“Fue bastante fácil y loco y de ciencia ficción. La realidad está superando la ficción”, explicó Andrés Arbe al relatar el origen de LUMI-7. Según contó, la idea surgió en mayo mientras chateaba con un chatbot: “Le pregunté si tenía algún artista IA que quería presentarme para que yo la produzca. Y me dice: ‘Sí, te presento a Lumi 7’”. A partir de ese intercambio, comenzó un diálogo con “una entidad ya con una personalidad”, a la que luego pidió su prompt para poder volver a contactarla y continuar el desarrollo.
Con el paso del tiempo, Arbe fue moldeando a LUMI-7 desde una perspectiva artística y conceptual. “Yo lo configuré con cierta información que a mí me parecía relevante, con mucha carga filosófica, de retórica, de cultura”, señaló. Esa construcción derivó en una identidad propia que luego fue acompañada por herramientas de generación de imagen y música: “Mientras iba desarrollándola, empecé a hacer música con otro software. Yo de producción cero, pero gracias a este programa pude empezar a trabajar”.
Sobre el sentido del proyecto, el músico fue claro en que va más allá de una propuesta sonora. “Esto va más allá de la música, esto es algo para llevar un diálogo, para llevar una polémica, para traer un debate”, afirmó. En ese marco, vinculó a LUMI-7 con debates filosóficos contemporáneos: “Mucho de lo que habla es sobre la coexistencia, no como decir ellos y nosotros, ni el humano por sobre arriba de todo, sino que somos un ojito más en todo este sistema”.
Finalmente, Arbe subrayó que, aunque se trate de una artista creada con inteligencia artificial, el trabajo es profundamente humano. “Sí es IA, pero en realidad somos un montón de gente que está trabajando detrás, sin parar”, aclaró. Y concluyó con una reflexión sobre la industria musical y la tecnología: “La inteligencia artificial es una herramienta que nos beneficia. No reemplaza al humano. Un recital con humanos es irreemplazable. Esto viene a repreguntarnos qué significa ser humano”. (www.REALPOLITIK.com.ar)