
Pelota dividida
Las ciudades se transforman constantemente conforme la sociedad evoluciona, debido a que la misma influye en su territorio en determinado lapso de tiempo. En este sentido podemos decir que la ciudad es la representación viva de la sociedad.
En este marco, los espacios públicos resignifican la esencia de la ciudad ya que son lugares de encuentro que son apropiados por las personas, sin distinguir clases sociales donde se dieron y se darán los hechos históricos que marcan a la sociedad, como sus protestas, festejos y revoluciones. Históricamente, las ciudades se han organizado desde el espacio público, siendo este último un elemento articulador y estructurante de la trama urbana. Hoy, el crecimiento de las grandes ciudades se caracteriza por un proceso totalmente opuesto: se organiza desde lo privado. Este sector estructura la trama urbana provocando vacíos en la misma dejando espacios residuales que no cumplen ninguna función para con la sociedad.
El caso de la ciudad de La Plata no escapa a esta situación, su estructura de espacios públicos insertada en la trama fundacional (casco urbano) contrasta con el crecimiento de la mancha urbana. Internamente, cuenta con 24 plazas y parques que conforman un gran sistema de espacios verdes estratégicamente distribuidos.
Ahora bien, la situación de la periferia es completamente diferente, los espacios públicos no son los que organizan la trama urbana, por el contrario terminan siendo vacíos urbanos que en algunos casos ni siquiera cuenta con equipamiento. En la actualidad se está trabajando en la recuperación del espacio público del municipio, con la remodelación de sus plazas principales: San Martín, Italia y Rocha. La intervención de estos espacios públicos busca devolver el valor patrimonial e histórico a la ciudad, jerarquizando al eje fundacional y buscando mejorar la calidad de vida de los vecinos.
El uso que se les da a los espacios públicos en el interior del casco es totalmente diferente al uso que reciben los de la periferia. Si se observa la actividad que las personas efectuan sobre ellos durante el transcurso del día, puede notar que por fuera del casco las plazas están vacías ya que las personas no se las apropian.
Esto es principalmente un síntoma de la gran inseguridad que se vivencia, asi como también de la falta de equipamiento como luminarias y la dificultad en los accesos. Aquí está el desafío que tiene por delante nuestra ciudad, debemos trabajar para la transformación de estos espacios, para que los vecinos que viven en la periferia puedan tener la misma calidad de vida que las personas que viven en el casco urbano.
Como urbanista considero que la calidad de un espacio público no debe medirse únicamente en metros cuadrados, si bien es un parámetro válido, existen otras variables para estudiarlo e interpretarlo. Este análisis se sintetiza en dos conceptos: el uso y el tiempo. El primero hace referencia a la actividad desarrollada en él y el segundo, a cuanto tiempo se utiliza. De este modo no es lo mismo referir a un espacio que se constituye como un lugar de transición que uno donde las personas lo apropian para sociabilizar o realizar actividades recreativas. Es así que quienes determinan verdaderamente la calidad de un espacio público son las personas. Si ellas no lo apropian es un síntoma de que el mismo no satisface sus necesidades. Bajo ninguna circunstancia podemos pensar en determinar el uso de un espacio público, restringir las actividades, mucho menos cercar o limitar el ingreso al mismo.
Muchas veces, la toma de decisiones para el desarrollo y transformación de las ciudades no reflejan las necesidades y demandas de la sociedad. Es por esto que debemos incentivar el urbanismo participativo: talleres de trabajo donde se implique a diferentes actores sociales como vecinos, ONG y diversos profesionales, antropólogos, ingenieros, politólogos, psicólogos y sociólogos involucrados en su entorno, que colaboren con urbanistas y políticos en la construcción planeamiento urbano Integral. Al formar parte de la ciudad, el sector privado nunca debe quedar afuera de la discusión, debe comprender que también tiene un rol y una responsabilidad en lo público. Hay que encontrar el equilibrio donde el sector público y el privado trabajen de manera conjunta para brindarle respuestas a la sociedad.
La reinterpretación del espacio público de nuestra ciudad es de vital importancia para el crecimiento sostenible de la misma. Debemos trabajar en la consolidación del tercer anillo urbano, jerarquizando los espacios en común para lograr una mejorcalidad de vida y evitar el crecimiento discontinuo de nuestra ciudad.
(*) Sebastián Arrascaeta es arquitecto, urbanista y asesor en planificación territorial.
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