9 de noviembre de 2025 | Legislativas
La renuncia de Diego Santilli a su banca en la Honorable Cámara de Diputados de la Nación para incorporarse al gabinete de Javier Milei abrió un inesperado capítulo dentro de la política bonaerense. Su reemplazo debía ser Nelson Marino, un dirigente peronista devenido macrista, exfuncionario de la municipalidad de La Plata y con un largo prontuario judicial a cuestas. Sin embargo, Marino no llegaría a asumir formalmente: no habrá sesiones hasta el 10 de diciembre, fecha en que termina el mandato. Un cierre perfecto para una carrera atravesada por sospechas de corrupción y negocios turbios.
Dueño de una modesta panadería en Abasto, Marino fue ascendiendo al calor del poder. Se convirtió en la mano derecha de Julio Garro, secretario de Gobierno y concejal, al punto de manejar la caja política del municipio. Pero detrás de esa meteórica escalada, la Justicia encontró un abismo: causas por fraude en la administración pública, violación de deberes de funcionario y asociación ilícita, todas derivadas del escándalo por las cooperativas municipales.

En 2019, la exconcejal radical Florencia Rollié denunció que entre 2016 y 2018 el municipio platense había desembolsado más de 2.085 millones de pesos que nunca llegaron a los trabajadores cooperativistas. El Tribunal de Cuentas confirmó irregularidades en los pagos: cooperativas fantasmas, listados sin firma y fondos entregados en efectivo y sin registro. Entre los implicados estaban Nelson Marino, su par Liliana Lucha y el funcionario Mauro Petrone.
El entonces fiscal Marcelo Romero -hoy funcionario del ministerio de Seguridad que conduce Patricia Bullrich- instruyó la causa, luego derivada a la UFI Nro. 11 de Álvaro Garganta, donde aún duerme el sueño de los justos. De acuerdo con las pericias, Marino era el responsable político de la dirección de Cooperativas, organismo clave en el esquema de desvíos.
Una investigación de 2021 reveló que dentro de la municipalidad de La Plata funcionaba un presunto sistema de recaudación ilegal. Según denuncias y mensajes filtrados, el entonces secretario de Coordinación, Oscar Negrelli, derivaba empresarios a Marino para “destrabar” pagos de proveedores. “Debo derivarte a Nelson”, escribió en uno de los chats que trascendió oportunamente. Marino era señalado como “el cajero de Garro”, sindicado como el encargado de ejecutar los cobros ilegales.
En paralelo, su patrimonio crecía de manera inexplicable: una flota de autos, una casa en Cariló, terrenos en barrios cerrados y una finca de lujo en Abasto, además de la sociedad Espumas Gada Flex SA, creada en 2018.

Su nombre también aparece vinculado a varios episodio confusos y con tintes mafiosos, como el ocurrido durante un asado en Villa Elisa, donde fue golpeado y amenazado a tiros tras una discusión sobre el reparto de la “plata negra” de las cooperativas. “Te la vamos a cobrar a vos y a tu jefe”, le habrían dicho según trascendidos mediáticos. El episodio expuso las internas feroces dentro del oficialismo platense.
Con la salida de Santilli rumbo al ministerio del Interior, el corrimiento natural en la lista de diputados nacionales en representación de la provincia de Buenos Aires colocaba a Nelson Marino en la línea de sucesión. Pero la falta de sesiones hasta el 10 de diciembre impide que asuma. En su lugar, lo haría Rubén Torres, del sector de Sebastián Pareja y perteneciente a la lista que logró un inesperado triunfo hace solo algunas semanas.
Así, el peronista macrista con causas abiertas por corrupción y enriquecimiento ilícito se quedará con las ganas de ocupar una banca nacional y acceder a los anhelados fueros. (www.REALPOLITIK.com.ar)