El panperonismo se desgarra

Del lado del gobierno de Javier Milei era de esperar la victoria en su alianza con el oficialismo provincial, lo que confirmó la tesis de Santiago Caputo sobre la pretensión de Karina Milei de convertir a La Libertad Avanza en un partido nacional. La única sorpresa fue el resultado de la capital salteña, donde los libertarios consiguieron imponerse. De todos modos, el gobernador Gustavo Sáenz obtuvo un gran resultado, ganando once de las doce bancas de la Cámara de Senadores de la provincia de Salta y veinte de las treinta de la Cámara de Diputados. Por la inversa, el peronismo realizó la peor elección de su historia y no consiguió obtener ni un solo legislador, perdiendo las tres bancas que puso en juego en Capital, San Martín y Cachi, y no estuvo ni cerca de renovarlas. 

Total normalidad.

Los casos de Chaco, San Luis y Jujuy son muy preocupantes para el panperonismo y confirman que la caída sin red iniciada en 2021 no consigue detenerse. La lista del gobernador Leandro Zdero, en alianza con el gobierno nacional, le sacó 10 puntos al líder histórico del peronismo, Jorge Capitanich. Lo que resulta aún más grave es que, mientras que los libertarios no le sumaron mayor caudal electoral al gobernador, la lista de Capitanich era el producto de una alianza con su eterno competidor, Gustavo Martínez, bendecido por Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa y respaldado por la Confederación General del Trabajo (CGT) y los movimientos sociales.

En Jujuy las cosas no marcharon mejor para el peronismo, que fue desplazado del segundo lugar por LLA. Si bien la victoria fue contundente, la catastrófica derrota del peronismo es otra factura a pagar por CFK, quien parece haber sido la gran derrotada de la jornada.

Finalmente, en San Luis el gran derrotado fue Alberto Rodríguez Saá, quien fue humillado por el gobernador Claudio Poggi, quien lo aplastó con el 46,7 por ciento de los votos contra el 26,4. Dos listas libertarias se ubicaron por detrás: los libertarios “blues” de Santiago Caputo, con el 7,5 por ciento, y la de “Viva La Libertad, Carajo”, una boleta autogesionada que obtuvo el 7,21.

Las elecciones demuestran que el oficialismo nacional no tiene para facturar éxitos propios, lo que resultaba previsible, por lo que se decidió que ningún funcionario de las primeras líneas se trasladara a las provincias, pero sí la drástica caída del panperonismo, más allá de sus versiones. Si no consigue renovar sus propuestas y sus caras visibles ante la sociedad sólo resta aguardar una decadencia muy similar a la que viene experimentando la Unión Cívica Radical (UCR) desde hace más de tres décadas. La segunda cuestión apunta a la interna del gobierno, donde la estrategia de Santiago Caputo de aliarse con los poderes provinciales antes que confrontarlo ha demostrado ser mucho más eficaz que la primitiva apuesta de Karina Milei.

De todos modos, lo que al gobierno realmente le importa son las elecciones nacionales de octubre, que asignan bancas en el Congreso de la Nación Argentina, y dos elecciones provinciales determinantes para definir su estrategia y su sistema de alianzas.

La primera será en sólo siete días en la CABA, y tendrá impacto en el diseño electoral a adoptar en la provincia de Buenos Aires, tanto en los comicios nacionales como en los provinciales. Pero no sólo el gobierno espera con ansiedad e inquietud esos resultados, sino también el progresismo peronista. En buena medida, en ambos casos se juega el futuro del movimiento y, en ambos casos, atados a liderazgos ajenos: el del radical Leandro Santoro y el del gobernador Axel Kicillof.

El slogan “Al final, votaste a un radical” cobra un protagonismo incuestionado en el próximo desafío electoral. Cabe saber si un buen desempeño de Santoro significará un punto de transición para la recuperación del peronismo o la sentencia de su agonía definitiva. (www.REALPOLITIK.com.ar)

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