
Pelota dividida
Empezó el mes de febrero y, con él, la campaña electoral sin filtro. Lejos de detenerse a calentar motores, los actores y espacios políticos pusieron quinta velocidad y comenzaron a bajar sin dilación sus cartas, anticipando las estrategias con las que abordarán los comicios de este año, disgregados a lo largo del calendario hasta octubre.
El gobierno dio la señal de largada este lunes, cuando utilizó la nueva señal oficial, La Nación +, para que sus ministros y publicistas atacaran sin piedad a Axel Kicillof. Hasta ahora, el gobernador provincial había sido desplazado a un segundo plano, como consecuencia de un entendimiento mutuo entre el oficialismo y Cristina Fernández de Kirchner para elegirse como antagonistas. Era una decisión favorable para ambos: para Javier Milei, porque Cristina podría imponerse, no sin esfuerzo, dentro del panperonismo, pero nunca ganar una elección, sobre todo si se tratara de un balotaje presidencial.
¿Por qué hacer referencia a una eventual elección presidencial en un año de intermedias legislativas? La respuesta es sencilla: este año, más que la composición del Congreso Nacional, lo que está en juego es la instalación de candidaturas para las presidenciales de 2027. ¿Qué ganaba Cristina con una grieta con Milei? La posibilidad de mantener algo de su antiguo liderazgo, aunque fuese a costa de condenar al panperonismo a la derrota.
Para desazón de la expresidenta y del actual presidente, el gobierno recibió dos novedades muy negativas en los últimos días. La primera, impensada para el estratega oficial Santiago Caputo, quien redactó el discurso de Davos, fue la reacción mayoritaria de la sociedad argentina de rechazo a la descalificación y amenazas de las minorías sexuales. En esa negativa se incluyó, necesariamente, una negativa rotunda al discurso neofascista y autoritario pronunciado por un presidente que, tal vez por primera vez, debió salir a aclarar lo que supuestamente había querido decir, aunque confirmando cada uno de los ítems de esa alocución. En las redes sociales, ese discurso lo costó caer de casi un 70 por ciento de posteos favorables a un 37 por ciento, pronunciándose las críticas en un terreno que siempre había sido fértil para LLA.
Esa señal negativa se tradujo en actos autoconvocados en defensa de la diversidad, con la asistencia de más de un millón de personas que desafiaron el tórrido verano, las vacaciones y el feriado. Lo peor para el gobierno no fue que algún espacio partidario pudiera apropiarse de la representación de ese descontento, sino que, una vez más –como ya sucedió con las marchas universitarias- que la sociedad demostró que es capaz de tomar la iniciativa, ante la orfandad en que la dejaron las fuerzas políticas tradicionales. De manera concomitante, muchos de los participantes fueron votantes de Milei descontentos con los conceptos vertidos en ese discurso, y quién sabe con cuántos aspectos más de las políticas implementadas. En un año electoral, equivale a jugar con fuego.
La segunda mala noticia para el gobierno fueron las encuestas que señalan que, si bien Cristina podría imponerse en una interna, en caso de que el candidato fuera Axel Kicillof, podría triunfar en un eventual balotaje. Estos datos confirmaron que resulta absurdo confrontar contra Cristina, cuando el sujeto de cuidado es el gobernador bonaerense. Por esta razón, la pantalla de La Nación + destinó su programación de inauguración del mes de febrero a bombardearlo, a través de la intervención de los publicistas rentados y de las principales figuras de la gestión. El tema elegido fue la inseguridad, denunciándose la pretendida ola de asesinatos que afrontaría la provincia de Buenos Aires, y hasta uno de los operadores periodísticos sugirió la alternativa de la intervención federal.
Frente a su desplazamiento del eje central de la escena, Cristina salió a reclamar su perdido protagonismo y en sus redes sociales trató de “cachivache” a Milei y le recomendó “que vaya al psiquiatra”. Un gesto de impotencia, sin duda, condicionado por el temor ante lo inevitable: Kicillof ya decidió disociar las elecciones, y este sábado, en Mar del Plata, organizará el primero de los actos destinados a instalar a sus candidatos y respaldarlos en el territorio.
Si el panperonismo irá con una o dos listas dependerá del tino de la expresidenta. Pero, con el inicio de febrero, quedó en claro que la nueva grieta tiene como términos a Javier Milei y Axel Kicillof. La renovación de la política, tanto tiempo dilatada, parece comenzar a concretarse, con una brutalidad y velocidad sorprendente. O no tanto, ya que los “tiempos fuertes” de la política y de la historia nunca son pausados. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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