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Sandra Raggio, directora General de Áreas de la Comisión Provincial por la Memoria, reflexionó sobre la compleja coyuntura que atraviesan las políticas de memoria en Argentina. Raggio analizó el impacto del desfinanciamiento estatal, el rol de las juventudes y los peligros que acarrea el negacionismo en la consolidación democrática.
Sandra Raggio subrayó el deterioro en las políticas de derechos humanos impulsado por el gobierno nacional, que incluye la deslegitimación del trabajo de las organizaciones y el recorte de recursos esenciales. “Estamos ante un claro retroceso, no solo en las políticas de memoria, sino también en las orientadas a garantizar derechos. La drástica reducción del estado afecta directamente a los sectores más vulnerables”, expresó.
Hizo énfasis en la afectación de iniciativas como el Archivo Nacional de la Memoria, el Registro Unificado de Víctimas del Terrorismo de Estado y los programas de reparación. Según Raggio, el gobierno incumple sus obligaciones constitucionales e internacionales, lo que representa una violación directa al marco democrático.
“No es opcional. Argentina tiene compromisos legales y éticos que debe respetar. Estas políticas son esenciales para la verdad, la justicia y la reparación, y su desfinanciamiento pone en riesgo décadas de avances”, advirtió.
Otro de los puntos clave que abordó fue el avance del negacionismo, un fenómeno que, según Raggio, encuentra ecos en sectores sociales influenciados por discursos que buscan relativizar las atrocidades de la última dictadura militar. Recordó cómo expresiones como “los derechos humanos son un curro” o “falta contar la otra campana” han calado en una parte de la sociedad, impulsadas por campañas mediáticas y digitales.
“La vicepresidenta Victoria Villarruel y el propio presidente Javier Milei son ejemplos de cómo estos discursos han ganado legitimidad en el ámbito público. Lo que antes era un escándalo hoy se tolera. Esto refleja una preocupante deslegitimación de la democracia”, analizó.
Asimismo, Raggio señaló el impacto de los mensajes del propio presidente, como su reciente expresión “zurdos tiemblen, los vamos a ir a buscar”. Para ella, estas afirmaciones evocan ecos de la dictadura militar y consolidan un clima de odio que resulta alarmante. “Es una decepción profunda de la democracia y de la política misma. Este discurso recuerda trágicos períodos históricos como el período de entreguerras, donde el odio y la xenofobia se utilizaban como herramientas de resolución de crisis”, añadió.
Raggio también reflexionó sobre las dificultades para involucrar a las nuevas generaciones en las políticas de memoria. Aunque reconoció los esfuerzos realizados, como el programa Jóvenes y Memoria de la Comisión Provincial por la Memoria, destacó la necesidad de repensar las estrategias de transmisión.
“No se trata solo de contar la historia, sino de hacer partícipes a las nuevas generaciones en la construcción de memorias desde su propia realidad. Hay que hablar de lo que pasó a nivel local, de cómo la dictadura impactó en las fábricas, en las escuelas, en las familias. Si no logramos que las juventudes se identifiquen con estos procesos, corremos el riesgo de que el pasado se perciba como algo lejano y ajeno”, reflexionó.
A pesar de este panorama, Raggio destacó la resistencia sostenida por organizaciones, trabajadores y sectores de la justicia, como el reciente fallo del juez Ariel Lijo que obliga al estado a continuar con las políticas de memoria.
“Hoy más que nunca estas políticas tienen sentido. Frente al negacionismo y la relativización, es fundamental ampliar el círculo de los que recuerdan, romper con las burbujas de pensamiento y trabajar en una memoria que sea inclusiva y participativa. La democracia, aunque imperfecta, sigue siendo el único camino”, concluyó. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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