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14 de agosto de 2022 | Interior

La política mira para otro lado

Rosario, muy cerca de México y Colombia en índices de criminalidad

Los crímenes se suceden en Rosario en forma continua y permanente. A la fecha, en los pagos del intendente Pablo Javkin se registran unos 177 asesinatos en este año, aunque algunas fuentes sostienen que ese número puede ser algo mayor.

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por:
Jorge O. Rodríguez

En este concepto, 30 de las víctimas fueron menores de edad. Las cifras oficiales indican que 138 personas fueron asesinadas en el primer semestre, el más crudo de esta historia criminal, y que plantea la existencia de un homicidio cada 31 horas.

El día 27 de julio de este año, en un plazo de seis horas, fueron acribillados dos muchachos y una chica, en barrios del sur y del oeste. El miércoles 3 de agosto, una adolescente abrió la puerta de su casa y fue ejecutada. A unos metros también fue acribillado un hombre en la vía pública. Hace unos días fue asesinado en una esquina, un chico de trece años que jugaba en inferiores del club Rosario Central y fueron heridos cuatro adolescentes que lo acompañaban. Esa noche ejecutaron a otras dos personas en el sur de la ciudad. Luego en el barrio de la Tablada, fue asesinada una mujer y su hijo de 16 años resultó gravemente herido. Parecería que desde el mes de julio se incrementaron los homicidios. El día 8 de agosto mataron a un muchacho que vendía empanadas en el barrio Ludueña. En los días previos hubo tres homicidios en ese barrio a pocos metros unos de otros.

El año pasado se cometieron 241 crímenes en Rosario, cerca de un 90 por ciento fueron resultantes de disparos de armas de fuego. En tres de cada cuatro casos existió al menos un mínimo de planificación, y la mitad habrían sido por encargos en distintos ajustes de cuentas, según relatan los investigadores. Por otra parte, las autoridades sostienen que los homicidios en casos de robo son menores al 4 por ciento. Desagregando el total de crímenes, se podría afirmar que 206 ocurrieron en la propia ciudad, en tanto los 35 restantes fueron en barrios aledaños (18 ocurrieron en Villa Gobernador Gálvez). Las cifras del año pasado, plantean un indicador de 21 muertes cada 100 mil habitantes. Cabe mencionar que ese concepto en Colombia y México alcanza a unos 27 asesinatos por cien mil habitantes.  Proyectando los datos oficiales del primer semestre y el mes de julio -y suponiendo que no se incrementen en mayor medida los homicidios-, la proyección anual para 2022 nos daría 303 homicidios, lo cual representaría un incremento del 26 por ciento respecto del año precedente. En este caso Rosario tendría un espantoso índice de 26 crímenes cada 100 mil habitantes, casi los de México y Colombia. Y habría alcanzado el concepto de un homicidio cada 23 horas.

Con los datos oficiales, aparecen los territorios más críticos en los barrios Bella Vista, Villa Banana y Godoy en la zona oeste de la ciudad. También están los barrios Tablada y Las Flores en el sur/sudoeste y los barrios Ludueña, Larrea, Empalme Graneros y Nuevo Alberdi en el noroeste de la ciudad. Tal como mencionamos en su momento, los barrios costeros desde el centro hacia el norte, son los menos afectados por la criminalidad (Arroyito, Alberdi y Florida). La mitad de los homicidios se concentran en el sector poblacional de entre 25 y 34 años, otro dato verdaderamente alarmante, que podría estar significando que en muchos casos se trataría de simples traficantes, soldaditos o jóvenes vecinos que simplemente pasaban por el lugar.

En mayo de este año planteaba lo siguiente en un reporte en este medio: "Rosario es una pequeña México con niveles de violencia que se sienten y son crecientes, que son evolutivos, son los mismos que yo pude ver y analizar en México con crímenes cada vez más violentos". Pareciera realmente que en un marco de tal degradación social y violencia generalizada, todo puede ser posible. Pero está claro que no es fácil llegar a estos niveles de criminalidad: Rosario padece una involución desde la década del 20 y el 30 del siglo pasado -llamada la Chicago Argentina-, pero es además hace unas décadas un punto estratégico del narcotráfico y el contrabando, con decenas de puertos no controlados en sus proximidades y rutas mal vigiladas o directamente liberadas para los bandidos. Toneladas diarias de drogas pueden pasar por allí para distribuirse luego para el mercado interno o la exportación, total cada tanto nos venden alguna captura de cannabis -unos 1.500 dólares o menos el kilo- y casi nunca cocaína -15 mil dólares o más de alta pureza- o drogas sintéticas.

Hace décadas que toda la clase política provincial de Santa Fe está absolutamente contaminada. El Poder judicial y el ministerio público realmente apestan: de los 35 últimos asesinatos no hay un sólo detenido y no han podido esclarecer absolutamente ninguno. En cualquier país serio habría decenas de funcionarios, al menos imputados por el delito de incumplimiento de los deberes de funcionario público.

Pero no sólo la fuerza policial huele a podrido en la provincia. Ya se relató cómo dos comisarios inspectores jefes de la delegación de la Policía Federal estuvieron detenidos por vínculos con los narcos. Hace un tiempo otro comisario inspector y una agente femenina, aparecieron heridos en el interior de un vehículo cerca a Villa Constitución, y aunque declararon que fueron víctimas de un robo, todo indicaría que fue un tiroteo entre ambos. A todo esto, deben sumarse las comedias del ministro Aníbal Fernández: en octubre del año pasado se enviaron 575 gendarmes para patrullar la ciudad e inmediaciones, aunque casi sólo se los ve por las zonas céntricas haciendo controles de automotores. Se prometió también para marzo de este año, la creación de un nuevo destacamento y la llegada de otros mil gendarmes, cuestiones que no ocurrieron. De esos mil prometidos por Aníbal Fernández, llegaron hasta ahora unos 300 y no está muy claro el número que realmente patrullan calles y rutas. 

Hace unos días, el presidente Alberto Fernández festejaba fervorosamente a unos kilómetros de Rosario, en Cañada de Gómez, el relanzamiento del ramal ferroviario, que une ambas localidades. Se mostraron en el palco junto al gobernador Omar Perotti. Se pudieron escuchar maravillosas palabras tales como: "No va a parar ninguna de las 5 mil obras públicas que estamos haciendo, ni ninguna de las cien escuelas técnicas, ni las 120 mil viviendas que estamos construyendo a lo largo del país". Pero no hubo ni una palabra ni ningún concepto sobre el baño de sangre que ocurre en la ciudad de Rosario. Una vez más la negación de la realidad y el mundo Walt Disney que nos pretenden vender los funcionarios políticos que padecemos, no tienen límites.

En buena parte de la población rosarina existe el convencimiento de que todos los funcionarios provinciales son corruptos, los de todos los poderes provinciales. Pero objetivamente, además, hay un par de cuestiones que profundizan la criminalidad rosarina. En primer término, a pesar de las mentiras de los políticos, no existe un comando unificado en la supuesta lucha contra los delincuentes. Opera una agencia provincial, la policía con comisarías, brigadas y cuerpos de investigaciones, los cuales muchas veces se chocan entre sí, en especial cuando intentan cobrarles a los delincuentes. En cada desmadre aparecen los de Asuntos Internos, a quienes muchos policías los denominan "Los Tragamonedas". Y para colmo están las distintas fuerzas federales vendiendo humo o directamente coimeando. En segundo término, existen en Rosario decenas de bandas y grupos criminales: algunas de las fuentes opinan que son más de cien. En algunos de los barrios mencionados, operan hasta diez bandas delictivas: a veces arreglan y se distribuyen las manzanas, y otras veces se matan a tiros o asesinan a cualquier vecino, en claros mensajes mafiosos para la competencia (les envían los videos de los crímenes). Las magnitudes de las bandas son totalmente disimiles: existen grandes bandas como Los Monos y Los Alvarado, bandas medianas o aún muchas de unos cinco integrantes. Pero no solo manejan la droga y el contrabando en cierta medida, sino que también realizan asesinatos, secuestros, extorsiones y robos de toda magnitud. Con lo cual tanta cantidad de grupos y su dedicación a distintos delitos, complejizan mucho más el territorio y sus niveles de criminalidad.

Sólo los pensamientos mágicos no pueden comprender que esto no se soluciona con mil ni 10 mil policías o gendarmes más. Tener ya más de un siglo de desarrollo del delito, el cual constituye una única fuente de empleo en muchos barrios, son cuestiones que sólo pueden ser atacadas con una planificación económica, social y cultural por demás desarrollada y dividida en distintas etapas. Una suma de procesos que llevaría varios años, con la participación imprescindible del estado nacional: los políticos provinciales solos no van a lavar sus trapos sucios. Y este modelo plantea una de las mayores y fuertes decisiones: combatir de verdad la inmensa corrupción imperante en Rosario y también en la provincia de Santa Fe, responsables directas de que se haya llegado a este desmadre, en el cual los funcionarios siguen recaudando a cuatro manos, sin importarles el tendal de muertos ni sus familiares y mucho menos el futuro de esa sociedad. (www.REALPOLITIK.com.ar)

 

 

(*) Jorge O. Rodríguez es economista (UBA), analista de narcotráfico y delitos complejos.


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