23 de noviembre de 2025 | Provincia
Caminando por calle 47, entre 12 y 11, a la altura del 835, se advierte un frente imponente que pertenece al ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires. Sin embargo, detrás de esa fachada, se oculta un entramado de deficiencias edilicias, riesgos para el personal, maltratos encubiertos y tertulias indignas que, poco a poco, salen a la luz.
Para comprender la situación actual debemos retrotraernos al año 2023, cuando un cartel de obra ubicado en el ingreso del ministerio —a cargo de Nicolás Kreplak— exponía su decisión de llevar adelante refacciones en la sede de calle 51. Pero las oficinas a remodelar estaban ocupadas por personal administrativo. La solución, aparentemente planificada, consistió en alquilar un local alternativo que permitiera trasladar al personal durante el período de obras.
Ese nuevo destino fue el predio de calle 47. Como no estaba preparado para funcionar como dependencia estatal, se inició un reacondicionamiento integral cuyo costo no fue menor y que, en teoría, debía asegurar su correcta funcionalidad.
REALPOLITIK no pudo constatar una fecha oficial de habilitación del local, pero sí inferir su puesta en marcha: un pedido del ministerio de Salud a la municipalidad de La Plata, solicitando autorización para estacionar frente al inmueble de calle 47, dio origen al expediente municipal 74745. La iniciativa derivó en la ordenanza 12.568, sancionada por el Concejo Deliberante de La Plata el 25 de abril de 2024, que habilitó solo 8 metros de estacionamiento “para maniobras de detención temporaria, para facilitar el ascenso y descenso de personas con capacidades diferentes y/o movilidad reducida, desde vehículos particulares o autos de alquiler”.
Como bocadillo adicional: desde entonces, un director del área exhibe “libre estacionamiento” para dejar su vehículo en un sector que no fue autorizado para tal fin.
Superado el período de obras, las refacciones en la sede original fueron concluidas hace tiempo por la gestión de Axel Kicillof. Pero el personal trasladado nunca regresó. Sus oficinas fueron entregadas a otros grupos sin notificación previa ni explicación alguna. Y esto fue apenas el comienzo.
Algunos funcionarios parecieron haber quedado encantados con el predio alquilado. Intuyeron que el espacio “sobrante” podía servir para reorganizarse con mayor comodidad. Fue entonces cuando los asesores del ministro, cual experimentados ajedrecistas, hicieron un nuevo enroque: los empleados de la dirección de Farmacia fueron enviados de manera involuntaria al hacinado edificio de calle 47.
El movimiento terminó forzando a casi cien personas de cuatro dependencias a convivir en el ala superior del edificio:
- Las tres direcciones de la dirección provincial de Registro y Fiscalización Sanitaria, dependiente de la subsecretaría de Planificación Estratégica en Salud, a cargo de la denunciada psicóloga Leticia Ceriani: dirección de Farmacia, dirección de Fiscalización Sanitaria, dirección de Registro y Certificación de Medicamentos, Productos Farmacéuticos, Domisanitarios, Industriales, de Higiene y Cosméticos-
- La dirección provincial del Instituto de Prevención, Diagnóstico y Tratamiento del Cáncer, dependiente de la subsecretaría de Políticas de Cuidados de Salud.
Todos ellos trabajan en la planta alta del local, a la que se accede por una escalera que recién ahora cuenta con barandas. Allí conviven con sanitarios que no funcionan: algo tan elemental como defecar se transforma en un problema tanto para quien debe hacerlo como para quien viene después. El uso de baldes —cargados con agua desde la cocina— para evacuar los desechos es una escena cotidiana en pleno siglo XXI, denunciada entre susurros por la mayoría de los empleados.
A ello se suma un defecto edilicio aún más preocupante: la estructura del entrepiso no soporta la sobrecarga de expedientes en papel, por lo que todos terminaron amontonados en la planta baja.
“¿Para esto nos trajeron acá?”, se preguntan muchos, sin atreverse a manifestarlo a sus superiores por temor a represalias.
La falta de condiciones de convivencia se agrava por la exposición cotidiana a situaciones de violencia. Los empleados de la dirección de Farmacia deben cruzarse todos los días con su anterior director: el abogado José Luis Alfredo Cugnetto, el autodenominado “abogado malabarista”. Lejos de haber sido desplazado, permanece como empleado dentro de una de las direcciones recientemente fusionadas.
Paradójicamente quien lo sucedió, Miriam Lalin, tampoco se tomó el tiempo para reflexionar sobre las diferentes formas de engendrar violencia ni mostró voluntad para revertir esa situación.
Por su parte, la nueva directora provincial de Registro y Fiscalización Sanitaria, María Laura Testa —economista, asumida el 1 de septiembre de 2025— parece estar aún dedicando energías a disfrutar su oficina, readecuada a su gusto e iluminada con abundante cantidad de luces.
Mientras tanto, los empleados siguen encajonados en un entrepiso saturado, insalubre y sin condiciones edilicias, funcionales ni humanas.
En medio del hacinamiento y el silencio oficial, quedan interrogantes que ningún funcionario parece dispuesto a contestar: ¿Qué ocurrió con las oficinas originales de los empleados desplazados? ¿Quiénes las ocupan hoy? ¿Quién controla la situación de riesgo sanitario, físico y ambiental en el edificio de calle 47? ¿Quién asume la responsabilidad por la exposición a maltratos directos e indirectos que padecen los trabajadores? ¿Cuánto cuesta el alquiler del inmueble que sostiene este esquema?
Hasta ahora, ninguna respuesta. Solo un pabellón de hacinamiento administrado bajo la órbita del ministro Kreplak, donde la precariedad se disfraza de reorganización y la vulnerabilidad se naturaliza. (www.REALPOLITIK.com.ar)