Municipales
Acorralado por la interna panperonista y sin poder propio, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, enfrenta un final de mandato marcado por disputas, fragilidad y aislamiento.
Axel Kicillof sigue pagando el costo de sus indefiniciones y de su temor a asumir el liderazgo. No fue capaz de romper con el cristinismo antes de las elecciones de este año, y concedió lugares en las listas de manera ingenua e irracional, por lo que ahora quedó en situación desesperante en la Legislatura provincial. Pese a que el panperonismo incrementó sus bancas, la parte del león se la llevaron sus competidores en la interna. En la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires, La Cámpora le pasó el trapo, mientras que en el Senado de la provincia de Buenos Aires se garantizó quince se las veinticuatro bancas. El gobernador apenas tendrá un legislador más que el Frente Renovador.
Para el gobernador, Diputados es territorio enemigo y si consiguió finalmente la aprobación para el endeudamiento largamente postergado, lo hizo al costo de tener que hacer grandes concesiones a la oposición y a La Cámpora, que consiguió retener las carteras y las cajas que venía usufructuando en la administración provincial. Para peor, ese endeudamiento ha sido cuestionado por el gobierno nacional y hay dudas de que pueda concretarse.
La interna panperonista se ha convertido en una verdadera guerra de guerrillas. El lunes pasado tuvo lugar una violenta discusión tras la jura de los nuevos legisladores sobre la asignación de la primera vicepresidencia del Senado provincial. Allí había cuatro candidatos: Sergio Berni, Mario Ishii, Gabriel Katopodis y la postulada por Kicillof, Ayelén Durán, con pasado camporista para luego romper para alinearse detrás de Andrés “El Cuervo” Larroque.
Los niveles de agresión que alcanzó esa disputa precedieron la decisión de Berni de trasladarse a los despachos de la vicegobernadora, Verónica Magario, para exigir su designación. Hay dos problemas centrales: por un lado, la vicepresidencia primera es un cargo estratégico no sólo para operar dentro del Senado, sino también el responsable de presidir las sesiones en ausencia de la vicegobernadora. Además le asigna un segundo lugar estratégico en la eventual sucesión del gobernador.
Pero, además, Kicillof no tiene futuro: en la provincia es un pato rengo, sin reelección ni base política propia, ya que sólo cuenta con la “prestada” por los intendentes del forzado Movimiento al Futuro. Y a nivel nacional su futuro no es menos oscuro: no supo capitalizar su victoria en las provinciales de septiembre y no consiguió desactivar las operaciones que le adjudicaron la paternidad de la derrota de las nacionales de octubre, en cuya campaña ni siquiera intervino. Más aún, ni siquiera hubo campaña, con un pésimo candidato como cabeza de lista.
Asi las cosas, y ante la falta de acuerdo dentro del panperonismo, Carlos Kikuchi –el único de los vice que continúa en el Senado-, se quedó provisoriamente con la vicepresidencia primera. Tan grave es la situación que, para Kicillof, Kikuchi es una garantía mucho mayor que la mayoría de los postulantes del frente que aún sigue integrando. Es una situación que no conseguirá sostenerse más allá del mes de marzo, pero en el entretanto las demandas, las operaciones y las pretensiones internas lo asfixiarán.
Por si fuera poco, debe resolverse la sucesión de Máximo Kirchner en la presidencia del PJ bonaerense. Kicillof jamás tuvo el coraje para postularse, y la competencia parece quedar reducida a un candidato de compromiso, con diálogo con todos pero alineado con Cristina Fernández de Kirchner: Federico Otermin. Para confrontarlo, la vicegobernadora analiza presentarse, con el apoyo de varios intendentes. A la postre, su pasado como intendenta le imprime comportamientos y miradas sobre la política que comparte con sus pares. El gobernador, en cambio, es un extraterrestre en la provincia maldita.
Tan débil se lo ve y tan frágil se lo prevé para el tramo final de su mandato, que todos juegan desde ahora su juego sucesorio. Dentro de la interna del peronismo, en La Libertad Avanza, en lo que queda del Pro. Con la Cámara de Diputados provincial secuestrada por La Cámpora, la única garantía de gobernanza para la gestión, aunque escasamente sólida por ahora, es la vicegobernadora Magario y el control que pueda imprimirle al Senado provincial.
En sus afiebradas consideraciones, en el entorno de Kicillof imaginan un acercamiento con Provincias Unidas, pero también en este caso le pasó por encima la cronología: el momento era el de la confección de las listas provinciales, previa ruptura con Cristina. Ahora la tercera via luce agotada y derrotada en las urnas de todo el país tras las dos instancias electorales de este 2025, por lo que estará condenado a tratar de sobrevivir en los próximos dos años, si es que no se queda antes sin gas. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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