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Pese al discurso incendiario contra la cultura, el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) de Javier Milei ejecutó millonarios pagos a productoras audiovisuales afines y otras no tanto. Jubilaciones de miseria, paritarias a la baja, pero plata para el cine hay.
En lo que va del 2024, el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), organismo intervenido por el gobierno de Javier Milei y actualmente en manos de Carlos Pirovano, destinó 2.915.549.022,78 de pesos en concepto de subsidios a distintas productoras cinematográficas. La cifra contrasta con la narrativa oficial de “no hay plata” y con los constantes ataques desde la presidencia hacia lo que Milei llama “la casta cultural parasitaria”.
Mientras se reprime a jubilados que marchan cada semana por mejoras en sus haberes y se negocian paritarias a la baja, el gobierno desembolsa miles de millones para proyectos audiovisuales. La contradicción es evidente: como el tero, Milei grita en un lado y pone los huevos en otro.
Entre los pagos más llamativos figuran:
- 49.612.500,00 a Libero Contenidos SA por “Nahir, ángel o demonio”, un título que juega con el morbo judicial de una causa mediática.
- 57.585.320,00 a Vista Sur SRL por “Radio Oriente”, uno de los montos más altos otorgados en el año.
- 39.842.448,14 a Pensa & Rocca Producciones SRL por “La burbuja”, en concepto de subsidio por medios electrónicos y sala.
- 36.212.000,00 a Tarea Fina SRL por “La llegada del hijo”, monto que se repite en varios subsidios como patrón de asignación.
- 34.566.889,13 a Le Tiro SRL para “Guerra de verano”, otra producción financiada por el fondo de fomento, pese al ajuste.
En total, son más de trescientos títulos beneficiados durante el año 2024. Muchos de ellos ya contaban con subsidios previos, lo que sugiere una política de continuidad con el sistema que el propio Milei prometió dinamitar.
Mientras los hospitales reducen guardias, los docentes negocian salarios por debajo de la inflación y las universidades denuncian ahogo presupuestario, un sector de la industria del cine parece haber encontrado un oasis en medio del desierto libertario.
Incluso más, el gobierno se vanagloria de esta gestión. En declaraciones recientes, funcionarios del área cultural celebraron que se hayan “optimizado procesos” y “reducido gastos superfluos”, al tiempo que los fondos siguen fluyendo hacia productoras, muchas de ellas históricamente beneficiadas por los gobiernos kirchneristas.
La contradicción entre el discurso público y la acción concreta es difícil de justificar. Desde su asunción, Milei ha atacado al cine nacional como parte del gasto “improductivo” del estado. En redes sociales calificó de “ñoquis” a actores y directores, y su ministra Sandra Pettovello eliminó varias líneas de financiamiento cultural.
Sin embargo, el presupuesto ejecutado desmiente esa política de motosierra total. El cine, al menos por ahora, parece no estar entre los recortes más severos del gobierno. La pregunta es si esta política responde a compromisos previos, a acuerdos que sobreviven detrás del show discursivo, o a una estrategia deliberada de confusión pública.
Si algo define a este gobierno, es su capacidad para construir narrativas potentes que no siempre se condicen con los datos duros. En este caso, el cine nacional aparece como un ejemplo paradigmático: un blanco fácil para la retórica, pero no tanto para el ajuste real.
Los casi 3.000 millones de pesos que el INCAA distribuyó durante 2024 invitan a una reflexión más profunda sobre las verdaderas prioridades del ejecutivo. Y, sobre todo, dejan flotando un interrogante incómodo: ¿Estamos ante un gobierno de principios, o simplemente ante un guion más del cine político argentino? A la luz de los datos, la pregunta se responde sola. Por lo pronto, el presupuesto dispuesto para el organismo durante este 2025 alcanzará los 8 millones de dólares, la mitad de los cuales será destinado a subsidios y, el resto, a festivales y eventos (www.REALPOLITIK.com.ar)
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