
Pelota dividida
El primer mandatario encaró en las últimas semanas la etapa más cruenta y agresiva en su cruzada contra la comunidad LGBT+. Sin embargo, sus expresiones contrastan con un pasado personal que desafío las normas de la heteronormatividad.
El presidente argentino, Javier Milei, ha convertido la batalla contra la llamada "ideología woke" en uno de los pilares de su discurso político. Su postura ha sido clara y beligerante: considera que el feminismo y la diversidad son estrategias para el avance del estado y la imposición de un pensamiento único. Sin embargo, su rechazo a estos movimientos ha llegado a extremos peligrosos, como cuando vinculó la ideología de género con la pedofilia en el Foro Económico Mundial de Davos. Estas declaraciones han generado una ola de repudio en amplios sectores de la sociedad y la política.
No obstante, lo que resulta llamativo es la contradicción entre este discurso ultraconservador y las propias experiencias de Milei. En una entrevista televisiva en 2018 en el programa Podemos Hablar, conducido por Andy Kusnetzoff, el actual mandatario confesó haber participado en múltiples tríos sexuales, en los que, según sus palabras, "en el 90 por ciento de las veces fueron dos mujeres conmigo". Pero también reconoció haber compartido la experiencia con otros hombres. "El error más grave que podés cometer es que la mujer con la que vas a hacer el trío no elija a su contraparte", afirmó, dejando en claro su apertura a este tipo de situaciones.
Este testimonio, ofrecido en un contexto de desenfado mediático, contrasta notablemente con la retórica agresiva que Milei ha adoptado en la arena política contra la comunidad LGBT+ en un evidente intento de congraciarse con la gestión de Donald Trump.
¿Cómo es posible que alguien que en el pasado vivió experiencias que desafían la heteronormatividad tradicional, hoy lidere un discurso que demoniza a las diversidades sexuales y las vincula con el abuso infantil?
Las declaraciones del presidente en Davos, en las que señaló que "en sus versiones más extremas, la ideología de género constituye lisa y llanamente abuso infantil; son pedófilos", han sido ampliamente criticadas. Organismos internacionales, políticos de diferentes ideologías e incluso figuras dentro del propio espectro de la derecha argentina han señalado el peligro de tales afirmaciones.
La contradicción de Milei no es menor. Su ataque a la comunidad LGBT+ y su insistencia en que la "ideología de género" es un "cáncer" parecen más bien una estrategia política que busca consolidar su base de apoyo en sectores ultraconservadores. Pero esta estrategia choca con su propio presente, alejado de la conformación de una familia tradicional, y con su propio pasado, que evidencia una flexibilidad en los valores sexuales que él mismo hoy condena públicamente.
En un contexto en el que Argentina enfrenta profundas crisis económicas y sociales, la estrategia de Milei parece estar más enfocada en dividir y polarizar que en gobernar. La lucha contra la "ideología woke" se ha convertido en su bandera, pero su propia historia lo contradice. En el fondo, su discurso pareciera no ser más que una puesta en escena, una maniobra diseñada para encender las pasiones de sus seguidores mientras oculta sus propias contradicciones. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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