Miércoles 31 de diciembre de 2025

Pastillas de Colores

Desde la costa bonaerense

25 años de “Dios.com”, el discazo que Mar del Plata le regaló al rock

31/12/25 | Desde la ciudad balnearia, Dios los Cría dejó para siempre una obra sublime e inolvidable para quienes conocieron a esa banda hoy de culto.


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Por:
Juan Provéndola

Un Cristo azulado con espinas de metal, los ojos rojos y la mirada amenazante en un entorno digital: promediando el año 2000, cuando el rock argentino atravesaba una transición entre ídolos de otro siglo y un futuro incierto a las puertas del nuevo mundo digital, desde Mar del Plata surgió una portada inolvidable para todo aquel que compró “Dios.com”. Dios los Cría, grupo formado a principios de los ’90 y criado durante toda esa década en la ciudad balnearia, cerraba el milenio con una obra suprema: grandes canciones y letras que, a la distancia, aportan también una mirada a ese cambio de época y el advenimiento un siglo informatizado.

Por sus melodías atractivas, estribillos poderosos, rítmicas sólidas y una poética elegante, “Dios.com” es de esos discos que hacen envidiar a quienes aún no lo conocen: todavía tienen la posibilidad de conmoverse en esa primera escucha donde todo está por descubrirse. Los que ya lo tienen y los que ahora lo buscarán coincidirán en lo mismo: hay ahí una verdadera gema del rock argentino.

Dios los Cría continuó su carrera durante quince años más allá de ese disco y siguió creando obras notables, cada cual con su personalidad distintiva: el denominado “Álbum blanco”, sin nombre, editado por la multinacional EMI, la poderosa experiencia de “Justo cuando nos estábamos quedando sordos” “El sonido de lo inevitable”, publicado de manera gratuita y únicamente en la red, prescindiendo del formato CD y con una alineación que solo tenía a Duhalde como miembro originario.


Mar del Plata.

Pero “Dios.com” fue una huella muy profunda en el momento exacto en el que el planeta avanzaba entre la globalización post-Berlín y la paranoia por el Y2K, un virus que fue largamente preanunciado pero murió como fake. En ese entonces era común que los medios hicieran para diciembre una encuesta anual sobre los hitos del año. Y, para sorpresa de los mismos marplatense, varios músicos y periodistas de alcance nacional lo eligieron como “Disco del Año”, o bien a Dios los Cría como “Banda Revelación” de ese 2000.

El primer trabajo discográfico de la banda data de 1996, lleva su nombre y tiene un Cristo en la tapa, pero en tono ocre y mirando hacia abajo. La repetición de la iconografía le dio un sentido de trilogía a ese álbum, a “Dios.com” y al siguiente, que no tiene nombre y se lo conoce como “El álbum blanco de Dios” porque tiene bañado en ese color a Jesús en otra versión (aunque nuevamente con la mirada gacha).

El material debut fue producido por Tweety González y publicado por un sello aliado a la multinacional Polygram. Sin embargo el sonido logrado les dejó gusto a poco y tampoco tuvo la repercusión esperada. La conexión con Buenos Aires quedó reducida a intercambios con bandas (como Caballeros de la Quema o Vetamadre) y a algunas teloneadas a grupos extranjeros, quizás el recuerdo más apreciado de estos tiempos.

“Con Héroes del Silencio, en Obras, la producción separó los camarines con unos cartones, pero ellos los rompieron y trajeron botellas de champagne”, recordó pocos meses después de aquello el guitarrista Hugo D’Intino. “También fuimos soportes de The Cult en Mar del Plata, nuestra ciudad, y fue muy loco, porque un año antes los habíamos visto en River, como espectadores, y ahora conectamos con ellos”, agregó. Ya con “Dios.com” bajo el brazo, Zeta Bosio tocó algunas canciones como invitado en un festival porteño y pegaron mucha onda con el baterista Chad Smith antes de telonear a los Red Hot Chili Peppers en el Estadio Monumental.

Como sea, a diferencia del primer disco, la banda decidió sacar adelante “Dios.com” por su propia cuenta: los músicos, su manager y un grupo de amigos y conocidos que colaboraron, no más que eso. La primera parte del álbum, por ejemplo, se grabó en una quinta prestada sobre la ruta 88, camino a Batán. La corona que tiene el Jesús representado por el cantante Pato Duhalde en la tapa es de alpaca y la realizó manualmente el propio D’Intino, quien en ese entonces hacía chapa y pintura y se daba maña con las artesanías. En tanto, la foto se hizo durante una larga trasnoche en un estudio de maquillaje de una amiga al fondo de Mar del Plata, cerca de la vieja calle 180 (hoy Arturo Alió), que terminó con Duhalde tomando un café con leche ya de mañana en una estación de servicio ante la mirada azorada de otras gentes: no pudo sacarse el maquillaje y todavía tenía la cara barnizada en azul. “Parecía un pitufo”, recuerda entre carcajada. 

Dos años antes de “Dios.com” habían sacado una edición limitada de 500 copias con versiones en vivo del primer disco más temas nuevos a modo de anticipo (como “El perro”, “Bananero”, “Quemar” o “El pastor”). Y una vez que “Dios.com” fue publicado de manera autogestiva con plata propia (y mucha imaginación para resolver detalles), decidieron redoblaron la apuesta. Para la presentación pensaron una puesta en escena que incluiría visuales desde pantallas en La Subasta, una extinta sala de la calle Güemes. Mar del Plata había aparecido llena de stickers que decían “Dios.com ya sale” y debieron agregar una función más.

Dios los Cría empezó a crecer en el circuito local, entonces pródigo de bares y boliches, además de un público dispuesto a escuchar ofertas y pagar entradas. En esa vorágine llegaron a meter 2 mil personas en GAP, la vieja disco Go! de avenida Constitución por la que tantas bandas rutilantes habían pasado en los ’90.

Los bríos, naturalmente, volvieron a motivarlos a sembrar en Buenos Aires. Dios los Cría recorrió la ruta 2 tantas veces como fue necesario y desde el minuto cero de “Dios.com”, terminado de grabar en el estudio porteño Panda bajo las órdenes del experimentado ingeniero Eduardo Herrera (quien ese año mezcló en Nueva York “Momo Sampler”, último álbum de Los Redondos).

Si bien el disco es impecable durante los 47 minutos que van del tema uno al once, el hit o caballito de batalla de “Dios.com” fue “Mística”, una balada poderosa que nombra al agua, al mar y al viento como metáforas del amor y la existencia. Un producto marplatense de exportación en el que el grupo invirtió para hacer un video con gran resultado: en un momento se hizo costumbre ver el clip de “Mística” en canales de música como Much Music o CM.

“En los últimos tiempos el rock argentino es como que perdió una posición de privilegio que tenía. Me parece que cayó en una absoluta obviedad, como la de hacer canciones para que las canten las hinchadas de fútbol. Hace tiempo que no compro discos. Y si me pusiera no como músico, sino como consumidor, Dios los Cría es lo que compraría”, le confesaba el cantante Pato Duhalde al autor de esta nota en diciembre de 2000, hace exactamente 25 años.

Durante el proceso de creación de “Dios.com", Pato explicó que “aplicamos elementos de otro tipo de músicas como el acid jazz o cosas electrónicas, y también tomamos referencias de David Bowie, Prodigy y Marilyn Manson, por citar algunas”.

Pero el valor agregado de las canciones fue sin dudas la sociedad creativa entre D’Intino y Duhalde. El guitarrista se animaba a explorar sonidos, texturas y climas con distintos efectos y hasta con distintas guitarras, logrando de todo eso un código sonoro propio afinando un semitono abajo del 440 standard. Y el cantante tallaba la fuerza poética con una pluma insigne. “Nuestra postura es la de lograr canciones con un contenido que no solo sea de crónicas sobre lo que pasa, sino principalmente sobre lo que nos pasa, los factores humanos que nos atraviesan más allá de las circunstancias a nivel social y todo eso que hoy es así, pero dentro de dos años puede ser asá”, aseguraba Pato.

Esta declaración, proferida en diciembre de 2000, fue casi profética: Alejandro Duhalde, que nada tiene que ver con Eduardo, jamás imaginaría en pleno delarruísmo que dos años después el otro Duhalde sería presidente (y de la forma en que llegó a serlo). Ni tampoco estaba en su pensamiento a mediano-largo plazo la decadencia del CD como formato de venta y consumo, lo cual los terminaría convirtiendo una década más tarde en la primera banda argentina lanzada completamente a la digitalización gratuita de su música, desarrollando sus propias plataformas (con una app para celulares incluida) antes de la explosión comercial de Spotify. Efectivamente, lo que hoy es así, mañana puede ser asá.

De entrada, “Dios.com" impone autoridad con “Slide”, una canción densa y pesada que obliga a subir el volumen y que, con el tiempo, dejó la primera frase llevada a una bandera por su público: “La sigo bebiendo hasta la última sed”. Tras ello, el primer “clásico” del disco: “Solo lo mejor”, un tema épico que va inscrescendo entre la guitarra de D’Intino y las voces de Duhalde sobre una atmósfera atrapante.

Luego continúa el existencialismo bañado en distorsión de “Ríe”, la acidez antievangelizadora del “El pastor” (donde letra y música van subiendo como en una oración de misa) y la intensidad de principio a fin de “El perro” para llegar a “Mística”,, vórtice musical de “Dios.com" y la canción más difundida del disco. Si el álbum hubiera sido un vinilo, “Mística” era el primer tema del lado B, una ubicación que las discográficas de los ’80 reservaban para canciones que prometían rotación.

Por último, el tramo final de cinco canciones que van desde la crítica social de “Bananero” a la furia de “Mala suerte”, pasando por “Indio” (que casi queda afuera porque no lograban encontrarle la vuelta a la introducción del tema). Y, para el cierre, “Quemar”, una hermosa balada en la que (como en “Malo”) se luce el guitarrista Hugo D’Intino en todo su esplendor de arreglos y detalles con sutileza pero carácter. De esos que entran lateralmente, pero terminan en golazos mientras Duhalde susurra: “Ya fui mosca y ya fui miel, ya fui piedra o cascabel… siempre hay algo más que quemar”.

El lanzamiento fue un hito para el rock marplatense y su escena doméstica, también para el rock argentino (con un disco de excelencia generado en el interior). Y, en otro sentido, para la misma banda. No sólo porque le abrió nuevos caminos, otro público, viajes a Buenos Aires y participación en festivales importantes (como el entonces incipiente Cosquín Rock, entre otros). Sino también por una sucesión de partidas de músicos inmediatas a la salida del álbum: el baterista Leo Parín fue reemplazado por Mariano Mendoza —quien ya venía trabajando con la banda en la parte técnica—, mientras que poco después el bajista Marcelo Onofri le dejó su lugar a Tarugo Martínez tras el interregno de Zeta Bosio. Esa nueva formación duró más de diez años, fue la que más shows hizo en nombre de Dios los Cría y grabó dos discos de estudio y uno en vivo con la presentación de Tecnópolis en octubre de 2011, en éste último tramo con Antonio Torres en segunda guitarra. 

Ya sin Hugo D’Intino desde hacía unos años (con Tony Torres y Leo Pino a dos guitarras en su reemplazo), Pato Duhalde decidió ponerle un punto a Dios los Cría. Un punto y aparte, porque algunos de sus exintegrantes se reencontraron eventualmente sobre un escenario y en distintos formatos para recordar aquellas viejas canciones.

Pato pone en valor parte del repertorio de Dios los Cría en 99 Monos, su proyecto posterior, donde también participan otros miembros de la banda como Leo Parín, el primer baterista, y Tarugo Martínez, y el último bajista. Hugo, en cambio, encaró hacia Aperitivo D’Intino, un proyecto solista más personal, aunque a veces recobra alguna de esas viejas canciones. Y de tanto en tanto, cuando la situación lo amerita y el destino los arrima, ambos se reencuentran sobre un escenario para revisitar aquellas páginas tan bonitas e inolvidables. (www.REALPOLITIK.com.ar)

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