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2 de enero de 2025 | Provincia

Elecciones 2025

¿El desdoblamiento de las elecciones favorece a Axel Kicillof?

Kicillof debe enfrentar a dos enemigos: el gobierno nacional, que no ha dejado de atacarlo ni de incumplir la transferencia de recursos por coparticipación y otros rubros como educación, salud, seguridad y vialidad; y Cristina y La Cámpora, desesperados por conservar sus posiciones de poder dentro del panperonismo y la administración provincial.

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por:
Alberto Lettieri

Si bien ambos frentes tienen sus lógicas y razones diferenciadas, coinciden en un conflicto común, la disputa histórica entre nación y provincia, o entre unitarismo y federalismo, que se expresa con toda su crudeza en tanto el cristinismo como La Libertad Avanza manifiestan una naturaleza totalizadora y centralizadora, que sólo entiende a las provincias como apéndices de un tablero político diseñado en clave nacional.

No es casual, entonces, que tanto Cristina Fernández de Kirchner como Javier Milei pretendan definir las condiciones de las elecciones de medio término en clave de polarización entre ambos, en detrimento de las posibilidades del resto de las opciones políticas, asegurando que se trata de un voto “inútil”. Para ambos, las elecciones de este año no constituyen una competencia legislativa, sino un plebiscito sobre el plan de gobierno aplicado por Milei y, en consecuencia, el trampolín para las presidenciales de 2027. Por esta razón, la aparición en la escena de otros actores políticos con peso propio, tal como es el caso de Axel Kicillof y de otros gobernadores de diverso signo político, pone en duda la matriz que pretenden imponerle a los comicios.

Tanto el gobierno libertario como el cristinismo necesitan la unificación del calendario electoral para encolumnar a las boletas provinciales y municipales detrás de las opciones nacionales, aunque debido a la aprobación de la boleta única a nivel nacional se vote en urnas separadas. La disociación del calendario, en cambio, fortalece la autonomía de estas dimensiones locales de la política, al tiempo que permitirá confrontar el nivel de apoyo de gobernadores e intendentes respecto de los grandes referentes nacionales.   

Tal vez esta comparación no resulte tan preocupante para La Libertad Avanza, que careciendo de armados sólidos a niveles provinciales y municipales, demostró que la ecuación era claramente beneficiosa para Javier Milei. El problema para el cristinismo sería que las listas provinciales obtuvieran porcentajes de votación muy superiores a los de los candidatos nacionales de la expresidenta, confirmando la preferencia de la población bonaerense por Axel Kicillof respecto de ella, tal como consigna la mayoría de las encuestas

Esta es una de las razones primordiales por las que el cristinismo no ha cesado de atacar al gobernador desde hace tiempo, hasta llegar a tener una activa participación en el rechazo del proyecto de presupuesto provincial enviado a la Legislatura en el cierre del año. El solo anuncio de la posibilidad de un desdoblamiento electoral reavivó las críticas y los ataques: Cristina precisa a un Axel “albertizado”, algo a lo que el gobernador pretende resistir sin romper una alianza política en estado de coma.

Para Kicillof no se trata exclusivamente de medir el grado de aprobación de su figura en la comparación con la expresidenta, sino también de obtener un resultado electoral favorable que le permita garantizar la gobernanza en los dos años finales de su gestión, y a la vez potenciarlo hacia una candidatura presidencial en 2027. En términos estrictamente electorales, en el axelismo evalúan que una disociación del cronograma impediría la conformación de una coalición entre LLA y el Pro a nivel provincial, ya que exacerbaría la puja entre ambos a niveles provincial y municipales. Asimismo, consideran que LLA no cuenta con candidatos fuertes en las diversas secciones, lo que sumado a los altos niveles de desaprobación que registra Milei en los conurbanos podría significar una drástica derrota para el gobierno nacional. De este modo, el peso de los intendentes se multiplicaría y el voto opositor se desmembraría entre el radicalismo y el Pro, ensanchando la diferencia entre los votos del oficialismo y el de la lista que lo suceda.

También se esgrimen cuestiones operativas, ya que se diagnostica que una elección conjunta, con urnas y padrones diferenciados, sería caótica, y daría lugar a impugnaciones y objeciones de todo tipo.

Pero, en la práctica, y tal como están planteadas las cosas, la definición del calendario electoral implica un conflicto entre federalismo y unitarismo, ya que ganarían autonomía las instancias locales y, a la vez, permitirían potenciar a la escena nacional a referentes provinciales de cara a las elecciones de 2027. Aquí está la clave de la confrontación con los liderazgos nacionales, que harán todo lo que esté a su alcance para impedirlo, sobre todo en la estratégica provincia de Buenos Aires. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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