría dispuesto en ser el primero en acompañarla.
Más allá de las razones que movieron a este pintoresco personaje a formular su propuesta -que podrían ir desde la voluntad de incrementar su popularidad hasta alguna pretensión de proyección política inmediata-, sus argumentos sintonizan con los de algunos sectores radicalizados del cristinismo y hasta de un peronismo apabullado por el colapso interno que atraviesa a la oposición, incapaz de plantear alternativas e, incluso, de decidirse a manifestar su condena a las políticas del gobierno actual. Aunque la mayoría no se decida a hacer públicos sus temores, la hipótesis de que la presente podría ser la etapa final de un peronismo que viene desgastándose a paso acelerado desde hace mucho tiempo cobra cada vez más fuerza.
Desde hace un par de semanas Cristina Fernández de Kirchner comenzó a hacerse presente en la agenda mediática a través de sus publicaciones en X, en un crescendo que alcanzó su punto más álgido este viernes, cuando directamente provocó una discusión pública con el presidente Javier Milei. Si bien sus argumentos están lejos de poder identificarse con los de la doctrina peronista, y para cualquier lector atento podría relacionarlos con una agenda socialdemócrata que denosta al sindicalismo; cuestiona la razonabilidad de la vigencia de los derechos adquiridos por los trabajadores en una economía que se maneja predominantemente sobre relaciones laborales informales; y pretende despegarse de toda responsabilidad en la declinación de la estructura económica, social y laboral de la Argentina para hacer caer las culpas sobre Alberto Fernández y muchos de quienes la rodearon en el pasado; resultan indisimulables los puntos de encuentro con el diagnóstico del gobierno actual. Lo que a la ex presidenta parece molestarle, sobre todo, es la manera de implementar el ajuste, más que el ajuste en sí mismo.
Por cierto que la nueva carta de Cristina apunta, una vez más, a sacarse de encima toda responsabilidad por un deterioro profundo de la Argentina al que no hubiera podido llegarse sin su propio desempeño. Leyendo sus términos queda claro, además, que si alguna vez fue peronista eso fue hace mucho tiempo, y que su conversión a un progresismo divorciado de los intereses de las clases subalternas, iniciado tal vez a partir de la muerte de Néstor Kirchner, no tiene vuelta atrás. En la actualidad, es más bien la expresión de un programa de derechas con cierto tufillo de preocupación social que de uno de centroizquierda.
No debe resultar llamativo este posicionamiento, ni mucho menos la carta o el intercambio sostenido con el presidente Milei. Desde hace mucho tiempo resulta evidente que Cristina subordina la vida y el futuro de los argentinos que aún pueden considerarla como referente a sus propios intereses personales que, en la práctica, se reducen a dos: no ir presa y tratar de contener la mayor cantidad de apoyo entre la ciudadanía, para contar así con un capital político que, aunque mucho más acotado que en el pasado, pueda aplicar a sus diversas negociaciones y a mantener al peronismo bajo el influjo de su “dedo”.
No es casual que Cristina salga aparentemente a confrontar con Javier Milei cuando la definición de la sucesión en el PJ entra en su etapa decisiva, elección que resultará determinante para la composición de las listas para las elecciones nacionales de medio término del año próximo. Por detrás del árbol mediático que impide ver el bosque, el episodio refleja un capítulo más del pacto celebrado entre ambos a través de interpósitas personas. En sus etapas anteriores, la ex presidenta salió a defender la sanidad mental del presidente, descargando sus cañones sobre la vicepresidenta, Victoria Villarruel, y poniendo en duda el equilibrio psiquiátrico de quienes proponen reconocerla como “peronista”. También se manifestó dispuesta a respaldar la candidatura de Ariel Lijo a cambio de una ampliación de la Corte Suprema que le permitiera sumar a una cortesana propia para defender su libertad, a cambio de que el gobierno operara sobre la Justicia para “cajonear” las causas que la comprometen, algo que la administración actual cumple con llamativa pericia.
En la actualidad, la pretendida confrontación entre Cristina y Javier Milei les aporta grandes beneficios a ambos. Del lado de la ex presidenta le permite reformular la antigua grieta con Mauricio Macri, ahora estableciéndola respecto del libertario, lo que la convertiría en la figura de referencia de una oposición que sólo sería tal en los gestos, pero no en el diagnóstico ni en sus objetivos. Del lado del presidente lo ubicaría en situación similar, pulverizando a sus competidores en la interna del oficialismo como el propio Macri o la vicepresidenta.
De este modo, mientras que la movida de Cristina amenaza con hacer naufragar el proyecto político de Axel Kicillof, aceptando que Máximo Kirchner no tiene la entidad política suficiente para derrotarlo y que el gobernador bonaerense no podría intentar una confrontación directa con ella; también permitiría quitarle sustentación a la pretensión del gobernador riojano Ricardo Quintela de presidir el PJ nacional, para ubicar allí a quien considera como su heredero natural, “Wado” de Pedro.
Así las cosas, Cristina encabezaría las listas de diputados de la provincia de Buenos Aires, como clara demostración de que es ella la dueña del poder dentro de una constelación política profundamente desgastada y atomizada, mientras que el presidente conseguiría prolongar el respaldo a sus políticas destructivas de ajuste, que vienen afectando crecientemente su imagen en las encuestas y deteriorando el humor social a paso acelerado.
Tanto Cristina como Milei comparten una concepción monárquica del poder, y no están lejos en sus caracterizaciones sobre el drama argentino, ni sobre los objetivos a alcanzar. De este modo, sus diferencias se reducen a los instrumentos para transitar ese camino.
De este modo, la ex presidenta parece haber tomado el camino propuesto por “El Duka”: se la “jugará toda”, aunque no para poner fin al gobierno de Milei, sino para compartir el sendero entre ambos, eliminando así toda alternativa que pudiera poner freno al sufrimiento impuesto a la mayoría de los argentinos. (www.REALPOLITIK.com.ar)
ETIQUETAS DE ESTA NOTA
Cristina Fernández de Kirchner, Néstor Kirchner, Alberto Fernández, Ariel Lijo, Axel Kicillof, Wado de Pedro, Mauricio Macri, Ricardo Quintela, Victoria Villarruel, Javier Milei, El Duka¿Qué te parece esta nota?