“Nos están matando”: El desesperado reclamo de vecinos de La Matanza contra Klaukol

“Estamos pidiendo que dejen de matarnos, nada más y nada menos”, expresó Susana Aranda, visiblemente conmovida. Desde hace diesisiete años, vecinos del barrio reclaman ante organismos municipales, provinciales y nacionales por los efectos contaminantes de Klaukol, sin obtener respuestas favorables. “No hemos recibido justicia, al contrario: somos perseguidos, somos amenazados. Acá está metido el poder político y el poder judicial muy en convivencia”, aseguró.

Uno de los casos más emblemáticos es el de Nadia Carabajal, una joven trasplantada que, tras un dictamen de tres peritos que afirmaban que no podía vivir en el barrio por la contaminación, fue trasladada por tres años. Sin embargo, actualmente volvió a habitar la zona. “Ya trasplantada, si pierde ese riñón no tiene más chances”, advirtió Aranda.

Según explicó, la empresa utiliza pesticidas como glifosato para lavar la arena con la que produce pinturas y revoques de alta resistencia. “Lo que no pueden hacer en su país de origen, lo hacen acá en Latinoamérica”, denunció. Y agregó: “Los trabajadores de Klaukol no se pudieron jubilar porque murieron todos de cáncer de garganta y pulmón”.

Aranda describió cómo los vecinos inhalan partículas microscópicas de sílice cristalina, una sustancia altamente nociva: “Respiramos vidrio molido. Ya tenemos el mal adentro. En mi barrio no hay viejos, no llegamos a tanto”. Además, señaló que un relevamiento realizado por una ONG suiza demostró que el 100 por ciento de los vecinos evaluados tienen cicatrices pulmonares por exposición prolongada a estos contaminantes.

Frente a esta situación, planteó que la única solución viable sería la relocalización de todo Virrey del Pino: “No nos olvidemos que estas partículas quedan suspendidas en el aire y pueden viajar más de diez kilómetros”.

Aranda apuntó directamente contra las autoridades municipales y provinciales por su complicidad. “La directora del ministerio de Ambiente, Silvina Ambrosolio, le da el OK a la empresa para que use el espacio aéreo y nos envenene. El intendente Fernando Espinoza fue quien les permitió instalarse sabiendo que es categoría 3, que no puede estar en un casco urbano”, afirmó.

La denunciante también relató que Klaukol intentó silenciar a los vecinos mediante pagos. “Nos ofrecieron plata a cambio de que firmemos un acuerdo donde no podíamos reclamar más. Algunos lo aceptaron. Yo no, porque mi dignidad no está en venta”, sentenció.

Su nieta, una niña con serios problemas respiratorios, también sufre las consecuencias. “No puede salir afuera porque se brota toda. Se le inflama el pulmón y no puede respirar. Vive encerrada con la casa sellada”, contó con angustia.

Finalmente, Aranda fue tajante sobre la falta de respuesta estatal: “Yo creía en la justicia, en los fiscales, en los jueces, pero es todo un eslabón de una cadena de corrupciones. Nadie hace cumplir la ley para nosotros, los que somos invisibles”. (www.REALPOLITIK.com.ar) 

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