
Municipales
Más allá de la tendencia a la polarización, la experiencia de los últimos años invita a la prudencia cuando se analizan las probabilidades de éxito de una opción “moderada”.
Quienes observamos con inquietud la profundización de la ola polarizadora promovida desde el universo político, podríamos identificar no obstante ciertos denominadores comunes en ambas orillas de la grieta. Distintos emergentes surgidos en el marco de la realización de grupos focales durante los últimos tiempos, podrían desorientar a agudos observadores al momento de dar cuenta del posicionamiento político del emisor.
En ese marco, entre quienes se inscriben en las filas del pero-kirchnerismo se reconoce en buena medida la necesidad de modificar el paradigma de funcionamiento del estado (“era insostenible ese nivel de gasto y había que reducir el estado de alguna manera”) y se pondera favorablemente el ordenamiento del espacio público: “había que rediscutir cosas que se daban por sobreentendidas como por ej. si la calle se usa solamente para que la gente salga a protestar o para que todos circulemos”.
Mientras tanto, en la vereda de enfrente, entre los adherentes al oficialismo nacional se reconoce en numerosas ocasiones un malestar por el estilo y las formas del Presidente, (“el que piensa distinto a él es visto como enemigo, y vos podés tener otra perspectiva”) y se advierte que “el fin no justifica los medios” y el proceso de ajuste no puede realizarse a expensas del abandono a los grupos vulnerables como los jubilados y la renuncia a banderas insignia de nuestro país como la defensa de un sistema de educación y salud pública de calidad: “dijo -en referencia al Presidente- que era la casta la que iba a pagar el ajuste y resulta que parece que la casta son los docentes y jubilados entonces”.
No está claro que la demanda necesariamente vaya a ordenar la oferta electoral, y la dirigencia parecería ir por detrás de los acontecimientos en lugar de asumir un papel de vanguardia que permita definir una hoja de ruta posible. No obstante, así como muchos no hemos dimensionado la velocidad y alcance con la cual emergió el “fenómeno Milei”, tal vez estemos asistiendo a otros movimientos que, aunque a priori imperceptibles desde una mirada superficial, podrían estar sedimentando una propuesta diferente.
Es evidente la ausencia en la actualidad de una propuesta con la suficiente capacidad de gravitación que permita aventurar la existencia de una tercera vía con proyección. No obstante, sí es posible reconocer durante los últimos tiempos algunos intentos de “desmarque”, motorizados por algunos nuevos espacios y referentes que no parecen dispuestos a firmar su adhesión a la unidad o armado de coalición sin atender a la letra chica del contrato.
Desde esta perspectiva, del mismo modo que buena parte de los “ñoños republicanos” reclaman la preservación de la institucionalidad, el diálogo y la tolerancia al disenso como requisitos para sostener el acompañamiento al gobierno, numerosas voces dentro del pan peronismo han subrayado la necesidad de promover una renovación dirigencial y la incorporación de “nuevas melodías” en el repertorio como precondición para sellar la unidad del espacio.
La experiencia de los últimos años invita a la prudencia cuando se analizan las probabilidades de éxito de una opción “moderada”. Los antecedentes dan cuenta de que, más allá de la declaración de intenciones para construir una alternativa de esta naturaleza, algunos de los principales referentes que asumieron a priori esa orientación han cedido a la tentación de continuar sus destinos en la órbita de los espacios mayoritarios.
De lo que sí no caben dudas es de que hay una agenda pendiente. En estos días al menos algunos parecen haber intentado recoger el guante. La sociedad asiste expectante a una dirigencia que pueda estar a la altura de las circunstancias.
(*) Sebastián Halperín es sociólogo (UBA), Máster en Ciencia Política (Universidad de Barcelona). Analista de opinión pública.
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