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Tras dieciocho meses de gestión, Javier Milei y Luis “Toto” Caputo enfrentan una debacle económica marcada por recesión, endeudamiento récord, salarios destruidos, corrida cambiaria y creciente desconfianza política, que alimenta versiones de un final anticipado de mandato.
Tras dieciocho meses de gestión Javier Milei y Luis “Toto” Caputo no pueden disimular su fracaso. La economía real destruida: las empresas que cotizan en Wall Street y las que no con su capital hecho añicos, varias de las más sólidas en convocatoria de acreedores y las pymes que consiguieron sobrevivir al borde de la desaparición. Los salarios y el empleo heridos de muerte: el sector público desfinanciado y desarticulado aún en sus expresiones más elementales como educación, salud, discapacidad y previsión social, el riesgo país en los 1100 puntos básicos, los bonos soberanos por el piso y el dólar en el techo de la banda. Y esto sin considerar la andanada de pagos de intereses del año próximo ni los dos nuevos vencimientos gigantescos de obligaciones que lo acechan antes de las elecciones nacionales del mes próximo.
Pocas frases quedarán más instaladas en el imaginario popular que la soberbia expresión de Luis Caputo: “Comprá, campeón”. Su proverbial soberbia profundizó una debacle que reconoce demasiados precedentes dentro de esta gestión y a la que se fue atando con alambre con las liquidaciones excepcionales del campo, el blanqueo o el préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI). Pese a lo que el gobierno diga, la base monetaria se multiplicó por cuatro desde la asunción de Javier Milei; el endeudamiento creció más de 100.000 millones de dólares y el monto de las renegociaciones internas de obligaciones con los bancos alcanza cifras astronómicas, aunque aún difíciles de calcular.
El impacto de la paliza electoral aceleró la debacle, pero no la provocó. De hecho, aún consiguiendo exitosos resultados electorales el panorama hubiese sido similar, aunque tal vez un poco más extendido en el tiempo. Incluso los economistas más destacados del establishment han destacado que no había un “riesgo kuka”, sin un “riesgo Milei”.
Con irracional insistencia el gobierno pretende profundizar un programa de transferencia de recursos y de timba financiera al que la sociedad –y hasta el propio sistema económico y financiero- le ha dado la espalda. La insistencia en los vetos de cuestiones esenciales y sensibles para los argentinos, como la discapacidad o la universidad pública, sólo demuestra su miopía y su falta de tacto. Ni qué decir del veto aplicado a los ATN con las provincias, justo cuando el gobierno precisa cerrar acuerdos con los gobernadores.
No contentos con esto, también se anunciaron nuevos recortes drásticos en salud y educación públicas. Para un gobierno marcado por la sombra infamante de la corrupción estructural resulta demasiado. Su gobernabilidad se deshace tras la confirmación de que la verdadera presidenta delegada por su hermano es la astróloga Karina Milei, con todo el bagaje de sospechas y denuncias que arrastra. Para colmo de males, la acaramelada foto de su hermana con Martín Menem en el aeropuerto Internacional Teniente Benjamin Matienzo sólo agrega más leña al fuego: el presidente de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación está empoderado y es intocable, pero al parecer esto no se debe a sus méritos políticos. Mientras tanto, Javier no quiere escuchar a quienes le aconsejan deshacerse de ella para tratar de sobrevivir políticamente: esa opción está absolutamente afuera de su raciocinio.
Provisoriamente el peso de la gestión ha recaído sobre el ministro de Economía, Luis Caputo. La opción de Guillermo Francos fracasó porque no tiene competencia alguna sobre el manejo de las finanzas públicas. Pero al “Messi de las finanzas” le están creciendo los enanos. Este viernes el dólar minorista cerró a 1465 pesos en el Banco de la Nación Argentina, con una suba de 20 pesos y sólo 6 pesos por abajo del techo de la banda, y esto porque Caputo quemó 100 millones de dólares para frenar la escalada y el Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES) agregó otros 200 millones de dólares en bonos. Los financieros tocaron el techo de la banda y en el Banco Nación se vende a 1.465 pesos.
Sin embargo, su movida consiguió afectar a los dólares financieros. El CCL y el MEP perforaron el techo de la banda (1.470) y cotizan a 1.476 pesos. Lejos de reconsiderar su estrategia que está saqueando el erario público y las garantías de la previsión social, en Economía siguieron “canchereando”, asegurando que cuentan con 22.000 millones de dólares para frenar la corrida. Otra vez el “Comprá, campeón”, y los campeones le hacen caso.
El director del Banco Central, Federico Furisase, fue el encargado de desplegar las plumas de pavo real esta vez. “¿Por qué deberíamos anunciar que hay 6.000 millones de dólares si ya anunciamos que en el techo de la banda hay 22.000 millones de dólares? Que algunos no lo crean no es algo que dependa de nosotros. Solo lo comprobarán si lo testean”.
La respuesta a la corrida de este viernes contó, además, con el apoyo de “buenos amigos” de Caputo que aportaron dólares y bonos. Pero la falta de flexibilidad para adaptarse a las actuales condiciones están arrasando con las reservas efectivas: al Tesoro apenas le quedan 900 millones de dólares, demasiado poco para afrontar lo que vendrá. Sobre todo si se tiene en cuenta que, antes de las elecciones del 26 de octubre, el gobierno tiene que afrontar un vencimiento de 1.200 millones de dólares con el Club de París. ¿Con qué lo afrontará? El mercado sospecha que lo hará con los encajes de los depósitos de particulares, una práctica que ya viene aplicando. En términos libertarios, el gobierno se apropia de “la nuestra”. ¿Qué pasaría si los ahorristas decidieran retirar en masa sus ahorros para llevarlos al colchón?
Caputo insiste en mantener el dólar planchado por debajo de la banda superior hasta los comicios, por lo que negocia con el FMI una autorización para quemar las escasas divisas que le quedan, para luego eliminar el sistema de bandas y dejar librado el dólar a su suerte, lo que significa en la práctica provocar el Apocalipsis económico, financiero y social. El problema es que el mercado lo sabe y por ello trata de acceder a dólares baratos antes de que se dispare el caos. ¿Llegará a octubre con el acotado capital del que dispone? Nadie, ni aún el más optimista, se animaría a asegurarlo.
En este contexto desquiciado Milei se apresta a presentar en cadena nacional, el próximo lunes, el presupuesto 2026. La magnitud de los recortes invita a pronosticar que su impacto no será neutro. Más aún en un clima social enrarecido, donde los eventos contra la gestión se incrementan cotidianamente.
Es por este motivo que las especulaciones sobre un final anticipado se multiplican, y todas apuntan a un mismo factor organizador: el Círculo Rojo. Ha trascendido que se evalúan tres opciones presidenciables para suplantar a Javier Milei: Victoria Villarruel, Juan Schiaretti –aunque habría que esperar a que asuma como diputado nacional en diciembre- y el gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, con el respaldo de los gobernadores de Provincias Unidas. Lo que pretende el establishment es reemplazar a un Milei que está destrozando la Argentina por una opción afín y no peronista. Por esta razón es que se han multiplicado las apariciones de referentes de UxP explicitando su oposición a esta alternativa.
Paradójicamente, quien se presentaba como el responsable de “clavar el último clavo del kirchnerismo” es quien hoy más necesita su respaldo. ¿Contradicción? En absoluto. Lo que sería absurdo en cualquier otro país es perfectamente normal en la Argentina. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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