
Cultura
Con un estadio repleto desde temprano, La Vela Puerca repasó su repertorio con la fuerza de siempre, combinando la buena recepción de sus discos recientes con clásicos que marcaron generaciones.
La previa en los alrededores del Club Atenas ya anticipaba lo que vendría: ambiente festivo, camisetas, mates y muchas ganas de cantar. A las 21:00, se sintió el primer estallido cuando las luces bajaron y la banda subió al escenario. Fue el inicio de una liturgia que duraría casi tres horas.
Con una grieta generacional completamente unida, el combo sonoro cruzó riffs viejos y nuevos. No faltaron himnos como “El viejo”, “Va a escampar” y “Zafar”, junto con canciones de Discopático, su disco más reciente, que sigue consolidando la identidad rockera y combativa de la banda.
Luego del show, en Bukowsky Bar, me crucé con el “Enano” (Sebastián Teysera), cantante de la banda, que se tomó un rato con parte del staff. Me dijo: “Estamos muy contentos con esta gira. En cada lugar nos reciben con una energía hermosa y hasta con regalos. Estamos disfrutando mucho este momento de la banda. Se viene un año muy cargado de shows”.
En lo visual, la puesta fue precisa y dinámica: luces, pantallas y proyecciones acompañaron la energía de las letras, cargadas de crítica social, ternura y vitalidad. El público respondió con saltos, cantos y un entusiasmo que no decayó.
La noche avanzó entre momentos explosivos de ska, rock y emoción. Aunque no hubo homenajes puntuales, la conexión con el público fue profunda, reafirmando el vínculo inquebrantable entre La Vela y su gente.
Para el cierre, dejaron lo mejor: acordes contagiosos, coros colectivos, una fiesta compartida y una promesa de continuidad. Fue un viaje sonoro que entrelazó pasado, presente y vigencia con la identidad única de la banda de Montevideo. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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