“El objetivo del trabajo fue analizar en qué medida la nueva correlación de fuerzas políticas, con un oficialismo que comenzó en minoría pero que luego sumó apoyos legislativos, se traduce en expectativas reales de gobernabilidad y de capacidad para avanzar con reformas estructurales”, explicó Sebastián Halperín. En ese sentido, señaló que el gobierno tiene por delante una agenda “muy desafiante”, vinculada a las denominadas reformas de segunda generación, como la laboral, la tributaria, el presupuesto y el Código Penal.
Uno de los principales hallazgos del estudio, según el analista, es la persistencia de la grieta, incluso en el plano de las expectativas. “Entre los votantes de Sergio Massa en el balotaje de 2023, uno de cada dos cree que el actual gobierno no va a poder cumplir ninguno de los objetivos que se plantea”, indicó. De ese universo, apenas un 4 por ciento reconoce la baja de la inflación como un logro, mientras predominan visiones negativas asociadas a privatizaciones, alineamientos internacionales y beneficios concentrados en los sectores más ricos.
En contraste, Halperín detalló que “el 60 por ciento de quienes votaron a Javier Milei reconoce la baja inflacionaria y cree que se puede profundizar en esa dirección”. Sin embargo, advirtió que allí aparece una alerta para el oficialismo: “La inflación ya no está en el top de la agenda ciudadana. Funciona casi como un crédito dado, y ahora se le exige algo más al gobierno”.
Ese “algo más”, explicó, está directamente relacionado con el poder adquisitivo, el empleo y la estabilidad. “Hoy, además de la pobreza, el principal problema es el desempleo, pero no solo para quienes no tienen trabajo, sino también para quienes temen perderlo o sienten que con sus ingresos no llegan a fin de mes”, afirmó. En ese marco, recordó que más de la mitad de la población tiene dificultades para cubrir sus gastos mensuales, lo que configura “un cuadro de pauperización y vulnerabilidad muy grande”.
Halperín remarcó que incluso entre votantes del oficialismo aparece una sensación de frustración: “En los grupos focales se escucha mucho la frase ‘sí, la inflación bajó, pero la plata me alcanza cada vez menos’”. A esto se suman cuestionamientos a la medición de la inflación, por el atraso de la canasta básica y la subestimación del impacto de los servicios públicos en los ingresos familiares.
Respecto de la reforma laboral, el sociólogo explicó que la opinión pública se encuentra dividida. “Hay quienes creen en un círculo virtuoso: reforma laboral, más empleo en blanco, mayor recaudación y mejores jubilaciones. Pero también están los más críticos, que recuerdan experiencias pasadas de flexibilización laboral que no generaron empleo si no estuvieron acompañadas por una reactivación productiva”, señaló.
Otro punto relevante del estudio es la percepción sobre la corrupción, donde también se reproduce la lógica de la grieta. “Para los votantes de Milei, la corrupción parece tener un solo color y estar asociada al kirchnerismo, mientras que del otro lado ocurre un efecto espejo”, explicó Halperín, quien subrayó el rol de los medios y las redes sociales en la construcción de estas miradas polarizadas.
En términos generales, el analista sostuvo que el programa económico es percibido como sólido para bajar la inflación, pero no necesariamente para mejorar la macro en su conjunto. “La gran pregunta, incluso entre los propios votantes de Milei, es si esto va a derramar y cuándo va a llegar al bolsillo”, afirmó.
Finalmente, Halperín advirtió sobre los límites de la llamada “luna de miel” del gobierno. “El apoyo actual no es un cheque en blanco. En buena medida, es un voto con la nariz tapada, basado más en el temor al regreso del pasado que en beneficios concretos en el presente”, concluyó, y señaló que la confianza social está fuertemente atada a expectativas futuras que, si no se materializan, pueden erosionarse rápidamente. (www.REALPOLITIK.com.ar)