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21 de septiembre de 2024 | Internacionales

Una amenaza regional

Afganistán, entre el extremismo talibán y la amenaza terrorista

En 2021, el mundo fue testigo de uno de los eventos más importantes de la administración de Joe Biden: la retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán.

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por:
Anderson N. Riverol

Las impactantes imágenes de hombres, mujeres y niños corriendo desesperados tras los aviones que despegaban quedaron grabadas en nuestra memoria. Estas escenas representaron la angustia de un pueblo que enfrentaba el regreso de un régimen conocido por su brutalidad. Hoy, tres años después, la situación en Afganistán sigue siendo objeto de preocupación global.

La nueva etapa de la geopolítica afgana comenzó en agosto de 2021, cuando los talibanes retomaron el control del país tras la salida de las tropas extranjeras, poniendo fin a dos décadas de intervención militar. Este evento marcó el regreso de un régimen que ya había gobernado entre 1996 y 2001, un período caracterizado por una estricta interpretación de la ley islámica, la represión de derechos fundamentales -especialmente los de las mujeres-y la brutalidad contra las minorías. En ese entonces, Afganistán se aisló internacionalmente y se convirtió en refugio de grupos terroristas como Al-Qaeda, lo que llevó a los ataques del 11 de septiembre de 2001. Ante este resurgimiento, surge una pregunta crítica: ¿Cómo afectará el regreso de los talibanes al equilibrio de poder en la región y en el mundo?


Un combatiente talibán monta guardia mientras unas mujeres esperan para recibir raciones de comida (Foto: Ebrahim Noroozi).

A pesar de las promesas iniciales de instaurar un gobierno más moderado, el régimen talibán ha generado preocupación en múltiples frentes. El futuro de los derechos humanos, particularmente los de las mujeres y las minorías, está en entredicho, mientras que la estabilidad política de Afganistán sigue siendo incierta. Además, existe el temor de que el país vuelva a convertirse en un refugio para grupos extremistas, lo que representa un riesgo no solo para sus vecinos, sino para la comunidad internacional en su conjunto.

Los talibanes lograron tomar Kabul sin enfrentar una resistencia significativa, consolidando su control mediante estrategias militares, sociales y religiosas. Han impuesto estrictas normas basadas en su interpretación de la sharia, restringiendo severamente las libertades civiles, especialmente las de las mujeres. Estas enfrentan limitaciones en la educación, el trabajo y la vida pública. Los talibanes también han reafirmado su compromiso con el islamismo conservador, utilizando a líderes religiosos locales para mantener un control ideológico sobre la población.

No obstante, comparado con su primer gobierno, los talibanes han intentado proyectar una imagen moderada a nivel internacional, prometiendo respetar ciertos derechos "dentro de los marcos de la ley islámica" y asegurando a sus vecinos que Afganistán no será una amenaza. Sin embargo, estas promesas han sido en gran parte simbólicas. La comunidad internacional se enfrenta al dilema de si comprometerse con este nuevo régimen o aislarlo, en un contexto donde la estabilidad del país sigue siendo precaria.

Uno de los mayores temores tras el regreso de los talibanes es que Afganistán vuelva a ser refugio de organizaciones terroristas como Al-Qaeda o el Estado Islámico (ISIS). Aunque los talibanes han asegurado que no permitirán que su territorio sea utilizado para ataques internacionales, su historial plantea serias dudas. Al-Qaeda ha mantenido relaciones cercanas con los talibanes, y el asesinato de su líder, Ayman al-Zawahiri, en Kabul en 2022, reforzó las inquietudes sobre el cumplimiento de sus promesas. A pesar de sus esfuerzos por combatir a ISIS-Khorasan, este grupo sigue siendo una amenaza activa en la región.


Con el regreso del régimen talibán, se teme lo peor (Foto: AFP).

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, afirmó que la misión en Afganistán nunca fue construir una nación, sino combatir el terrorismo, y que el pueblo afgano debía decidir su propio futuro. Sin embargo, esta retirada ha tenido consecuencias desastrosas para la política exterior estadounidense. Por su parte, Arian Sharifi, profesor en la Universidad de Princeton y exfuncionario del gobierno afgano, señaló que cuando exista un sistema legítimo y estable, el mundo lo reconocerá, y que los talibanes deben aceptar los derechos fundamentales de los ciudadanos afganos para garantizar la estabilidad interna y el reconocimiento internacional. Sin embargo, la aceptación de los derechos fundamentales por parte de los talibanes parece estar lejos de ser una realidad inmediata.

El regreso de los talibanes representa un desafío inmenso, no solo para la sociedad afgana que vivía bajo un marco diferente, sino para toda la región y el mundo. La crisis en Afganistán abarca múltiples dimensiones, desde la emergencia humanitaria, donde 23 millones de personas dependen de la ayuda internacional, hasta la falta de reconocimiento diplomático del gobierno talibán. Aunque países como China y Pakistán han establecido relaciones de facto con el régimen, la incertidumbre sobre su futuro y el de su población sigue siendo profunda. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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