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4 de junio de 2025 | Pastillas de Colores

¿Se repetirá la historia?

La vez que Argentina dejó afuera del Mundial a Chile en la altura

En las eliminatorias pasadas el elenco trasandino quiso hacer un experimento en la cruda Calama, a 2200 metros de altura, pero le salió mal y quedó afuera de Qatar. Ahora se encuentra en una situación similar: una derrota puede impedirle el acceso a Estados Unidos 2026.

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por:
Juan Provéndola

Para el fútbol argentino, pero especialmente para la Selección, "la altura" supone un problema sobredramatizado. En los últimos cincuenta años se acumularon numerosas historias alrededor de partidos difíciles a miles de metros sobre el nivel del mar: del "equipo fantasma" de Tilcara al "corte de Cruz" en Bolivia, pasando por las distintas experiencias de Lionel Messi (la suspensión justo antes de viajar a La Paz o sus tres goles en Quito para clasificar a Rusia 2018). 

Desde hace ocho eliminatorias (cuando la CONMEBOL decidió una clasificatoria de todos contra todos), Argentina está obligada a visitar tanto la capital de Bolivia —a 3600 msnm— como la de Ecuador —a 2800—. Cada viaje se vive como una expedición: la cruzada argentina en el alto. La previa es tensa, los partidos comúnmente ásperos. Y los resultados pocas veces favorables. 

Fuera de lo previsto, la eliminatoria anterior ofreció un escenario histórico: la Selección ganó en La Paz temprano (octubre de 2020, fecha 2) y viajó a Quito para el cierre, en un partido sin tensiones, ya que no solo está clasificada, sino también Ecuador (terminó 1-1).

Pero, con el boleto al Mundial en el buche y Messi licenciado entonces de París, el año que terminaría con Argentina campeona mundial inició a través de un trance inesperado: Chile, su primer rival en 2022, decidió alejarse 1500 kilómetros del Estadio Nacional, su aforo tradicional, para jugar en Calama, la ciudad más alta del país. Y lo esperó a 2200 metros sobre el nivel del mar, en el Zorros del Desierto, una cancha de no más de diez mil espectadores y muy cerca del desierto de Atacama. Por primera vez en su historia, Chile anfitrionó un partido oficial fuera de Santiago. Y también, por primera vez en la suya, Argentina viajó —en una misma eliminatoria— tres veces a la altura. 

A cuatro partidos del final (exactamente igual que ahora), Chile estaba fuera de clasificación y obligado a ganar al menos dos de los duros turnos que le quedaban. Encima Arturo Vidal, su figura principal, estaba suspendido en tres de ellos. Cerraba con Brasil de visitante y luego Uruguay, en lo que podría ser un mano a mano fatal. Pero, antes de eso, tenía que ir a La Paz. Entonces iba a tomar el partido ante Argentina en el norte chileno como una adaptación a la altura cinco días de aquel otro

El Zorros del Desierto data de 1952, aunque en ese entonces lo bautizaron Estadio Municipal de Calama y solo servía para torneos amateurs. Recién tomó envergadura (y crecimiento) a fines de los 70, cuando se fundó en Calama el Cobreloa, protagonista del fútbol chileno en la década siguiente (cuatro títulos y hasta dos finales de Libertadores), y actualmente máximo campeón fuera de Santiago.

Cobreloa debe su nombre a la provincia de la cual Calama es capital, Loa, y al metal brillante de la zona: allí se encuentran algunos de los yacimientos más importantes del oro cobrizo en el planeta, como el de la mina Chuquicamata, en pleno desierto de Atacama.  

Otros equipos del norte chileno también fueron eventualmente locales en el Zorros de Calama: Cobresal (el cobre en el nombre, otra vez), Antofagasta e Iquique, que alguna vez recibió ahí a Independiente. Por eso, en 2015 el estadio tuvo su última reinauguración, adaptándose a normativas FIFA para poder volver a anfitrionar compromisos continentales

El nombre definitivo salió de una compulsa popular entre calameños: eligieron a una de las especies más representativas del desierto. Ese fue el oficial. Aunque ya desde antes, los rivales que padecieron ese ambiente de esa altura árida le habían puesto su propio apodo: El Infierno

Antes de aquel partido contra Argentina, Chile había jugado en el Zorros del Desierto solo dos veces. Nunca por los puntos, aunque la primera por motivos similares a los de aquel enero de 2022: un amistoso poco serio en 1985 frente a un equipo danés como prelación de un viaje a La Paz que terminaría en empate. Y la otra con Marcelo Bielsa, goleada a Zambia en la altura a tres semanas de Sudáfrica 2010.

Para Argentina, el desafío en el árido norte chileno implicó un imponderable que no ponía en riesgo lo urgente (la clasificación al Mundial), pero sometía a prueba lo importante: la autoestima de un equipo que venía dulce y necesitaba conectarse, más aún sabiendo que —a diferencia de lo habitual— luego no habría muchos amistosos antes del Mundial.

Encima, a diferencia de La Paz y Quito —donde los partidos son de día— Chile recibiría a Argentina en una noche fría, agudizada por la amplitud térmica de la altura y el desierto. De golpe, veinticinco grados pueden bajar a seis. Y el viento, quizás, aparecerá como protagonista. El horario del partido, a diferencia de lo habitual, no será en punto ni y media, sino a las 21.15. Un cuarto después de las nueve. 

El inesperado cambio de sede generó polémicas. Está claro que la federación chilena eligió mudar los dos últimos partidos de local a la cruda región de Antofagasta con el fin de amedrentar a sus rivales, Argentina y Uruguay, ambos criados en el llano. Y lo hizo, incluso, a un costo muy alto: abandonó un aforo de 50 mil personas para jugar en una ciudad que el gobierno chileno retrocedió en enero a Fase 3, siguiéndola de cerca por un posible estallido de Covid. Aunque no lo recuerden, hace tres años el planeta todavía estaba en pandemia.  

Capacitado para albergar doce mil personas, el Zorros del Desierto fue autorizado —tras varias reducciones— a poco más de la mitad de su aforo. Para eso fue necesaria primera una aprobación express de la CONMEBOL. Naturalmente, las entradas se agotaron cuando se pusieron a la venta, nueve días antes del partido. Chile se iba a jugar el cuero para volver a un Mundial en un escenario distópico: en el desierto, a más de dos mil metros, y ante un aforo disminuido.   

Como si fuera poco, los propios chilenos rezongaban. "La mayoría de los que jugamos afuera tampoco estamos acostumbrados a Calama", se plantó Mauricio Isla, entonces jugador del Flamengo. Y, en saga, les siguieron otros. Como Paulo Díaz, de River. A los pocos días, Isla dio positivo. Era el cuarto seleccionado desafectado por Covid y se disparaba la alerta. Alexis Sánchez, el único formado futbolísticamente en Calama, llegó de Milan dos días antes del partido. Varios nacieron en el norte, pero ninguno en la altura. El único que contaba con cierto training es Víctor Dávila: el iququeño jugaba en León de México, una ciudad a casi 1900 metros sobre el mar.  

El lunes se difundió la noticia de una amenaza de bomba en el aeropuerto de Calama. La noticia invadió los medios dedicados a la previa del partido. Después de una "minuciosa inspección", el descargo oficial fue que se trató de una "falsa alarma". Tal como hizo ante Bolivia, en La Paz, Argentina decidió aterrizar allí recién miércoles por la noche, a 24 horas del partido. El jueves, cerca de la medianoche, sabremos si esta expedición al Zorros del Desierto nos dejará otra historia sobre la altura, o no. 

Finalmente, aquel 27 de enero de 2022 Chile perdería 2-1 con Argentina en su prueba de altura y quedaría virtualmente eliminado, a pesar de ganarle tres días a Bolivia en La Paz: luego caería ante Brasil, también a Uruguay, y así cerraría su mal pasado por las eliminatorias pasadas. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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