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16 de agosto de 2019 | Nacionales

Saque al pueblo

La mentira del atraso cambiario

La casi totalidad de mis colegas economistas ocultan, deliberadamente o por miopías ideológicas, las consecuencias de cada devaluación. Cada vez que el dólar sube en relación a nuestro peso, resultan directamente perjudicados los asalariados, los jubilados, los pensionados y quienes realizan changas o se encuentran desocupados.

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por:
Jorge O. Rodríguez

Es decir, la totalidad del pueblo argentino, o en términos de lo que Mauricio Macri denomina “esos tipos”. Y los más afectados son justamente los más pobres: se disparan los precios de los alimentos, del combustible con su incidencia sobre estos, de las tarifas y de todos los consumos populares. Luego vienen las distintas farsas, como diría Carlos Marx, con las paritarias y los salarios subiendo por las escaleras, mientras los precios viajan en ascensor. Y con los burócratas sindicales y políticos, poniendo sus caras de nabos.

En términos macroeconómicos, con cada devaluación se producen inmensas transferencias, justamente de quienes perciben ingresos en pesos a otros sectores. En primer lugar, a los productores agropecuarios y, también, a los pocos sectores industriales que logran exportar sus productos: cada dólar que obtienen, les rinden muchos más pesos. Por eso los economistas del establishment machacan continuamente sobre los supuestos atrasos cambiarios. Pero en realidad lo que ocurre con estos cipayos vernáculos, como diría Arturo Jauretche, es que cumplen las órdenes de quienes los contratan para mentirnos. Por ejemplo, el gran traficante de soja Grobo Piolin o el exportador de alimentos Arco Fundido, les ordenan que batan el parche del atraso, para que puedan incrementar sus ya de por sí salvajes ganancias. Entonces los vemos en todos los medios de difusión repitiendo sus falsedades del atraso cambiario, como hace no menos de treinta años. En segundo término, algunos otros pícaros se benefician con “el derrame” de las devaluaciones: muchos prestadores de servicios, buena parte del sector financiero, los ministros y sus secuaces que tienen su patrimonio en dólares y fuera del país, al igual que buena parte de los grupos económicos, los cuales siguen siendo los dueños de la Argentina.

Por otra parte, todas las patronales siguen sus festejos con cada devaluación, ya que bajan los costos salariales, que en muchos casos ni siquiera son el 10 por ciento de sus costos totales. Pero igual festejan, a la luz de su ideología retrógrada y anti popular: los 12.500 pesos del salario mínimo, implican que el trabajador perciba mensualmente hoy en día, menos de 200 dólares, casi la tercera parte del valor de hace unos años. De hecho, cuando asumieron estos depredadores económicos, el salario mínimo era de 6060 pesos, la mitad del actual, pero que significaban 410 dólares, aún tomando el valor del dólar paralelo. Salvo los empresarios pymes, son muy pocos los que comprenden que las continuas caídas de los ingresos de asalariados, jubilados y pensionados, afectan muy seriamente sus producciones, por cuanto sus ventas se destinan al mercado interno y son un grupo minoritario los que logran exportar. Paralelamente, los buitres juegan a incrementar sus ingresos remarcando salvajemente los precios, alimentando la inflación y sin que les importe que todavía disminuyan más sus niveles de venta. En la ecuación precio por cantidades, tienen la inmensa miopía de solo ver el precio, como si atrasaran siglos en su visión empresaria.

El 10 de diciembre de 2015, al asumir don Mauricio, el dólar oficial tenía un valor 9,75 pesos y 14,90 el dólar paralelo. Aún tomando el valor más alto de estos, se produjo en estos menos de cuatro años una devaluación cercana al 300 por ciento -y de casi un 500 por ciento respecto del tipo de cambio oficial-, no obstante lo cual nos siguen hablando de atraso cambiario. Nunca nos cuentan claramente con qué métodos estadísticos y qué variables llegan a sus falsas conclusiones, porque saben perfectamente que nos están mintiendo.

Es cierto que Argentina viene teniendo un serio problema en su cuenta corriente del balance de pagos desde hace algunos años: para traducirlo al criollo, ingresan menos dólares que los necesarios en nuestra economía. Pero no es menos cierto que esta cuestión no se resuelve solo devaluando. Con este gobierno esa tendencia solo empeoró: la desregulación del mercado cambiario, la apertura irrestricta de ingreso y egresos de capitales, el permitir que los exportadores liquiden divisas cuando se les ocurra, solo lograron profundizar el déficit de la cuenta corriente, como si realmente lo hubieran planificado. Y tal como comentamos en REALPOLITIK en “Macrinomics, un modelo económico de achicamiento y destrucción”, no fue una suma de errores ni de mala praxis -como nos quieren hacer creer muchos tránsfugas disfrazados de periodistas-, sino una suma de rapacidades y transferencias salvajes de ingresos de pobres a ricos. En ese marco se incluyen los préstamos tomados, explotando nuestra deuda externa, que favorecieron las fugas de divisas de los gobernantes y sus secuaces, aunque hayan comprometido a varias generaciones de argentinos.

En cualquier país serio, esos déficit de cuenta corriente, se tratan de solucionar justamente, con medidas totalmente opuestas a las del macrismo: controles de cambios, protección arancelaria para la producción nacional, regulación estricta para ingreso y egreso de capitales, control en la liquidación de divisas de las exportaciones, regulaciones a las transferencias de ganancias de las empresas a sus casas matrices, medidas bancarias más continuas fiscalizaciones y auditorías a la banca extranjera, entre otras cuestiones. Justamente se trata de regular la economía nacional, y no del disparate macrista de desregular todo en forma salvaje.

Islandia, en su crisis del 2012, si bien es cierto que devaluó, hizo lo contrario a lo que le indicaba el Fondo, dejó caer a los bancos en la burbuja que habían creado y comenzó una impresionante recuperación económica con la mejora de los asalariados. En Portugal también explotó una crisis, pero el gobierno surgido de la izquierda planteó a su población “dar vuelta a la página de la austeridad”. El primer ministro Antonio Costa, con una lucidez admirable, expresó muy gráficamente el modelo aplicado: “Hemos demostrado que es posible subir los ingresos, elevar la inversión privada, reducir el desempleo y tener finanzas públicas sólidas”. El ejemplo de estos dos países muestra claramente que las políticas económicas acertadas y coherentes son todo lo contrario a lo que hizo Mauricio Macri. Y que nunca deben afectarse los salarios reales con el chamuyo del atraso cambiario.

Un par de ejemplos más de las valuaciones cambiarias en Latinoamérica, para graficar un poco más el tema. Vale mencionar que 19,38 pesos mexicanos equivalen a un dólar. México es un país con130 millones de habitantes -88 por ciento más que Argentina-, de los cuales al menos 54 millones son pobres. En nuestra nota del 19 de junio titulada “México Narco: Cómo abastecer a más de 100 millones de adictos de USA”, podíamos ver estas cuestiones, con más de 20 millones de empleos directos e indirectos del narcotráfico, y que cerca de un 25 por ciento adicional a sus exportaciones -de 420 mil millones de dólares- se genera por los estupefacientes que van al gran mercado norteamericano. Nos muestra, además, una economía con muchas inversiones norteamericanas -entre otras, la industria automotriz- como consecuencia de los muy inferiores salarios mexicanos respecto de los de USA. Y volvemos a mencionarlo: un dólar norteamericano equivale a 19,38 pesos mexicanos, en un contexto en el cual el salario mínimo es 153 dólares mensuales y en la zona de frontera equivale a 263 dólares.

El otro buen ejemplo latinoamericano es el Perú. Con casi 33 millones de habitantes, su salario mínimo alcanza los 930 soles, pero con un increíble tipo de cambio, con el cual 3,30 soles equivalen a un dólar, el salario mínimo es de 282 dólares. Perú es un país en el que más de la mitad de su territorio lo constituyen distintas selvas, con miles de economías de subsistencia y autoconsumo, muchas de las mismas verdaderamente pre capitalistas. Y en la cual, en forma similar a México, no menos de un 20 por ciento adicional a su producto bruto, constituyen los ingresos resultantes del narcotráfico. En esta alquimia del valor del cambio peruano tan bajo, casi no existen industrias por ese motivo, hasta los clavos son importados, pero su moneda se devaluó menos de un 10 por ciento los últimos cuatro años. En un país que exporta población -no menos de un 20 por ciento vive en el extranjero- y cuya principal fuente de empleo es la venta ambulante, el realismo mágico implica que el salario mínimo sea de 282 dólares, muy superior al de Mauricio Macri y su corte de los milagros.

La banda llamada Divididos, o sea “la aplanadora del rock and roll”, nos canta hace años: “La prensa de Dios lleva poster central. El bien y el mal definen por penal. ¿Qué ves? ¿Qué ves cuando me ves? Cuando la mentira es la verdad”. Por eso es bueno tener en cuenta cuáles son los salarios reales tanto en México como en Perú, o que en República Dominicana es de 210 y en Uruguay 439 dólares. Es hora que nos enteremos que en la Argentina de Macri y asociados, y gracias también a los farsantes que pregonan el atraso cambiario, nuestro salario mínimo se acerca al de Tailandia o los países africanos. Que no nos sigan tomando por tontos, que la mentira no siga siendo la verdad. (www.REALPOLITK.com.ar)


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Mauricio Macri, Arturo Jauretche

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