
Nacionales
La agresión sufrida por Facundo Manes en el Congreso a manos del asesor presidencial Santiago Caputo le ha dado nueva visibilidad dentro de la oposición y la Unión Cívica Radical, impulsando su intento de reelección y su aspiración de liderar un espacio político propio de cara a 2027.
La agresión recibida por el diputado nacional de la Unión Cívica Radical, Facundo Manes, en el Congreso, por parte del asesor Santiago Caputo, podría significar un antes y un después en su presente político, sino también en cuestiones tan inmediatas como domésticas, por caso su reelección para una banca, dado que su mandato vence en diciembre de este años.
Más allá de su tolerancia hacia patoteadas y hasta agresiones físicas, lo cierto es que Manes quedó con un protagonismo importante en el espectro de la oposición y, por supuesto, en la UCR, a la cual quiere volver con el mismo rol con el que se lo convocó allá por el 2021. Cabe tener en cuenta que el presente del radicalismo es muy similar a los años del 2001, tras la tormenta que significó la renuncia del presidente Fernando de La Rúa y una elección presidencial, la del 2003, en el que peleó cabeza a cabeza con la izquierda, obteniendo apenas un 2 por ciento de la simpatía del electorado.
Asimismo, en los meses inmediatos y en encuestas recientes se respiró en medio de un clima de incertidumbre donde el radicalismo -y Manes lo sabe- queda desdibujado y olvidado en el espectro opositor, con sondeos que le dan un 1,5 por ciento de intención de voto a la UCR “peluca” de Maximiliano Abad y Rodrigo De Loredo -con vínculo afectivo profundo hacia la Casa Rosada y apenas 1 punto porcentual al radicalismo más opositor y progresista, donde se inscriben entre otros, Martín Lousteau, Federico Storani y Luis “Changui” Cáceres.
Además, el contexto institucional de una creciente confrontación que camina por la cornisa de la convivencia lleva a analizar que la amenaza verbal de Caputo y los puñetazos hacia Manes no constituyen un episodio nimio, sino una muestra de cómo la violencia simbólica puede ir más allá. Por defecto, y con algún efecto positivo hacia Manes, éste se convirtió en el único blanco de atención de un gobierno que debió utilizar a una de sus espadas más cotizadas, como es un asesor presidencial, que dirigió justamente sus miradas y su preocupación hacia la imagen del neurocientífico.
Como nota al pie, cuesta pensar que un asesor estrella, que presuntamente medita todo como un monje tibetano y calcula todo como un ingeniero, se le hayan salido los estribos para agredir de una manera hasta obscena. La explicación que arriesgan los opositores radicales es que todo estaba preparado para una gran fiesta libertaria que no admitía interrupciones y por eso, el oficialismo sufrió a la intervención informal de Manes en el recinto como un gol en contra en un partido que organizó para festejar un campeonato de fútbol.
Cerrada esta nota al pie, lo cierto es que Manes tomó un atajo y, fiel a su coherencia, decidió asistir como diputado opositor al mensaje de un presidente. También había hecho algo similar cuando gran parte del interbloque de Cambiemos decidió retirarse del recinto en medio de un discurso del entonces presidente Alberto Fernández y él decidió quedarse.
Más allá de si fue por una cuestión de coherencia o también, por qué no, de especulación política personal, lo cierto es que Manes, fue uno de los pocos que estuvo en el recinto y que se decidió a interpelar a viva voz y en forma hasta grosera al presidente y ahora su pretensión en convertirse en un faro desde el punto de vista opositor, ganándole tal vez una batalla importantisima al kirchnerismo de Unión por la Patria que decidió una inexplicable ausencia.
Manes le ganó, tal vez una batalla metodológica al kirchnerismo, pero intenta que esto se traspase a su tan querido radicalismo. Todo lo ocurrido le da visibilidad y le da un primer paso sólido en su proyección hacia su futuro personal y político.
Con más fuerza que nunca, Facundo Manes viene meditando su posibilidad de ser reelecto pero más allá de eso pretende liderar un espacio que ya no es solo con vistas a su reelección, sino con vista al 2027 acatando el código no escrito que reza: “No hay buena elección presidencial sin una previa buena elección intermedia”.
En algunos pasillos del radicalismo se lo pinta como alguien que no abandonó su prédica antisistema y que en todo caso Manes quiere recuperar y posicionar un discurso contra los vicios de la dirigencia política, con fuerte tonalidad republicana. Ese discurso lo empezó a practicar, justamente, en la improvisada rueda de prensa posterior a la agresión que sufrió.
No se sabe si los planes de Manes pasarán solamente por profundizar dentro de su propio partido o irá por más. Muchos le asignan la posibilidad de recrear un frente de oposición semiprogresista o, como a él le gusta llamar, de “centro popular”, donde estarían invitados nuevamente otros protagonistas.
Ahora, las críticas que le hacen desde distintos sectores progresistas de la UCR es que no podría avanzar con “los mismos de siempre” aludiendo a frases de Javier Milei, y que apuntan a dirigentes de otros espacios como Margarita Stolbizer o Emilio Monzó que ingresaron con Manes en el 2021, pero se pasaron a otras bancadas.
Se generará entonces una pulseada interesante, pero con un Manes como protagonista, que intentará administrar sus energías en un armado en el que debería decidir en qué proporción se deja influir por sus correligionarios radicales y en qué proporción ingresan otros actores políticos a escena. Pero para eso, dicen, deberá aprovechar oportunidades y hacer de un episodio hasta grotesco una oportunidad de recuperar protagonismo importante dentro de la oposición. Protagonismo que había perdido en los últimos meses. (www.REALPOLITIK.com.ar)
¿Qué te parece esta nota?
MÁS NOTICIAS