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En el lapso de solo algunos años, Axel Kicillof pasó de criticar el reclamo por los fondos para la provincia de Buenos Aires a hacer exactamente lo contrario en calidad de gobernador, evidenciando una vez más la conveniencia e improvisación reinante en la política argentina.
En el año 2017, cuando aún era diputado nacional por el kirchnerismo tras haber dejado el ministerio de Economía en el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, Axel Kicillof criticó con firmeza el reclamo de María Eugenia Vidal por los recursos que le correspondían a la provincia de Buenos Aires, en particular el Fondo del Conurbano.
En una encendida intervención en el Congreso Nacional, sostuvo que si bien la provincia estaba siendo perjudicada, la solución no debía pasar por recortar los recursos destinados a otras provincias. Sin embargo, seis años después, ya en su segundo mandato como gobernador bonaerense y en calidad de sucesor de Vidal, Kicillof parece haber cambiado de criterio.
En un reciente hilo de publicaciones en redes sociales, cuestionó al presidente Javier Milei por el aumento de impuestos y denunció que Buenos Aires es la provincia “más perjudicada” por la falta de fondos nacionales, pese a ser la más productiva del país.
Pero lo que es más importante y como hemos señalado muchas veces: la PBA es el origen del 40% de la recaudación nacional, pero solo recibe el 7% de esos recursos a través de la coparticipación. El gran beneficiario del sistema es el Gobierno nacional. Sobre esto, Milei le robó a… pic.twitter.com/FZ5ioeXik2
— Axel Kicillof (@Kicillofok) January 31, 2025
En su cuenta de X, Kicillof expresó: “La PBA es el origen del 40 por ciento de la recaudación nacional, pero solo recibe el 7 por ciento de esos recursos a través de la coparticipación. El gran beneficiario del sistema es el gobierno nacional. Sobre esto, Milei le robó a las provincias recursos que les corresponden a los jubilados, los docentes, la seguridad, la salud y la obra pública. Les saca recursos mientras no se hace cargo de ninguno de los problemas de los argentinos”.
El contraste entre sus declaraciones de 2017 y su postura actual es evidente. Lo que en aquel momento consideraba un reclamo injusto hoy se ha convertido en su propia bandera de lucha, más por conveniencia que por convicción.
Pero el caso de Kicillof no es una excepción, sino más bien la norma en la política argentina. La coherencia parece ser un bien escaso cuando el poder y las circunstancias cambian. Lo que ayer era un planteo inaceptable hoy se convierte en una cruzada personal, y lo que antes se rechazaba con fervor hoy se exige con indignación. Por ello, para la inmensa mayoría de los argentinos la política no es más que un juego de conveniencias, donde los principios quedan en un segundo plano frente a la necesidad de sobrevivir y mantenerse en el poder. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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