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En el cierre de su gira internacional, Javier Milei intentó mostrar respaldo empresarial en Madrid, pero terminó protagonizando un acto sin peso real, rodeado de ejecutivos de segundo orden y sin presencia de los grandes referentes del sector privado español.
En el cierre de su gira internacional, Javier Milei volvió a apostar por el marketing político: el embajador Wenceslao Bunge Saravia, íntimo del canciller Gerardo Werthein organizaron una reunión con empresarios españoles en la embajada argentina en Madrid, en un encuentro que, lejos de mostrar poder de convocatoria, evidenció una preocupante falta de respaldo empresarial de peso. Según se comunicó oficialmente, la mayoría de los asistentes fueron directores generales, CEOs regionales o simples consejeros, un escalón muy por debajo de lo esperable para un presidente de la Nación.
La cita fue vendida por el entorno libertario como una muestra de confianza internacional hacia la "Argentina del cambio", pero el nivel jerárquico de los empresarios revela otra cosa. Héctor Grisi Checa (consejero delegado del Banco Santander), Jorge Sáenz-Azcúnaga Carranza (CEO para América Latina del BBVA Francés), Pedro Larrea Paguga (director general de Naturgy), e Ismael Clemente (CEO de Merlin Properties), entre otros, integraron una lista donde brillaron por su ausencia los verdaderos popes del empresariado español. Ni presidentes de compañías ni líderes de conglomerados. Ni siquiera Antonio Garamendi, presidente de la poderosa patronal española CEOE, quien el año pasado estuvo presente pero esta vez pegó el faltazo, probablemente aún disgustado por los exabruptos de Milei contra la esposa de Pedro Sánchez.
Lo cierto es que, partiendo del protocolo más elemental, un presidente de la Nación no debería reunirse con ejecutivos de segundo o tercer orden. En la lógica diplomática europea, el par de un presidente es, como mínimo, el presidente de una compañía. Más abajo, la reunión pierde jerarquía institucional y se transforma en una reunión informal, casi decorativa.
Según lo manifestó un periodista español a este medio, amplios sectores de la política española interpretaron la reunión como un fracaso: “Aquí, esos tipos son cuatro de copas. Un director general no puede estar sentado frente a un presidente. Es un nivel muy bajo para un encuentro oficial”. La lectura es demoledora: Milei no logra mover el amperímetro en Europa, y la expectativa de que España vuelva a liderar un ciclo de inversiones en la Argentina luce cada vez más lejana.
Tampoco ayuda el contexto internacional. Telefónica, emblema de las inversiones españolas en América Latina, se retiró de Argentina a principios de año, vendiendo su filial al Grupo Clarín y a un fondo mexicano. La tendencia es clara: las grandes firmas se repliegan hacia mercados más previsibles ante el avance de los conflictos geopolíticos y la guerra comercial entre China y Estados Unidos.
Aunque Milei intentó suavizar su enfrentamiento con Pedro Sánchez -a quien llamó “bandido local” aunque sin nombrarlo-, el daño ya está hecho. A ello se suma la bronca por evitar el saludo de cortesía al rey Felipe VI de España. Mientras el presidente español enfrenta su propia crisis política por denuncias de corrupción, Milei apunta a borrar del tablero sus propios escándalos -con la criptoestafa a la cabeza- que golpean incluso a su hermana Karina Milei, secretaria de la Presidencia de la Nación.
El libertario, que ya dejó en claro su intención de presentarse a la reelección en 2031, necesita resultados concretos. Hasta ahora, su "diplomacia paralela" se limita a actos de autobombo, premios entre amigos y charlas con empresarios que no toman decisiones reales. La economía argentina, aunque con algunos indicadores en mejora, aún no logra mostrar una recuperación palpable para el ciudadano de a pie y al interior del gobierno preocupa y mucho el estado de la balanza de pagos. Y sin inversiones genuinas, sin créditos internacionales y sin respaldo empresarial sólido, el sueño libertario amenaza con volver a estrellarse contra la misma pared con la que ya chocaron todos sus antecesores. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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