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El director teatral Guillermo Ale y el actor Jorge Sarno conversaron con REALPOLITIK TELEVISIÓN (www.realpolitik.tel) sobre “300 mm, una ciudad bajo el agua”, la obra que revive, desde el arte y la memoria colectiva, la inundación del 2 de abril de 2013 en La Plata, a partir de testimonios reales, simbolismo y un elenco de treinta y tres actores.
“La idea de trabajar con treinta y tres actores no fue una cábala, sino una búsqueda estética. Necesitaba muchos cuerpos en escena para generar imágenes con la potencia suficiente como para que el espectador se lleve un estímulo perturbador, curioso y movilizador sobre lo que fue la inundación”, explicó Guillermo Ale al comienzo de la entrevista.
El director destacó que sobre aquella tragedia existe muy poco material artístico: “Hay apenas dos libros, un documental y algunos registros sueltos. Eso también me llevó a preguntarme por qué hay tan poco. Hay algo de tabú, de querer esconder o callar. El teatro, en cambio, permite verbalizar emociones y evitar que la memoria perezca tan rápido”.
En ese sentido, remarcó el valor de la ficción para abordar una tragedia social: “Usamos muchos testimonios reales, pero también figuras literarias, símbolos, metáforas. No hacemos una pornografía del dolor. Nos metemos en esa fibra sensible para que eso se le meta al espectador como un virus incurable y lo obligue a hacerse preguntas que muchas veces uno no se hace”.
Ale también se refirió a la noción de memoria colectiva: “Cuando hay muertos hay historias, y cuando hay historias hay memoria. Todavía hay huellas que no se están sanando. Poniendo en palabras el dolor, vuelve todo como nuevo, aunque hayan pasado más de diez años. Para muchos la historia terminó cuando se apagaron las cámaras, pero para quienes lo vivieron, cuando se fue el agua empezó la verdadera devastación: la material, la física y la psicológica”.
Sobre el proceso creativo, contó que la obra también se nutre de la historia fundacional de La Plata y del vínculo trágico de la ciudad con el agua: “Leyendo sobre la fundación descubrí que el primer intento de inauguración se suspendió por un diluvio. A los pocos días volvió a llover. Empecé a pensar que hay algo de nuestra genealogía ligado a esto, como si la ciudad estuviera marcada”.
Desde el escenario, la experiencia es profundamente personal para Jorge Sarno, quien vivió la inundación en carne propia: “Para mí esta obra representa muchísimo. Yo la viví, la padecí. Cada escena despierta memoria emotiva. Hubo pérdidas materiales, pero también afectivas, cosas que no se recuperan más”.
El actor subrayó que la obra funciona como un homenaje: “Lo tomamos como un tributo al centenar de víctimas, pero también a esos héroes anónimos que esa noche ayudaron a otros, rescataron gente, acompañaron. Eso también es parte de lo que queremos honrar”.
Ale explicó que el teatro, en este caso, actúa como una herramienta para transformar el dolor: “El arte no te salva, es un analgésico. No te cura, pero te ayuda a entender el dolor, a apaciguarlo, a comprender la condición humana. La idea es meternos en el dolor personal y colectivo, transformarlo y hacer de eso un hecho artístico”.
Sobre el rol del estado y la comunidad, el director contó que evitó una mirada lineal o partidaria: “Al principio tenía mucho rencor hacia las instituciones, pero después entendí que si lo dejaba así iba a reducir la experiencia de la gente. Me paré del lado de la víctima, de quienes nunca son escuchados, para que desde ahí surjan las preguntas hacia arriba”.
En cuanto a la puesta en escena, el director adelantó que se trata de una propuesta visual intensa: “Es una obra minimalista en recursos, pero muy potente en lo corporal. Con los treinta y tres actores armamos mareas humanas, festejos, escenas históricas. Son cuadros que cambian cada pocos minutos. Hay audios testimoniales de la época que se mezclan con lo simbólico”.
También hay lugar para el humor, aunque desde la ironía: “El humor funciona como una salida de emergencia. Sirve para respirar y después volver a sumergirse en lo dramático. Incluso en las grandes tragedias el humor aparece como una forma de resistencia”, explicó Ale.
Finalmente, Jorge Sarno sintetizó el espíritu de “300 mm, una ciudad bajo el agua”: “Lo vivimos como un acto de memoria, de homenaje y también de sanación colectiva. No olvidar es una forma de seguir pidiendo justicia”. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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