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En una estrategia que despertó cuestionamientos entre sus propias filas, Axel Kicillof declaró la “economía de guerra” en la región, al tiempo que la titular del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires cerraba una licitación de 162 millones en calzado artístico. Mientras tanto, los estatales siguen perdiendo poder adquisitivo.
La provincia de Buenos Aires atraviesa un escenario económico complicado. Recientemente, el gobernador Axel Kicillof brindó una conferencia de prensa en la que alertó sobre la grave crisis financiera que afecta a la región. Según Axel Kicillof, "el consumo se redujo un 10 por ciento, se perdieron 400 mil puestos de trabajo, y la industria cayó un 12 por ciento". Sin embargo, justo en el momento en que hacía estas dramáticas declaraciones, su administración avanzaba con una licitación que parecía contradecir el tono de urgencia económica: la aprobación de un contrato millonario para la compra de zapatillas de ballet.
Este gasto de 162 millones de pesos para la compra de calzado artístico es solo uno de los ejemplos que cuestionan las prioridades de la administración de Kicillof. En un contexto donde se declaran emergencias económicas y se recorta el gasto en áreas esenciales, en el que docentes y empleados estatales bonaerenses pierden poder adquisitivo a diario, resulta desconcertante que el gobierno provincial esté destinando recursos a proyectos que no se consideran urgentes ni fundamentales para los ciudadanos de Buenos Aires.
A lo largo de su gestión, el gobernador ha presentado un discurso en el que asegura estar atravesando una "economía de guerra". Ha señalado la falta de recursos para atender las necesidades de la provincia y ha apelado a la austeridad, especialmente al momento de negociar paritarias. A los gremios estatales, por ejemplo, se les ofreció un incremento salarial del 9 por ciento escalonado, muy por debajo de la inflación real proyectada para 2025. Sin embargo, lo que resulta cada vez más evidente es la contradicción entre su discurso de austeridad y los gastos en iniciativas que parecen estar mucho más relacionadas con la política de imagen y propaganda que con la mejora de la calidad de vida de los bonaerenses.
Una muestra de esto fue la licitación para la compra de globos, magos y payasos para eventos organizados por el ministerio de Desarrollo de La Comunidad de la provincia de Buenos Aires. La licitación, que destinó más de 200 millones de pesos a la contratación de entretenimiento infantil, se suma a una larga lista de gastos cuestionables que generaron malestar entre los ciudadanos.
Otro ejemplo de la gestión contradictoria de Kicillof es la reciente licitación para la instalación de un sistema de iluminación Led en la Casa de Gobierno de La Plata, que tuvo un costo de más de 113 millones de pesos. Esta licitación no solo generó dudas sobre su justificación en un contexto de crisis, sino que también ha llamado la atención debido a las empresas beneficiadas. Se trata de empresas vinculadas a la familia Macri, a través de negocios millonarios que se están realizando en distintas provincias bajo el plan de "iluminación eficiente".
Es una coincidencia que parece cada vez más difícil de ignorar: mientras la provincia se endeuda para cubrir gastos esenciales, empresas cercanas al expresidente Mauricio Macri siguen ganando licitaciones de gran magnitud en el territorio del gobernador Axel Kicillof.
La contradicción más flagrante entre las promesas de austeridad y los gastos innecesarios está en las paritarias estatales. Mientras Kicillof se escuda en la falta de presupuesto para ofrecer aumentos salariales que sigan el ritmo de la inflación, se destina dinero a proyectos estéticamente orientados, como la remodelación de la Casa de Gobierno o el renovado mobiliario de las oficinas del ministerio de Desarrollo Agrario, con una inversión de más de 74 millones de pesos. Esta inversión se destina a muebles nuevos para un edificio gubernamental, mientras los trabajadores estatales se ven obligados a aceptar aumentos salariales que no cubren ni de cerca la inflación del año.
Estos gastos no solo son desmesurados en comparación con las prioridades sociales y laborales que la provincia requiere, sino que también parecen estar más alineados con una estrategia de imagen y de comunicación institucional que con una necesidad real.
El uso de los recursos: un negocio cuestionable
El cuestionamiento central de estos gastos radica en la falta de transparencia y en las prioridades de la gestión de Kicillof. Mientras la provincia se encuentra en una emergencia económica y el gobernador advierte sobre la falta de recursos, no parece haber coherencia entre las decisiones que toma su gobierno y las necesidades de la población bonaerense. Es en este punto donde las denuncias de irregularidades en las licitaciones millonarias cobran relevancia, especialmente las vinculadas a la compra de mobiliario escolar o al gasto de 162 millones de pesos en zapatillas de ballet. Los ciudadanos se cuestionan si realmente se están tomando las decisiones más acertadas para superar la crisis o si hay intereses particulares que prevalecen por encima de las necesidades urgentes de la sociedad.
Así las cosas, la administración de Axel Kicillof enfrenta un desafío monumental para gestionar una provincia que, como muchas otras en Argentina, está lidiando con un panorama económico complejo. Sin embargo, la contradicción entre el discurso de austeridad y los gastos en proyectos de baja prioridad refleja una falta de compromiso con las verdaderas necesidades de la provincia. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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